“Podéis matar a hombres, a mujeres, a niños como el mío que todavía no han nacido. ¿Pero, y las ideas? ¿Con qué balas mataréis las ideas?”. El imaginario colectivo atribuye esta frase a la activista Aurora Picornell, asesinada por el franquismo en la noche de reyes de 1937. Antes de abandonar la cárcel con los falangistas que la detuvieron, dicen que la joven se despidió de sus compañeras de celda, llevando con ella una bobina de hilo que prometió hacerles llegar si sobrevivía. Después de ser torturada, fue fusilada y enterrada en una fosa común. La bobina nunca regresó.
Caída en desgracia durante la dictadura, Picornell se ha convertido en democracia en un icono de la memoria histórica y del republicanismo, tanto que popularmente se le conoce como la Pasionaria de Mallorca. El auge de la figura de Picornell ha culminado con la instalación de un busto en su memoria en el barrio palmesano del que era vecina: El Molinar. Al acto, impulsado por el Ayuntamiento de Palma y el Consell de Mallorca en el marco de la iniciativa “Mallorca té nom de dona”, asistió la sobrina de Picornell, Catalina, cuyo padre también fue asesinado por el régimen.
Picornell fue un “personaje absolutamente transgresor”, una persona que consiguió desmontar “el rol tradicional de las mujeres” a principios del siglo XX, como comenta el historiador David Ginard Féron. Autor de Aurora Picornell: feminismo, comunismo y memoria republicana en el siglo XX (Comares, Granada 2018) y de Aurora Picornell (1912-1937). De la història al símbol (Documenta Balear, Palma 2016), Ginard es uno de los expertos más reconocidos en este ámbito. “Picornell es el icono perfecto: tenía un nombre emblemático, era una activista sumamente comprometida, se guardaban imágenes de ella y tuvo una muerte trágica siendo aún muy joven. Hasta hay camisetas de ella”, comenta a eldiario.es.
Nacida en 1912, Picornell destacó desde muy joven en una sociedad cerrada, católica y tradicional como la mallorquina. Ginard comenta que Picornell se movió en dos ámbitos novedosos para la mujer de la época: el laicismo –en 1930 pasó a formar parte de la Liga Laica de Mallorca– y el feminismo –en 1928 hizo el prólogo del libro La mujer, ¿es superior al hombre?, de la escritora Margarita Leclerc. Picornell dio importantes pasos en el feminismo de los años 30 y fue la primera en impulsar actividades por el día de la mujer en Baleares en 1934.
Tras la instauración de la Segunda República, Picornell se incorporó en el Partido Comunista de España y se convirtió en “la figura más importante del partido en la isla, a pesar de no ocupar formalmente en ningún momento la dirección efectiva”, afirma Ginard. Su capacidad de oratoria, unida a su empatía y movilización constante, la llevaron a dar el salto al mundo sindical: como se dedicaba al textil, al igual que gran parte de las mujeres mallorquinas, organizó el Sindicato de Sastrería de Mallorca.
La sastra Picornell adquirió una “enorme popularidad”, como recuerda Ginard. “Incluso, se dio el caso de alguna joven militante que escribió artículos en la prensa obrera proclamando que quería seguir su ejemplo”, recuerda el historiador. Por ello, no le sorprende que fuera una de las primeras personas en ser detenidas tras el golpe militar el 18 de julio de 1936. Mallorca estuvo, desde el principio, en la zona sublevada. Picornell fue llevada a la prisión provincial de Palma, mientras el régimen franquista tumbaba la República en la que la Pasionaria mallorquina profesaba.
Poco tiempo duró en prisión: en la noche de reyes del '37, del 5 al 6 de enero, el régimen la mató. Tenía 24 años. “Fueron unas circunstancias particularmente trágicas, la asesinaron junto a cuatro mujeres, una era una madre que estaba con sus dos hijas”, dice Ginard. Las cinco fueron asesinadas mediante la técnica de las “sacas de presos”: con una orden de liberación firmada por el gobernador civil, miembros de Falange sacaban a los prisioneros para “ponerlos en libertad”, aunque en realidad terminaban matándoles a sangre fría.
Picornell y sus cuatro compañeras fueron asesinadas en el cementerio de Porreres. El cuerpo de la sastra fue enterrado en la fosa común del Camposanto y sus restos no han sido localizados. Pero la tragedia en torno a la Pasionaria de Mallorca no terminó tras su asesinato: el franquismo también mató a su padre y a sus dos hermanos. Además, su marido, Heriberto Quiñones, al acabar la Guerra Civil, intentó organizar la resistencia en el Partido Comunista. Acabó detenido, torturado y asesinado.
Una vecina más de El Molinar
Picornell ha vuelto a ser noticia tras la instalación de un busto suyo en el barrio de El Molinar (Palma), gracias a la iniciativa “Mallorca té nom de dona”, del Consell Insular. “El objetivo es poner, en el espacio público, nombres de mujeres que han significado mucho para la isla”, explica Jesús Jurado, vicepresidente segundo y conseller. La familia dice que está “muy contenta de que se reconozca la figura de Aurora y de que se haya hecho al menos un poco de justicia”.
No es casualidad que Picornell sea una de las mujeres escogidas para feminizar el espacio público. “Ella ha experimentado un proceso de simbolización. La sociedad la ha convertido, mientras estaba viva y una vez muerta, en un icono”, comenta Ginard. El historiador menciona, incluso, todas las teorías que giran en torno a la sastra: por ejemplo, que uno de los asesinos se paseó por los bares de El Molinar con un sujetador de Picornell lleno de sangre. “Es parte de la cultura popular, aunque solo sea una de los 1.500 republicanos muertos en Mallorca”, concluye.