El PP de Sevilla abre la veda de la campaña para los congresos provinciales con un duro escrito de los críticos

Todavía no hay fecha para los congresos provinciales del PP pero ya está calentando motores la agrupación de Sevilla, sumida en una profunda crisis desde hace meses y que con Jaén y Granada se presenta como los puntos calientes para el proceso en Andalucía. De cara a la campaña, la veda la han abierto los críticos de Sevilla agrupados en la plataforma Unidos para Ganar.

Se presenta como “un numeroso grupo” de alcaldes, concejales de toda Sevilla, diputados y cargos orgánicos tanto a nivel provincial como local, además de militantes en general, y han lanzado un escrito a modo de decálogo en el que no escatiman en críticas hacia la actual dirección comandada por Juan Bueno.

En su opinión, el partido está “muy centrado, a veces ensimismado, en las necesidades de acción política de sus dirigentes”, y entre otras cosas, critican la falta de democracia interna, el incumplimiento de los estatutos, la excesiva centralización, la censura de la crítica e, incluso, la deslealtad hacia el presidente del partido en Andalucía, Juan Manuel Moreno.

Pese a que los integrantes de este grupo no se identifican todavía, es conocido que la exsecretaria general, Virginia Pérez, ya se ha postulado para optar a disputarle el puesto a Juan Bueno, quien propició su caída el pasado verano. Contaría con el aval de Juan Manuel Moreno, si bien la dirección regional quiere mantenerse “neutral” en estos procesos. Y también con el de Javier Arenas, quien tiene en este escenario su particular duelo con Dolores de Cospedal, quien a su vez estaría con el ministro Juan Ignacio Zoido y su hombre de confianza en Sevilla, Juan Bueno. Éstos son, esquemáticamente, los dos grandes bandos.

De momento, los críticos han dado el primer paso y en su escrito apuntan que el PP de Sevilla “no ha sabido aprovechar los ciclos de bonanza electoral, acompañados de responsabilidades de gobierno local, para robustecer las estructuras orgánicas en los municipios y, a su vez, contribuir a la consolidación de una organización más potente”. También que “no ha existido análisis crítico en los últimos años y, por tanto, no se han adoptado las medidas adecuadas ante las situaciones adversas que se han ido presentando, algunas de ellas con carácter crónico y recurrente”.

En paralelo, no ocultan su pesar porque las reuniones de los órganos de dirección, por ejemplo, “en muchas ocasiones dan más la impresión de ser una puesta en escena ante los medios de comunicación”. Es más, han denunciado que “en alguna ocasión, incluso, se ha llegado a comunicar a la opinión pública acuerdos nunca incluidos en el orden del día ni sometidos a consideración” de la ejecutiva, “supuestamente aprobados por un órgano sin competencias para ello”. Y apuntan directamente a Juan Bueno, sin nombrarlo: “Los intereses de un órgano unipersonal nunca deben prevalecer sobre las atribuciones de otro colegiado”.

Esta situación la hacen extensible a otros órganos, como el Consejo de Alcaldes, la Unión Intermunicipal del PP de Sevilla, su comité territorial o su consejo asesor, e incluso el Instituto de Formación Alberto Jiménez Becerril, “todos bajo la dependencia directa” del presidente provincial y que se reúnen con la periodicidad establecida, o no reciben el impulso para un funcionamiento adecuado o no dan los frutos esperados por la vacuidad de su contenido“.

Por otro lado, hacen alusión a la falta de compromiso del PP de Sevilla con Juan Manuel Moreno, lo que tampoco es un secreto, habida cuenta de que la apuesta de la dirección de esta agrupación para liderar el partido en Andalucía no era él, sino el alcalde de Tomares, José Luis Sanz. De este modo, expresan que una victoria del PP en la comunidad autónoma sólo es posible si la organización en Sevilla “sabe poner sus recursos unificados y optimizados” al servicio del proyecto político regional, “sin reservas personales, con lealtad y con sentido de responsabilidad colectiva”.

Finalmente, en su escrito también reconocen la necesidad de hacer autocrítica por la “realidad incuestionable” de no haberse ganado la confianza de la mayoría de la ciudadanía en las urnas y entre otras cosas reconocen que la percepción que ésta tiene de sus orígenes se acerca más, “desgraciadamente”, a lo que sus “adversarios” quieren que se piense de ellos.

Su propuesta de organización parte de la necesidad de una renovación y de una profundización democrática tras un análisis de debilidades y carencias detectadas en el funcionamiento. Lo que persiguen es “un partido en el que la democracia interna parta del fomento y el respeto al espíritu crítico, donde la transparencia constituya un valor irrenunciable, donde los órganos colegiados favorezcan la toma de decisiones colectivas y donde exista una verdadera descentralización de competencias y capacidades”.

Décalogo

Su decálogo aboga por, en sus primeros cinco puntos, construir un partido “unido con mentalidad ganadora”; capaz de consolidar sus estructuras locales; que esto sirva a su vez para la consolidación a nivel provincial, regional y nacional; donde el acceso a los cargos orgánicos e institucionales se inspire en los principios del esfuerzo, la libre competencia, el mérito, la capacidad y el rendimiento, y con capacidad de decisión de los militantes; y donde la crítica se considere una “herramienta de cambio y mejora”.

Los otros cinco puntos hacen referencia a la apuesta por que se afronten los procesos electorales internos con naturalidad democrática; que se fortalezcan los órganos y se cumplan los estatutos; con la descentralización como ejemplo de confianza en las estructuras locales, comarcales y de distrito; que se tenga a los más de 20.000 militantes como centro de la acción política; y, en definitiva, quieren convertirse en un partido de todos los ciudadanos.

Por último, desde este grupo insisten, como parte de su apuesta por favorecer la pluralidad, que “es necesario quitar hierro a la existencia de más de una candidatura a un congreso o procedimiento interno”, para lo que ven urgente iniciar un “cambio de mentalidad” en la organización “dirigido a la normalización de la discrepancia”.