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Este es un espacio donde opinar sobre Sevilla y su provincia. Sus problemas, sus virtudes, sus carencias, su gente. Con voces que animen el debate y la conversación. Porque Sevilla nos importa.

Mirar para otro lado

Los vecinos de las Tres Mil Viviendas observan la redada de la Policía Nacional el pasaod viernes

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Este mes de noviembre hará 24 años que entré por primera vez en las Tres Mil Viviendas. Concretamente, en la barriada Martínez Montañés, lo que se conoce popularmente como las 624 o Las Vegas. Yo era un joven reportero y, acompañando al Defensor del Pueblo Andaluz, con su consiguiente escolta policial, pude visitar aquella zona degradada y marginal, abandonada por las autoridades. Mi reportaje se tituló La Sevilla humilde y humillada y, releyéndolo ahora, parece que lo hubiera escrito ayer.

Volví a visitar el barrio al año siguiente. El periódico me encargó un reportaje sobre el rodaje del documental Polígono Sur, en el que la francesa Dominique Abel exponía el caudal flamenco del barrio y que está disponible en Amazon Prime Video.

Estuve en casa de Loli, un bajo pequeño con patio trasero, en el que el equipo grababa una entrevista. No había policía ni seguridad privada uniformada, pero la película contaba con la participación de los hermanos Rafael y Diego Amador y de Emilio Caracafé, entre otros artistas. En el universo paralelo que conforman estos bloques de viviendas, eso da más tranquilidad que la presencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Últimamente, en mis paseos de fin de semana en bicicleta, suelo rodar por el parque Guadaira. Es un enorme contraste la existencia de esa zona verde, cuidada y siempre llena de paseantes con niños y perros, al otro lado de la carretera de Su Eminencia. Una de estas mañanas, el parque estaba cerrado y tiré por la calzada asfaltada. Al acercarte, la realidad de la barriada te da un bofetón sensorial a la vista, pero también al oído y al olfato.

Estos días, la realidad de la barriada ha vuelto a los titulares de prensa, radio y televisión por un tiroteo grabado con teléfonos móviles. Quizás eso es algo que sí hay ahora y no había hace varias décadas, los móviles y las redes sociales

Es una realidad que no ha cambiado nada en estos últimos 20 años, y muy poco desde su construcción, en los años setenta. Edificios desconchados y sin pintar hace mucho tiempo, bajos vaciados (me cuesta explicarlo, pero en los bloques no hay muros ni portales ni ascensores; apenas una escalera a la vista), ventanas tapiadas en muchos casos, cantidades descomunales de basura de todo tipo acumulada en calle y aceras, coches sorprendentemente nuevos aparcados, y algún grupo de vecinos con un aspecto que, disculpen el prejuicio, te dan ganas de cambiar de acera y apretar el paso.

Eso hice con la bici. Aumenté el ritmo, salí rápido a la Avenida de La Paz e intenté olvidarme de lo visto, olido y oído. Es lo que hace esta ciudad con ese agujero negro social desde hace décadas. Como con El Vacie o algunas zonas de Los Pajaritos. Mirar para otro lado y hacer como que no existe, mientras ellos se dedican a sus cosas y sobreviven como pueden. Pero ellos son miles de personas.

Ellos son los protagonistas de muchos de los vídeos del tik toker Manuel Jiménez, que se ha hecho popular mostrando la realidad de esta zona con una combinación de humor y denuncia social, generando un retrato muy humano de uno de los barrios más marginales de España, en el que se hacinan miles de personas.

@manueljimenezmjm

Las 3000viviemdas Tirot**

♬ sonido original - ManuelJimenezMJM

Estos días, la realidad de la barriada ha vuelto a los titulares de prensa, radio y televisión por un tiroteo grabado con teléfonos móviles. Quizás eso es algo que sí hay ahora y no había hace varias décadas, los móviles y las redes sociales. Lo que sí ha habido siempre es armas de fuego de todo tipo. Hay recortes de prensa que dan cuenta de incautaciones de fusiles de asalto desde comienzos del presente siglo, por ejemplo.

En un intento por remediar la situación, las tres administraciones se pusieron de acuerdo en 2003 para la creación del Comisionado del Polígono Sur. Esta oficina ha desarrollado muchos proyectos de mejora social del distrito, pero no creo exagerado calificar como fracaso su impacto en esa zona concreta conocida como Las Vegas

Aquellas viviendas se destinaron tras su construcción al realojo de familias chabolistas, la mayoría de etnia gitana, procedentes de La Corchuela o El Vacie. Una vez entregados, los pisos, de titularidad pública, no tuvieron ningún tipo de seguimiento y control por las autoridades responsables, el Gobierno central primero y la Junta después. Y el mercado negro de traspaso de casas floreció: sin papeles, sin contratos, sin transferencias bancarias. Todo dinero negro y en metálico.

Aquello era el caldo de cultivo perfecto para la entrada de las mafias del crimen organizado y de la droga. Durante décadas las bandas fueron echando a los ocupantes originales, de mejores o peores formas, hasta controlar bloques completos donde viven, almacenan su género y cultivan marihuana.

Las calles fueron deshumanizándose. Casi nadie paga luz en esa zona, todo son enganches ilegales a la red, muchos de ellos para el cultivo de plantas de maría. La basura se acumula en las calles y bajo los edificios porque los servicios de limpieza se sienten amenazados y no entran a limpiar. Y cuando lo hacen, son agredidos verbal y físicamente, incluso a tiros, por los delincuentes porque una montaña de basura es un escondite perfecto para una pistola o un alijo. Los autobuses de Tussam estuvieron años sin acercarse. Ahora, una línea circula por la calle Escultor Sebastián Santos y no es extraño que sufra apedreamientos.

Al abandono de los dueños de los pisos (Gobierno y Junta) se sumó el del titular de los servicios públicos de limpieza y transporte (Ayuntamiento). En un intento por remediar la situación, las tres administraciones se pusieron de acuerdo en 2003 para la creación del Comisionado del Polígono Sur. Esta oficina ha desarrollado muchos proyectos de mejora social del distrito, pero no creo exagerado calificar como fracaso su impacto en esa zona concreta conocida como Las Vegas.

Da la sensación de que, mientras se maten entre ellos y la violencia, el tráfico de drogas y los negocios sucios estén limitados a esa zona concreta de la ciudad, nadie se inmuta

En estos cincuenta años desde su construcción, y más de cuarenta de degradación, los tiroteos, redadas y peleas entre clanes se han sucedido. Y varias vidas han quedado en el camino segadas por el uso de armas de fuego en estos incidentes, incluida una niña de siete años hace apenas una década. Pero da la sensación de que, mientras se maten entre ellos y la violencia, el tráfico de drogas y los negocios sucios estén limitados a esa zona concreta de la ciudad, nadie se inmuta. Ni las autoridades, ni las fuerzas de seguridad, ni los muchos clientes que consumen de forma regular las sustancias ilegales que desde allí se distribuyen por toda la ciudad y buena parte de Andalucía.

Todo el mundo se echa las manos a la cabeza y muestra su preocupación sólo cuando hay un incidente violento. Incluido nuestro alcalde, que nos ha obsequiado estos días con dos de sus globos sonda: que Lipasam y Tussam vuelvan a dejar de entrar en la zona o que se derriben los edificios de Las Vegas. En este último caso, no me parece ninguna tontería, salvo que sólo se proponga eso. Si eliminamos esas construcciones, ¿qué hacemos con los residentes? Tanto los legales como los ilegales y los criminales. Habría que pensar mejor en una solución global, ¿no?

La situación de las 624 viviendas no se arregla ni con mano dura policial, de dudoso efecto si sólo se produce como reacción a los incidentes; ni con la eliminación de las edificaciones y su sustitución por otras nuevas; ni con el desplazamiento de quienes allí viven a otro lugar, que sólo haría trasladar de sitio el problema.

Hace falta un plan integral que contemple todas las dimensiones de la situación de depresión y marginalidad que allí se vive. Por supuesto, intervención policial y judicial para luchar, de verdad, contra el tráfico de drogas. Pero también atención social, sanitaria, educativa y de fomento del empleo legal a la población que allí reside. Y con un enfoque de integración para una población mayoritariamente gitana que siempre ha vivido al margen del sistema, que sólo se relaciona con el entorno para ir a la compra al Mercadona de Su Eminencia.

Es complicado, seguro. Y supone un esfuerzo a largo plazo, de esos que los políticos no acostumbran a trabajar porque no les garantizan resultados antes de las próximas elecciones. Pero la alternativa es la misma de los últimos 50 años: mirar para otro lado, dejarlos a su suerte y poner cara de susto cuando ocurra el próximo tiroteo. La pena, como casi siempre, es que buena parte del vecindario merece un futuro mejor y pagan justos por pecadores.

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