Misma enseñanza, nueva metodología

Las aulas educativas han sido reemplazadas por plataformas virtuales y grupos de WhatsApp. Pero, ¿todas las familias pueden estar al tanto? Hay hogares sin internet. ¿Y la corresponsabilidad de docentes, padres y alumnos se mantendrá? Una directora, Pepa García Álvarez, una de tantas en esta situación, responde y lo hace desde un centro tan vacío que impacta.

Es el Vilas Alborada, enclavado en Compostela y dedicado a la formación de los pequeños en los ámbitos cognitivo y afectivo, pues pretenden fomentar el saber razonar, investigar, pensar, dialogar, expresar emociones y opiniones, escuchar y mostrar tolerancia en todos los aspectos que la palabra encierra, como ella misma detalla.

Aprender todo ello dentro y fuera de la escuela, sobre todo por lo segundo, cobra hoy más sentido que nunca, debido al cierre motivado por las restricciones adoptadas ante una emergencia sanitaria del calado de la presente, generada por la pandemia del COVID-19.

Al principio hubo cierto “desconcierto” para todos, admite en una conversación con Efe, pues tocaba reorganizar para poder avanzar en la programación ya diseñada.

Después, empezaron a tomar todo el espacio los “recursos” que han ofrecido las editoriales y, siempre a la par, la tecnología, que es clave.

“Se abren muchos caminos para aprender, al final”, sostiene, y así, añade, han ido consiguiendo que el curso siga para todos y que el caos no se adueñase de la situación.

“Hubo mucho que paliar”, no solamente en Galicia, claro. Algunos padres en España se han quejado de que hay demasiada carga lectiva en un momento en el que los niños sufren, a la vez, estrés, por una situación desconocida para ellos y casi que para todos. Es por eso que el Ministerio de Educación ya ha intervenido para que se moderen las tareas.

Pepa atribuye lo sucedido a esa “dificultad” sobre todo de los inicios. Ellos ya atemperan desde un comienzo y la mensajería, el correo electrónico y el teléfono, muy útil en los casos en los que no haya red, son herramientas a las que recurren para intentar “facilitar las cosas”.

Confía esta directora en la corresponsabilidad de docentes, padres y alumnos; también en que se mantenga. “Se ha abierto un camino. Se han abierto varios, porque hemos visto que se puede aprender de esta manera. No hay nada presencial, pero todo es a la vez cercano y flexible. Muy novedoso, pero muy positivo”, cuenta.

Por eso ha entendido tan bien una iniciativa nacida en las redes sociales en la que pedían un aplauso, asimismo, para los niños que están, con sus familias, confinados en sus domicilios y avanzando en sus estudios.

Pepa se dirige igualmente a ellos y a sus tutores: “Decir a las familias y a nuestros alumnos que nos vemos muy pronto. Y que, mientras tanto, nos quedemos en casa”.

Cuando vuelvan a ocupar sus sillas y mesas, les enseñarán que el conocimiento y el cumplimiento de las normas, así como el esfuerzo, deben permanecer por siempre en sus vidas.

“Deseamos que el camino, tiempo y experiencias que compartamos en el centro queden más tarde, en el recuerdo, como una etapa felizmente vivida. Es la importancia de estar presentes en un marco afectivo, cercano, comprensivo y cariñoso”.

Mensaje del Alborada, nombre que, no en vano, alude al período que transcurre desde que empieza a aparecer en el horizonte la luz del día hasta que sale el sol. Que saldrá.

Ana Martínez