Más de un tercio de los adolescentes entre 15 y 19 años (35%) no habla con nadie sobre lo que hace en internet y el 44% no recibió ninguna recomendación por parte de su entorno –amigos, familia o profesores– sobre cómo mejorar la seguridad o comportarse en este medio. Los datos se extraen de una investigación de FAD Juventud basada en 1.500 encuestas online a jóvenes entre 15 y 29 años que cuentan sus experiencias y percepciones sobre los riesgos asociados al uso de las Tecnologías de la Información (TIC).
El trabajo concluye que los chicos y chicas conocen los riesgos del uso de internet, aunque no siempre buscan ayuda entre sus mayores, “lo que plantea desafíos en términos de orientación y apoyo”. “Paliar este déficit de información debería ser nuestra prioridad. Y es una responsabilidad compartida entre las familias, docentes, plataformas tecnológicas, administraciones, instituciones, creadores de contenido… Es un desafío complejo, pero no podemos conformarnos con soluciones simplistas”, ha asegurado Beatriz Martín Padura, directora general de FAD Juventud.
Que no pidan consejo o ayuda no significa que no estén preocupados. La mayoría de jóvenes entre 15 y 29 años –franja de edad que comprende el estudio–percibe internet como un medio positivo que les sirve para chatear (casi el 70% varias veces al día), ver vídeos online (55,3%), escuchar música (51,8%) y usar redes sociales (47,9%). “Nos dicen bien alto que entraña beneficios. Y son cosas tan necesarias como chatear con amigos, divertirse o informarse”, apunta Martín Padura.
Sin embargo, también están de acuerdo en que internet ha hecho que las relaciones sociales sean más superficiales, provoca que sea más difícil concentrarse para estudiar o trabajar o te aísla más. Casi la mitad de los jóvenes tienen la sensación de haber pasado demasiado tiempo en internet y en redes sociales en el último año (48%) con mucha frecuencia.
La difusión de fotos, lo que más les preocupa
Si se pone el foco en los riesgos percibidos, a los más jóvenes, hasta 19 años, lo que más les preocupa es que se difundan vídeos y fotos suyas sin su permiso (38%), seguido de ser objetos de estafas, timos o fraudes (32,7%). Uno de cada cuatro tiene miedo de sufrir mensajes de odio, acoso sexual online que haya información sobre sí mismos en internet que “perjudique su futuro”.
El estudio pregunta a adolescentes y jóvenes qué cosas les han pasado en el medio digital, más allá de sus preocupaciones. Las diferencias en cuanto al género son muy destacables: las mujeres de 15 a 29 años sufren en mayor medida situaciones como la de recibir contenido de carácter sexual sin consentimiento (46,2%, frente al 35% para los hombres); cuatro de cada diez chicas, además, evita subir contenidos por miedo al insulto o el acoso y la mitad, dos de cada diez, han bloqueado perfiles por este motivo.
En la franja de más jóvenes, el estudio revela que casi tres cada diez han sufrido cómo se publicaba información o contenido personal sin su consentimiento o han sido chantajeados para enviar enviar contenido propio de carácter sexual (23,6%).
Es un asunto que copa la conversación social y política: el desafío de proteger a la infancia y la adolescencia frente a los posibles riesgos que entraña internet. El Gobierno ha anunciado un plan integral formado por una ley para blindar a los menores contra el acceso –muchas veces accidental–a contenidos pornográficos; una estrategia multidisciplinar con varios ministerios y un grupo de expertos, además de una herramienta de verificación de edad para cortar el paso a contenidos lesivos
La autoestima y los retoques
Otra pata del análisis es la identidad digital, cómo los jóvenes se muestran en internet. Tres de cada diez ve importante para su autoestima obtener reacciones positivas (algo más proporción de mujeres que de hombres) y al mismo tiempo les preocupa obtener reacciones negativas por su aspecto físico (35,2 % mujeres frente al 23,9% de hombres).
Además, cerca de la mitad de los jóvenes retoca con alguna frecuencia las fotos que sube a redes sociales: 24,3 % a veces y el 20,2 % con bastante o mucha frecuencia. No obstante, se hace más cuanto mayor es la edad. “Estamos ante un cambio de paradigma en el que la idea de intimidad es pública”, ha señalado uno de los investigadores de la organización, Alejandro Gómez.