- En 2001 el entonces edil de Tráfico Blas Ballesteros impuso los turnos rotatorios, avalados por el TSJA y una aplastante mayoría en un referéndum entre los profesionales, pero su propio equipo de gobierno terminó eliminándolos
La llegada a Sevilla de nuevas fórmulas de transporte de viajeros como Cabiby, y de manera más testimonial Uber, ha desenterrado uno de los conflictos que la ciudad nunca ha resuelto definitivamente: el del taxi del aeropuerto San Pablo, donde la tensión, cuando no las broncas, entre conductores en la parada no son raras. No en vano, en las dos últimas décadas hay un historial de denuncias por agresiones y sabotajes a vehículos, retiradas de licencias, enfrentamientos con la policía, paros e incluso episodios de apedreamiento del autobús de línea que cubre el trayecto desde el casco urbano hasta el aeródromo.
El equipo de gobierno liderado por Juan Espadas (PSOE), presionado por las asociaciones de taxistas, el resto de grupo municipales y colectivos como Sevillasemueve, Facua o Iniciativa Sevilla Abierta, media para encontrar una solución pero de momento se conforma con taponar la nueva disputa que ha surgido -la de la competencia de otras fórmulas de transporte de viajeros- sin entrar en una regulación que ordene la prestación como en el resto de aeropuertos del país. Sencillamente porque la única vez que se intentó fue la guerra.
De este modo, el problema que históricamente ha empañado este servicio público, más allá de puntuales denuncias por cobros abusivos como en cualquier ciudad, es el del supuesto monopolio que un grupo de taxistas sobre la parada, sujeta a una tarifa única con un precio hasta el casco urbano de 22,2 o 24,75 euros según hora y día y a lo que hay que sumar suplementos, por ejemplo por equipaje. El resultado es una situación que puede perjudicar a los usuarios y a la imagen de la ciudad, pero también a todos los profesionales de este servicio público.
Los posicionamientos del gremio
Conviene saber que en la ciudad hay tres asociaciones del gremio: Unión Sevillana del Taxi y Solidaridad del Taxi, que son las más representativas y las dos únicas que se sientan en el Instituto del Taxi con el Ayuntamiento de Sevilla, y Foro Taxi Libre. Fernando Morales, que es el presidente de Unión Sevillana del Taxi insta a huir del “circo que se ha montado” y a debatir en el seno del Instituto del Taxi, “donde también están todos los partidos, sindicatos, asociaciones de consumidores...”. En su opinión, el problema del intrusismo es el que hay que abordar y no es exclusivo del aeropuerto, sino que se extiende a otras paradas estratégicas: hospitales, estaciones de tren y autobús...
Sobre la pugna en el aeropuerto, expone: “Si hay un compañero que tiene un comportamiento indebido, que actúe la policía. Y que se llegue a las últimas consecuencias, porque lo que no vale es dejar que los expedientes se duerman”. Insiste en que “esto tiene que pasar a la historia” y que “si alguien se siente coaccionado, que lo denuncie: queremos trabajar con tranquilidad y seguir ofreciendo un servicio público de excelencia”. ¿Es la solución implantar turnos rotatorios? No se cierra a que se negocie en el futuro, pero remarca: “Eso no garantiza nada, si primero no hay tranquilidad. Ponerlo de hoy para mañana sería un fracaso total”.
Desde la mayoritaria entre los taxistas habituales del aeropuerto, Solidaridad del Taxi, una asociación que incluso tiene su sede junto a la parada, habla también su presidente, Enrique Filgueras. Cuando se le pregunta si es verdad que un grupo de taxistas controla la parada y el resto no se atreven a esperar viajeros en el lugar, contesta jocoso: “Yo llevo meses haciendo un llamamiento: que venga el que quiera, que venga todo cristo, que hasta invito a un cafelito, a los primeros, claro, a todos no”.
Pero a continuación incide en las condiciones de trabajo en esta para que “no todo el mundo está dispuesto o puede permitirse, como llevarse tres horas esperando a que llegue un vuelo”. Es más, en su opinión, el problema no es ningún conflicto entre taxistas, sino el intrusismo que están sufriendo por parte de otros conductores. Por eso cree que el Ayuntamiento de Sevilla hace bien en centrarse en resolver este asunto y no escuchar propuestas que han vuelto a la actualidad, como la de establecer los turnos rotatorios como garantía de que todos tienen por regulación la misma posibilidad de explotar esta parada.
El papel de Juan Carlos Cabrera
Luego, se deshace en elogios hacia el concejal de Seguridad y Movilidad, Juan Carlos Cabrera, y su papel en el conflicto. En esta línea, expone que lo que reclaman es muy fácil: “Tenemos un marco normativo, que se llama ordenanza, y ellos [los otros vehículos con conductor] un reglamento, y queremos que lo hagan cumplir”. Y, por si quedan dudas de la buena voluntad de la asociación que representa, concluye: “No todos los casos son prácticas ilegales y la competencia legítima nos parece perfecta”.
En el extremo contrario, la asociación Foro Taxi Libre, minoritaria en el gremio. Su presidente, Juan Marín Caparrós, convocó la pasada semana una asamblea donde hubo un centenar de taxistas y tres furgones de policía, lo que da idea de la tensión que se vive en el sector. Él comparte la preocupación por posible intrusismo, pero recuerda que el problema del aeropuerto viene de mucho antes.
“Un grupo de taxistas ha sembrado una situación de pánico y el Ayuntamiento de Sevilla hace dejadez de funciones”, comenta tras años en esta lucha en la que no tira la toalla “por principios”. Su modelo son los turnos rotatorios de otros aeropuertos, y pone el ejemplo de Málaga. Pero entiende que en Sevilla “no hay voluntad política para ello y sí mucho miedo”.
Esta reflexión no es exclusiva de una parte del gremio. También se ha extendido a los políticos. Uno de los más duros con la gestión del Ayuntamiento de Sevilla es el portavoz municipal de C's, Javier Millán, para quien el equipo de gobierno “se pliega a la coacción y la violencia” y “cede a las presiones de quienes se manifiestan dubitativos y no condenan las agresiones que se vienen produciendo en el aeropuerto de Sevilla”. En su opinión, el PSOE “se tapa los ojos ante un monopolio privilegiado desde hace años por la inacción de distintos alcaldes y que [...] está perjudicando al turismo y a la imagen de la ciudad en una de sus principales puertas de entrada”. Huye de que la cuestión se centre en el intrusismo y no en lo grave: “La violencia, las estafas y que todos los taxistas van a seguir sin poder trabajar libremente en el aeropuerto”.
Y también está calando en otros colectivos, como en la citada asociación Sevillasemueve, para la que es “decepcionante” la postura del Ayuntamiento de Sevilla por “omitir el histórico problema del monopolio en el aeropuerto y defender la postura del sector más violento del taxi”. Por ello, han empezado una campaña de firmas en charge.org, todavía con poco impacto.
No son los únicos, el vicepresidente de Facua en Sevilla, Jordi Castilla, sostiene que “desde hace muchos años se viene haciendo dejación por parte de los distintos gobiernos locales”. En declaraciones recogidas por Europa Press, subraya: “Lo primero que hay que hacer es, de una vez por todas, controlar el servicio público para que se preste con total normalidad, tal como está estipulado. [...] Cuando entraba un taxista de otra asociación diferente a la que controla el aeropuerto, le pinchaban las ruedas y ahora está ocurriendo algo similar con quienes trabajan para las empresas de vehículos de alquiler con conductor”.
Esos turnos rotatorios que proponen, con férrea oposición de Solidaridad del Taxi, están avalados por una experiencia hace dos décadas en Sevilla, con el respaldo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) e incluso, por aplastante mayoría, de un referéndum que llegó a convocarse en el peor momento del conflicto y donde precisamente Unión Sevillana del Taxi era la que defendía la fórmula.
Sin embargo, incluso dentro el PSOE hay quienes entienden que Juan Carlos Cabrera “no quiera, como ninguno de sus recientes predecesores en los tres últimos mandatos, afrontar esta cuestión y haya limitado su papel a mediar con los nuevos competidores” que tienen los taxistas en el aeropuerto. Responsables municipales que han tenido antes algún papel en este conflicto sostienen que han sido objeto de seguimientos, pintadas en sus viviendas y otros fórmulas de acoso.
Nadie quiere hablar de ello con nombre y apellido, pero este periódico ha podido confirmar que el propio Juan Carlos Cabrera ha tenido que pintar de nuevo su fachada. El edil evita hacer declaraciones y se remite a una próxima nota de prensa del consistorio sobre las negociaciones.
Curiosamente, el que ahora es concejal de Seguridad y Movilidad estaba al frente del Instituto del Taxi cuando se impuso este sistema con Blas Ballesteros como edil de Tráfico. De hecho, fue el primer director del Instituto del Taxi, creado en 1999 para regular el servicio público con la participación del sector.
Los nuevos competidores generan otro problema
El último pulso ha surgido con el desembarco en Sevilla hace unos meses de la empresa de transporte concertado Cabify, con una flota de 15 vehículos. Funcionan como vehículos de alquiler con conductor que son contratados por una aplicación de móvil en lugar de circular a la caza de viajeros y cuesta por kilometraje sin depender de horas o días. Los taxistas los acusan de competencia desleal mientras los recién llegados hablan de sabotajes y casos de violencia que han acabado en denuncias.
La representante de la empresa reconoce que “el sector del taxi siempre ha sido muy endogámico”, pero advierte de que tendrá que convivir con las nuevas fórmulas: “Cabify va a seguir en Sevilla”. Lo dice su responsable de Marketing en Sevilla, Jessica Alcalde, quien defiende que es un “modelo de negocio regulado y una opción más en materia de movilidad”.
Con este panorama y después de varios incidentes serios, que han dejado entre los recién aterrizados en San Pablo una primera impresión deplorable de la ciudad, el Ayuntamiento de Sevilla se ha visto obligado a incrementar la dotación del Servicio Especial de Transporte e Intrusismo (SETI), de manera que desde el pasado jueves son 20 los policías locales para “combatir el intrusismo, las conductas irregulares y los cobros abusivos”. En breve se incrementarán a 24, con el aeropuerto y la estación de trenes de Santa Justa como principales puntos de control.
Ha sido un primer compromiso de la reunión celebrada entre los representantes de Unión Sevillana del Taxi y Solidaridad del Taxi y la empresa de vehículos de transporte concertado Cabify con Juan Carlos Cabrera. El alcalde valoraba el encuentro como muy positivo e instaba a “pasar de una situación conflictiva a una situación de trabajo”. Los taxistas están a la expectativa para ver cómo funciona en un contexto en el que las nuevas fórmulas con las que compiten generan mucha incertidumbre en un sector ya de por sí sujeto a unas duras reglas.