Zaragoza, 13 abr (EFE).- El director del Centro de Encefalopatías y Enfermedades Transmisibles Emergentes de la Universidad de Zaragoza, Juan José Badiola, considera que la calidad del aire es un problema “también del mañana”, dado que esta pandemia no va a acabar con la vacunación al haber “reservorios” del virus.
Así lo ha asegurado durante la reunión de la mesa técnica para trabajar de forma coordinada en la calidad del aire del Ayuntamiento de Zaragoza, consistorio que quiere ser pionero en impulsar medidas para mejorar la calidad del aire en sitios cerrados con el objetivo de reducir el riesgo de contagio de la covid-19 y en futuras pandemias.
Badiola ha reconocido que Zaragoza ha sido pionera a la hora de poner de manifiesto la importancia de la calidad del aire, pero ha defendido la necesidad de ir más allá de enunciados teóricos y dar pasos para garantizar un menor riesgo de infección en instituciones o locales privados.
También ha participado en la mesa el investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón Alberto Jiménez Schumacher.
“Somos lo que respiramos”, ha dicho el investigador, quien ha resaltado la importancia de la calidad del aire, sobre todo en espacios cerrados, aunque ha subrayado que no va a haber lugares libres de covid, sino zonas de menor riesgo.
En este sentido, el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón trabaja en un sello de calidad del aire que reconozca las medidas que redunden en la reducción del riesgo de contagio en los espacios compartidos.
El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, ha apostado por escuchar a la ciencia, a la Universidad, a los hosteleros y a las empresas, y ha considerado una “magnífica noticia” que Zaragoza se coloque a la vanguardia de las decisiones “más inteligentes” para combatir el virus.
El decano del Colegio de Ingenieros Industriales de Aragón y Rioja, Salvador Galve, ha criticado que, un año después de la llegada de la pandemia, las medidas tomadas se reducen a limitar la movilidad en base a los indicadores que salen de los hospitales.
Galve ha asegurado que se puede controlar y medir fácilmente la calidad del aire y que hay una relación directa entre la cantidad de CO2 con la cantidad de virus en el ambiente.