Manuel Busto, director de orquesta: “Me ha costado 15 años entender el flamenco”
Manuel Busto (Sevilla, 1987) vive sin duda un momento dulce. Tras la buena acogida de La Mujer Tigre, ahora se pone al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia con La Bella Otero, siguiendo con el encargo que en 2019 recibió del Ballet Nacional de España. “Indudablemente, todo lo que sea debutar en una plaza nueva es interesante”, afirma con modestia el director. “En este caso, se trata de una de las orquestas latinoamericanas más relevantes, por la que están pasando muchos de los directores de renombre internacional del momento. Y es un debut doblemente especial, pues es la primera vez que salgo con el Ballet de tour fuera de España”.
La fecha marcada en rojo en la agenda de Busto es el próximo 4 de mayo y hasta el 7 del mismo mes, cuando presidirá el atril del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo de Bogotá. Busto no duda que La Bella Otero, que cuenta con una coreografía del también sevillano Rubén Olmo, será del gusto del público al otro lado del Atlántico. “Muchos lo catalogan como un ballet operístico. Yo vengo bastante del mundo de la ópera e intentado dar un ritmo teatral a la propuesta, un dinamismo que encaje con la frescura y a la vez con la unidad que caracteriza a la obra”, apunta Busto.
La obra, que se embarcará el mes próximo hacia América, es un espectáculo de gran formato, tanto por el número de bailarines como por el despliegue de vestuario, que recrea rigurosamente el mundo de la Belle Époque Parisien, y también por el desarrollo dramatúrgico de la historia. Su argumento gira en torno a la intensa vida de una de las más famosas e influyentes bailarinas de finales del siglo XIX, Carolina Otero. Una mujer procedente de una aldea gallega que se inventó a sí misma a partir de un suceso trágico de su infancia, y que utilizó a los hombres para ascender en su carrera artística y fue admirada por reyes de toda Europa, si bien el único amor en cuyos brazos desfalleció fue el del juego.
Apertura y evolución
Así, el montaje reflexiona sobre el maltrato, la ambición, el éxito, la incapacidad de amar y la soledad utilizando diferentes géneros, desde la danza española, que incluye el folclore y el flamenco, hasta la zarzuela. “Por venir de la tierra de la que vengo, he indagado y experimentado con estas músicas, y naturalmente me ha impulsado mucho poder trabajar con el Ballet Nacional, con un estilo propio en el que el folclore y el flamenco están marcados a fuego. Todo ello ha hecho que mi aportación sea como mínimo diferente, o peculiar”.
A propósito de las difíciles relaciones entre la llamada música culta y el flamenco, Busto lamenta que “por desgracia, sigan estando bastante lejos”, a pesar de las muchas conexiones que los han acercado históricamente, hasta la actualidad. “El flamenco es un género muy versátil, abierto a todo y en constante evolución. Pero es verdad que, desde Falla, con excepciones, hasta que no llega Mauricio Sotelo no se ha abordado seriamente. Aún así, tengo la sensación de que el flamenco nunca se ha dejado de hacer a modo de cita”.
En todo caso, agrega Busto, “al igual que la música clásica y la contemporánea tienen su complejidad, el flamenco tiene la suya, y a mí me ha costado 15 años enterarme de cómo va el flamenco, entenderlo. Saber distinguir, por ejemplo, la improvisación de lo que no lo es. Lo seguro es que a nivel emocional tiene una capacidad increíble, y eso me atrae y me invita a seguir profundizando”.
América musical
El sevillano destaca que en La Bella Otero, por ejemplo, instrumentos como las castañuelas o el cajón pasan a formar parte de la orquesta como algo más que simples invitados, “forman parte de la sonoridad natural del conjunto”.
Por otro lado, respecto a sus colegas latinoamericanos, Busto aplaude el desarrollo que la música ha venido teniendo en el continente hermano, “debido en buena parte a la formación, que ya no es solo centroeuropea, y sin duda al efecto [Gustavo] Dudamel, que ha impulsado la música una barbaridad en aquellas tierras, como en su día ocurrió con los grandes músicos europeos que migraron a Argentina e impulsaron grandes orquestas. A partir de ahí surgen modas a la hora de programar, pero lo importante es que, para los jóvenes, lo que antes parecía lejano, ahora es tangible, se sienten motivados”. En cuanto a su colaboración con el BNE, Busto no escatima elogios. “Tenemos la inmensa suerte de tener el Ballet Nacional, el único que arrasa allá donde va, porque abruma a todo el público. Es un honor y un lujo ser uno de los principales directores invitados. Siento que mis inquietudes y mi desarrollo van paralelos al sentir del Ballet”.
Embajadores en el mundo
Y los mismos piropos reserva para Rubén Olmo: “Nos conocimos apenas unos meses antes de que lo nombraran, en la Bienal de Sevilla, cuando yo diría la Orquesta Bética de Cámara. Es interesante porque Rubén fue, antes de dirigirlo, bailarín del Ballet Nacional, como ocurrió con otros. Y aunque el tiempo y la moda vayan cambiando, espero que nuestros músicos no solo miren a Centroeuropa, que también se fijen en nuestra música, en Falla, Granados, nuestra zarzuela… Todo lo que sea profundizar en eso generará buenas cosas”.
Por último, Busto se suma al llamamiento a los responsables públicos para que mantengan el respaldo a los ballets y orquestas, “porque todo el apoyo es poco”, asevera. “No solo se trata de sostenerlos, sino de hacerlo con la máxima calidad y con la misma determinación con que fueron creados. Sabemos que la cultura es una inversión, y debemos distinguir entre el mero entretenimiento y el arte, que nos hace pensar y crecer en humanidad, haciendo una sociedad cada día mejor”.
“He podido viajar bastante, y sé lo que significan el Ballet Nacional de España y el Ballet Flamenco de Andalucía”, concluye el director. “En una gira en Taiwán me dijeron que el BNE ‘es el mayor embajador de España en el mundo’. El problema es que muchas de estas instituciones no tienen planes presupuestarios a largo plazo. No puedes hacer un planteamiento en busca de máxima calidad con mirada larga, y las direcciones están atadas de pies y manos”.
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