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Sevilla y el calor, un asunto sin resolver

La ciudad de Sevilla vuelve a enfrentarse a un problema que le persigue cada año conforme se acerca el verano: las altas temperaturas. Es una circunstancia que se repite sin falta, y la ciudadanía hispalense reclama mejoras y medidas ante un verano que promete romper los termómetros después de los dos últimos más cálidos de los últimos cincuenta años, según la Agencia Española de la Metereología.

La última polémica al respecto tiene nombre de paseo. La inauguración del Paseo Marqués de Contadero este pasado mayo, al margen derecho del Guadalquivir, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la ciudadanía respecto al urbanismo municipal y las altas temperaturas. El proyecto, herencia de la pasada legislatura, tendrá un centro de recepción de turistas, un espacio dedicado a la tapa y otro, al flamenco. Sin embargo, el revuelo ciudadano no ha llegado por el uso del edificio sino por su construcción, basada en su mayoría en materiales como el hormigón y sin sombra alguna. 

El debate sobre el calor y la climatización en la ciudad está encima de la mesa, y numerosos colectivos ciudadanos e instituciones han criticado no solo la edificación de Marqués de Contadero, sino una línea en el urbanismo sevillano que no ofrece sombras y medidas en contra de unas temperaturas que superan ampliamente los treinta grados en el periodo estival. Lo que era calificado en 2015 como “un nuevo atractivo por el que Sevilla se consolidará como uno de los grandes destinos turísticos del sur de Europa” en palabras del entonces alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, ahora tras su inauguración se ha convertido en un foco de polémica.

Con todo el revuelo generado por esta situación, el pasado 31 de abril los grupos municipales en el Ayuntamiento de Sevilla aprobaban por unanimidad una propuesta del colectivo Red Sevilla por el Clima para hacer de la ciudad Capital Verde Europea en el año 2019. Junto a esta distinción, que colocaría a Sevilla en la vanguardia respecto a cultura ecológica y respeto al medio ambiente, el Pleno Municipal también aprobó un “sello climático” por el que todas las obras públicas llevadas a cabo en la capital estarían bajo el visto bueno de una comisión creada para la candidatura y un decálogo de medidas en favor del clima, tales como la apuesta por energías renovables o las zonas verdes en azoteas y espacios públicos . Casi dos meses después, Francisco Oñate, vicepresidente de la Red Sevilla por el Clima, indica que están “estupefactos al ver que las nuevas obras no atienden ni siquiera las resoluciones del Pleno”. 

Oñate, biólogo de profesión, recalca que Marqués de Contadero “puede ser para una ciudad nórdica, pero aquí en Sevilla es lamentable”, al mismo tiempo que  apunta que “estaban trabajando para que el Ayuntamiento recapacite y adecue lo mejor posible la zona”. Su asociación es buen ejemplo de una preocupación ciudadana sobre el clima y el cambio climático en una Sevilla de “seis meses de verano prácticamente” y que “desde los años 80 se ha olvidado de la sombra en los barrios”, actuándose en la arquitectura municipal “de la misma manera que se actuaba en los años 40 o 50”. Desde la asociación se pide encarecidamente “revegetalizar la ciudad”, frente a las construcciones actuales tan denunciadas por el colectivo.

Esteban de Manuel, profesor de Arquitectura en la Universidad de Sevilla y co-portavoz de EQUO en Sevilla, denuncia que “durante años la arquitectura ha pensado más en la foto, en la estética, donde estorban los árboles”. El portavoz nos atiende en una marcha de su formación en el Paseo Marqués de Contadero, donde junto a sombrillas y parasoles recalca que “nadie sensato va a traer a sus hijos a jugar y pasear por este espacio”.

Precisamente los barrios es otra de las grandes preocupaciones de diversos colectivos preocupados por el clima veraniego en la capital hispalense. Raquel Rico, expresidenta de la asociación Sevilla Abierta, explica que es una tendencia que desde los años setenta se haya apostado por núcleos urbanos de grandes avenidas y poca capacidad arbórea, con lo que el impacto del calor es mayor. Destaca que “al mismo tiempo que la ciudad antigua se formo de calles estrechas y edificios que se sombreaban unos a otros, la ciudad actual no se ha previsto de esto”, defendiendo sobre todo al sevillano frente al turista, el que el calor “lo vive realmente, y sobre todo tres meses en verano y no un par de días o una semana”.

Sobre este asunto, Esteban de Manuel resalta que en la capital hay zonas preparadas históricamente para el calor, como el casco histórico, de “calles estrechas, con patios o abierta la calle con zaguanes para favorecer la corriente cruzada”. Frente a esto, resalta “cientos de plazas duras, como el Paseo Marqués de Contadero, inaugurado justo ahora que el Ayuntamiento quiere hacer de Sevilla un ejemplo de ciudad verde”.

El legado del 92, un buen espejo

El 25 aniversario de la Exposición Universal de Sevilla ha puesto sobre la mesa una iniciativa que marcó un antes y un después en lo que a cultura bioclimática y alivio del calor se refiere, llegando a rebajar hasta cinco grados las temperaturas de una Isla de la Cartuja que hizo del río y del agua sus mejores aliados. 

25 años después, Sevilla sigue sufriendo con el calor, y sin embargo el legado de la Expo en cuanto al clima no se ha visto mucho por las calles hispalenses. En palabras de Manuel Fernández, vicepresidente de la organización Sevilla se Mueve y miembro de Legado Expo, “Sevilla no tiene que aprender de Expo’92, ya sabe lo que hay que hacer”. Define la acción municipal al respecto como una actitud “de que estamos más lamiéndonos las heridas que poniendo en práctica algo que ya sabemos”. Fernández no es el único que defiende poner en práctica medidas que tanto éxito tuvieron durante seis meses en tierras andaluzas. Raquel Rico apunta que deben ser “principios rectores para la Sevilla actual”, ya que es un legado de “abandono intolerable y en beneficio de todos”. 

Pérgolas, vegetación, orientación de pabellones, agua en suspensión o trabajar un entorno teniendo cuenta al río son algunas de las medidas que hicieron de la Isla de la Cartuja un terreno referente en una época compleja para la ciudad respecto al clima como son primavera y verano. Esteban de Manuel recalca que “el reto nuestro era recibir al mundo en pleno verano y demostrar que se podía pasear en Sevilla en pleno agosto, y lo conseguimos con verde y agua”. Frente a ese gran reto que cumple 25 años, el portavoz de EQUO piensa que desde 1992 “no se ha avanzado nada, resultando curioso que enseñamos mucho al mundo y luego estuvimos de brazos cruzados”. Pese a esto, solo el hablar y recordar la muestra universal trae un halo de positivismo para recuperar su legado. “Somos capaces de hacer de la ciudad una ciudad referente en lo climático según esos principios”, indica Oñate.

2019, a dos años vista

Con todo este panorama, Sevilla y su corporación municipal tiene la vista puesta en llegar a ser Capital Verde Europea en el futuro. En una carrera hacia el premio en 2019, donde compite con ciudades como Estrasburgo, Lisboa o Florencia, la capital hispalense se suma a una iniciativa nacida desde la ciudadanía y que requiere un proceso de gran calado para alcanzar un premio para el que luchan otras trece capitales europeas.

Manuel Fernández cuenta que “a una cosa tan lógica no se le pueden cortar las alas”, pero que “hay que ser consciente con uno mismo” a vista de obras como las de Marqués de Contadero. Desde la plataforma Sevilla por el Clima, encargada de llevar la iniciativa para ser Ciudad Verde Europea al Ayuntamiento, esperan que la candidatura pueda hacer de lo verde “una marca más de la ciudad”, de la que “agentes económicos, políticos y sociales tienen que apostar porque puede ser un identificador nuevo de la ciudad referente a corto plazo”.

Pese a que muchas de las asociaciones ciudadanas consultadas consideran que la candidatura puede ser el inicio de algo positivo para la cultura verde en la ciudad, Esteban de Manuel alerta de que “tenemos que saber los sevillanos y sevillanas que estamos muy lejos, y que competimos con ciudades que nos llevan años de ventaja”. En un panorama con ciudades que pretenden decir no a los coches como Oslo, o que son ejemplos en lo arbóreo como Estrasburgo, el portavoz sí recalca que Sevilla “sí puede aspirar a que una ciudad del sur, del mediterráneo, que ha tenido tradición respecto al trato al clima recupere sus principios históricos”

De esta manera, la ciudad de Sevilla se encamina de nuevo a un verano de altas temperaturas con un reto medioambiental a corto plazo como el de luchar por ser Capital Verde Europea. Tras edificaciones como la del Paseo Marqués de Contadero, le espera un par de años a la corporación municipal sevillana en pos de ser verde, satisfacer las necesidades ciudadanas y volver a ser ejemplo bioclimático 25 años después de serlo con la Isla de la Cartuja. Se abre la vía a un futuro verde y sostenible en la capital hispalense.