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El ingenio español esquiva la falta de recursos para integrar el ejercicio físico en las consultas médicas

motivación deporte

Esther Samper

Si Suecia es una referencia mundial en la prescripción de ejercicio físico –al conseguir establecer la actividad física como parte de la rutina de los pacientes– España sigue bastante por detrás. Aunque existen diferentes proyectos para recetar deporte desde las consultas médicas, la falta de recursos –tanto económicos como de tiempo y conocimientos de los profesionales médicos– dificultan la implantación de estas actividades. Sin embargo, entre los proyectos que han surgido en diferentes lugares del país se muestra que el ingenio puede ser un remedio frente a las limitaciones.

Raquel Blasco, especialista en Medicina Interna y experta en Medicina del Deporte que ejerce en el Centro Regional de Medicina Deportiva de la Junta de Castilla y León, forma parte del programa de prescripción de ejercicio físico para pacientes con enfermedades crónicas que surge en 2015 en la Sanidad de Castilla y León (Sacyl). Los pacientes que reciben esta atención sanitaria especial tienen condiciones de salud muy diferentes. El equipo de la doctora Blasco ofrece cada tres o cuatro meses talleres prácticos a médicos y enfermeras de Atención Primaria para que aprendan a recetar ejercicio físico de forma personalizada y también a hacer seguimiento, teniendo en cuenta las importantes restricciones que se encuentran en la consulta.

Uno de los pasos imprescindibles para la receta de ejercicio físico es la evaluación de la condición física de la persona. Para personalizar la receta de ejercicio físico es necesario conocer tanto la historia clínica como la fuerza muscular y la resistencia del paciente. Sin embargo, la realización de tests como las pruebas de esfuerzo, que requieren electrocardiografía, bicicletas estáticas o cintas de correr y otros aparatos, es impracticable para todos los pacientes, pues su coste resulta inasumible para nuestro sistema de salud. ¿Cómo evaluar entonces la condición física del paciente con un equipamiento asequible?

La solución  propuesta por el equipo de Blasco, que enseñan a los médicos de Atención Primaria, es recurrir a un dinamómetro de mano (cuyo coste ronda los 35 euros) para evaluar la fuerza de prensión. Por otra parte, el estudio de la resistencia, a través del test de esfuerzo aeróbico máximo durante seis minutos, se realiza en un pasillo de 30 metros marcados con conos de tráfico para indicar cuándo dar la vuelta. Al paciente se le coloca un pulsioxímetro (que pueden conseguirse por menos de 20 o 30 euros) para ver la oxigenación en sangre de la persona durante esta prueba. Con este enfoque se consigue una evaluación muy asequible y válida de la condición física del individuo, a partir de la cual se puede prescribir ejercicio físico personalizado durante un tiempo mínimo de 12 semanas.

Esta prescripción de ejercicio físico combina tanto el trabajo de fuerza como el trabajo de resistencia y se adaptan parámetros como la frecuencia, la intensidad o los intervalos entre carga de trabajo según la condición física del paciente y a su enfermedad.

El seguimiento es la clave del éxito

Los mejores resultados se observan cuando se realiza entrenamiento de intervalos de mediana y alta intensidad junto con entrenamiento de pequeños grupos musculares a alta intensidad. Además, como cualquier otro tratamiento, se hace un seguimiento para reevaluar la condición física de la persona y ajustar la actividad física pautada. Este paso es imprescindible, ya que se ha observado que el seguimiento es esencial para que el paciente se involucre en el programa. Además de la prescripción, también se comparten vídeos online a los pacientes para guiarlos a la hora de practicar ejercicio físico.

A pesar de las claras indicaciones de la receta de ejercicio físico, no todos los pacientes tienen los recursos para poder permitirse un gimnasio donde realizar los entrenamientos. En estos casos los médicos de esta iniciativa aconsejan soluciones adaptadas, mucho más baratas. Por ejemplo, es posible realizar los entrenamientos de fuerza con botellas con agua y bandas elásticas en casa en sustitución de las pesas. Para el entrenamiento de resistencia es suficiente con salir a un parque u otro recinto por el que poder correr.

Con estas directrices y un correcto cumplimiento, los pacientes experimentan grandes mejoras en su condición física y su bienestar mental. Especialmente notables son las mejoras en pacientes obesos, pacientes que han pasado por un cáncer y personas ancianas con una masa muscular muy pobre.

En este sentido, Blasco recuerda dos casos especialmente llamativos por su excelente evolución: “Un paciente obeso, con un índice de masa corporal superior a 42, enfermedad de base y otros problemas de salud asociados, llegó a nuestro programa de ejercicio físico como último recurso. Empezó con un entrenamiento de 9 sesiones semanales, combinando entrenamiento de fuerza, aeróbico e intervalos de media y alta intensidad junto con una dieta normocalórica, ligeramente hiperproteica.

Con este programa el paciente perdió alrededor de 30 kilos en los primeros tres meses. Al medio año, desarrolló considerable fuerza y masa muscular. Lo más espectacular fue la mejora en los parámetros metabólicos como los niveles de colesterol y lípidos, de hemoglobina glicosilada (un indicador de diabetes) lo que permitió retirar medicación. Además, todos sus parámetros de condición física se duplicaron e incluso triplicaron. El paciente estaba contentísimo“.

La doctora Blasco también recuerda las grandes mejoras de otra paciente: “Una mujer de mediana edad, corredora habitual que había sido diagnosticada y tratada de cáncer de mama. El tratamiento por el cáncer le había causado una gran fatiga que le impedía hacer su ejercicio físico habitual. Lo que hicimos fue ajustarle la dieta a sus necesidades y se le instruyó en un programa de potenciación de la fuerza, lo que le ayudó a recuperar la resistencia que había perdido. La prescripción del ejercicio físico fue muy personalizada, retirando al principio el entrenamiento de resistencia y aumentando progresivamente el entrenamiento de fuerza. Tras seis meses de este programa ha mejorado considerablemente su fuerza y diferentes parámetros metabólicos que evitan su fatiga previa”.

En un país donde el 25% de personas tiene obesidad o sobrepeso, son programas de ejercicio físico como los anteriores los que pueden suponer un ahorro considerable para la sanidad. Aun con recursos limitados, el ingenio se abre paso para demostrar que los beneficios de una prescripción de ejercicio físico personalizado son claros y que estos programas no son un gasto, sino una inversión a largo plazo.

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