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Uno de cada tres españoles de entre 16 y 29 años busca empleo y no lo tiene. Casi la mitad se encuentra en esta situación desde hace al menos dos años. La proporción de jóvenes que no tiene oportunidad de trabajar ni estudiar (los llamados “ninis”) superó el 20% en 2014, con tasas de abandono escolar que doblan las de la Unión Europea. La ausencia de expectativas, estabilidad y seguridad supone para muchos retrasar la emancipación familiar o emigrar. Para casi uno de cada diez supone la pobreza y la posibilidad de quedar atrapado de por vida en un círculo vicioso de precariedad y bajas expectativas laborales.
Aunque los indicadores de vulnerabilidad y desempleo de los jóvenes españoles han estado tradicionalmente muy por encima de la media europea, la crisis ha abierto una brecha sin precedentes en nuestro país entre jóvenes y mayores. En la España de la recuperación macroeconómica, tener menos de 30 años constituye un obstáculo difícil de sortear. La magnitud de este problema establece el rasero de la respuesta pública, que tiene en el Sistema de Garantía Juvenil una de las principales herramientas para evitar la pobreza y la precariedad de los jóvenes. Después de más un año de experiencia, sin embargo, los expertos y los destinatarios del programa se muestran poco optimistas.
El plan de de choque contra el desempleo juvenil
El plan de de choque contra el desempleo juvenilEn febrero de 2013 el Consejo Europeo puso en marcha la Iniciativa de Empleo Juvenil, un programa para luchar contra la lacra que suponía tener un 30,1% de menores de 25 años en paro de larga duración y 7,5 millones de “ninis” de entre 15 y 24 años. Con una dotación de 6.000 millones de euros para el periodo entre 2014 y 2020, esta medida nacía con el objetivo de apoyar a través del programa de Garantía Juvenil a aquellas regiones en las que el paro de este grupo superase el 25% en 2012.
En diciembre de 2013 se aprobó el Plan de Implantación del Sistema de Garantía Juvenil en España con un objetivo principal: garantizar que todos los jóvenes menores de 25 años reciban una buena oferta de empleo, educación continua, formación de aprendiz o periodo de prácticas en un plazo de cuatro meses tras acabar la educación formal o quedar desempleados. A partir de julio de 2014, cualquier persona en edad comprendida entre los 16 y los 25 años que estuviese en situación de desempleo treinta días naturales anteriores a la fecha de presentación de la solicitud, que no hubiese recibido acciones educativas que conllevasen más de cuarenta horas mensuales en los noventa días naturales previos, ni acciones formativas de más de cuarenta horas mensuales en los último treinta días, podía inscribirse.
A pesar de que la Garantía Juvenil en España lleva poco más de un año de rodaje, las cifras de inscripciones resueltas de forma positiva son llamativamente bajas. Los primeros datos oficiales de los que se disponen, con fecha de 31 de diciembre de 2014, indican que había un total de 20.660 inscritos en toda España; mientras que a fecha de 30 de septiembre de 2015 (últimos datos hechos públicos) la suma total de jóvenes inscritos en todas las comunidades autónomas ascendía a 119.114 resoluciones positivas. Incluso considerando las condiciones que exige este sistema, el número de inscritos difícilmente responde a la envergadura del problema. El pasado mes de julio el Gobierno aprobó como medida urgente la ampliación de la edad de los potenciales beneficiarios del Sistema de Garantía Juvenil para mayores de 25 años y menores de 30.
El número total de solicitudes aprobadas supone un 8,5% de los casi 1,4 millones menores de 30 años que se encuentran hoy en situación de desempleo. “Las cifras actuales de inscripción son ridículas, teniendo en cuenta la magnitud del problema al que nos enfrentamos”, opina Borja Suárez, Profesor Titular de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad Autónoma de Madrid. “La Garantía Juvenil, tal y como ha sido diseñada en España, tiene un recorrido limitado e insuficiente”, recalca.
Las grietas del sistema
Los expertos consultados para este reportaje insisten en dos problemas fundamentales del Sistema de Garantía Juvenil. El primero es la instrumentalización del programa por parte de empleadores y centros con el objeto de acceder a las bonificaciones en la contratación de candidatos que hubiesen contratado igualmente. El segundo problema es el desconocimiento del programa entre los jóvenes.
Silvia García, de 23 años, y graduada en Bioquímica por la UCM, ha sido una de las miles de jóvenes que se han inscrito en el Sistema de Garantía Juvenil. Hace varios meses le llegaron varias ofertas de trabajo en las que buscaban a gente que estuviese dada de alta en la Garantía Juvenil. “Una de ellas eran becas para asistentes de investigación, no para doctorado, aunque los laboratorios públicos de investigación en hospitales o centros de investigación lo que querían eran, sobre todo, candidatos de doctorado”, explica Silvia, que en el momento en el que le aceptaron su inscripción en el fichero central de la Garantía Juvenil, acababa de volver de hacer un máster de Biología en París sobre el tema de las células madre. Aunque no cumplía el requisito de no haber recibido formación en los tres meses anteriores a la fecha de inscripción de la solicitud, desde el laboratorio que estaba interesado en su candidatura le “animaron” a que no indicase que había estado estudiando en el extranjero.
Muchos jóvenes como Silvia se inscriben en el Sistema Nacional de Garantía Juvenil porque se enteran, a través del boca a boca o por Internet, de ofertas de empleo que obligan a estar inscrito. Es el caso de Madi. Este camerunés de 22 años -lleva cuatro en España-, se enteró porque “se lo dijo un amigo”. Madi estudió hasta finalizar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y posteriormente hizo un curso de Informática. Ahora lleva un tiempo en desempleo y no está recibiendo ningún tipo de formación. Como “está complicado el mercado laboral” busca todo tipo de oportunidades y por ello acaba de solicitar la inscripción en la Garantía Juvenil.
El Centro Regional de Información y Documentación Juvenil de la Comunidad de Madrid es una de las oficinas donde ayudan a los jóvenes a inscribirse y a rellenar los formularios online, así como informan sobre aquellos cursos y empleos que están bajo el paraguas de la Garantía Juvenil. Hasta el momento, se han inscrito en esta oficina más de 700 beneficiarios. “Cuando empezamos a colaborar en el proyecto, los jóvenes acudían porque habían recibido ya una oferta de formación o de empleo ligada a estar inscritos en Garantía Juvenil”, recuerda Margarita Martín, una de las trabajadoras de la oficina. “De hecho, tuvimos un pico de entradas en el sistema coincidiendo con una convocatoria de empleo del CSIC y de muchos jóvenes a los que les habían citado para cursos de inglés”, añade. “Desde los Servicios Públicos de Empleo acogen o inscriben a las empresas interesadas en registrarse, lanzan sus ofertas de empleo y nosotros nos encargamos de coordinar los accesos”, explica Maribel Martínez, también empleada de este centro de información.
“Creemos que se está poniendo el foco, y de manera muy preocupante, en las bonificaciones. A corto plazo, es muy fácil crear bonificaciones a la contratación, pero lo cierto es que, al final, un empleador va a contratar a una persona porque lo necesita, por mucho que se lo pongas muy barato. Por lo tanto, es muy fácil que se esté dando una bonificación para un puesto de trabajo que se iba a crear”, opina Víctor Reloba, Vicepresidente del Consejo de la Juventud de España, a propósito de las bonificaciones a la contratación indefinida y mediante contratos formativos que introdujo el Gobierno actual para las empresas registradas en el portal del Sistema de Garantía Juvenil y que contraten a alguno de sus beneficiarios.
Por su parte, Marcel Jansen, Doctor en Economía por el Instituto Universitario Europeo de Florencia, incide en que el éxito de la Garantía Juvenil va unido al de los Servicios Públicos de Empleo (SEPE) y a “una reorganización interna, así como a la obligación de ofrecer itinerarios personalizados a los parados de larga duración”, un objetivo explícito del sistema de rescate a los jóvenes desempleados. El experto en macroeconomía y economía laboral asegura que los servicios que ofrece el SEPE “están anticuados, alejados del mercado, centrados únicamente en dar prestaciones”. Jansen menciona como alternativas interesantes el proyecto 'Actívate', de Google o el 'Generation', de Mackinsey, con los que las compañías promotoras han dado formación desde su inicio a más de 200.000 jóvenes. Las políticas activas de empleo, mientras tanto, han sufrido desde 2011 un recorte presupuestario de 3.000 millones de euros.
En todo caso, muchos no pueden comprobar la eficacia del sistema porque, sencillamente, desconocen su existencia. Desde su implantación, la Garantía Juvenil no ha tenido grandes campañas de comunicación y difusión entre la población joven desempleada. Este ha sido uno de los principales problemas y motivos por los que el Gobierno ha sido criticado por sindicatos y otros sectores de la sociedad ante el escaso impacto que viene teniendo la implantación del plan. Para tratar de dar respuesta a esta deficiencia, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social firmó un acuerdo de colaboración con el Instituto de la Juventud (Injuve) para que, desde el pasado mes de septiembre, cerca de 200 centros de información juvenil de toda España colaboren en su difusión y den soporte para solicitar la inscripción.
El Ministerio de Empleo y Seguridad Social fue consultado para la elaboración de este reportaje y declinó hacer comentarios.
Lo que sí está funcionando
La gestión de la implantación del Sistema de Garantía Juvenil corresponde a la Administración central y a las comunidades autónomas, así como a las entidades colaboradoras, públicas o privadas, del Programa Operativo de Empleo Juvenil.
“Lo que hacemos a nivel municipal y local no es lo mismo que a nivel regional. En las comunidades autónomas se preocupan de que la gente se inscriba en el fichero, ofertas de formación muy pocas. A medida que avanzas en las administraciones, es un monstruo”, comenta Joaquín Miranda, Jefe del Departamento de Orientación Laboral de la Agencia Local de Promoción Económica y Empleo del Ayuntamiento de Gijón. En 2014, la agencia que dirige Miranda fue uno de los proyectos piloto financiados por la Unión Europea para testar, sobre el terreno, el enfoque de la Garantía Juvenil. A día de hoy está financiado por las arcas municipales y no es requisito estar inscrito en el Sistema Nacional de Garantía Juvenil.
El programa gijonés demuestra la importancia de la iniciativa política e institucional. Entre 2014 y lo que llevamos de 2015 han orientado laboralmente y han ayudado a conseguir prácticas no laborales a 150 menores de 30 años, así como han conseguido que 40 de ellos, que apenas habían tenido experiencia profesional hasta la fecha, hayan conseguido un contrato. “Hacemos orientación laboral, ensayamos el voluntariado como forma de entrar en el mercado laboral, introducimos el coaching para romper barreras personales… Contamos con un equipo de orientadores laborales y dos prospectores de empresas. Estos últimos, en función de las capacidades, experiencia y expectativas de cada joven, se encargan de hablar con empresas locales para ofrecerles la posibilidad de que les contraten en prácticas no laborables. Además, en colaboración con la Fundación Mar de Niebla, salimos a la calle a buscar a jóvenes que no están estudiando ni trabajando y les animamos a que vengan a conocernos”, explica Miranda.
Pasando al ámbito privado -en este caso al tercer sector-, muchas organizaciones sociales están ayudando a orientar laboralmente y a formarse a miles de jóvenes desempleados. Con una metodología parecida a la de la Agencia de Activación de Empleo de Gijón, la Fundación Tomillo cuenta con una escuela de segunda oportunidad para aquellos jóvenes que abandonaron los estudios, así como ofrecen orientación laboral –en 2014 ayudaron a 1.106 a orientarse laboralmente- y servicios de intermediación con las empresas. Marta Martínez, Directora del área de Empleo y Emprendimiento de la fundación, ha visto cómo, desde el inicio de la crisis, su trabajo se ha ido adaptando debido a los perfiles de jóvenes que llegan buscando ayuda. “Cuando yo empecé hace trece años, dábamos principalmente oferta formativa muy enfocada al empleo para que la persona saliese ya casi colocada. Ahora nos llegan jóvenes que no tienen ningún tipo de titulación. Tenemos muchos casos de jóvenes que dejaron sus estudios para trabajar en la construcción y ganar un dinero rápido y que ahora, con 30 años, tienen hipoteca, familia y tienen poca formación o están poco cualificados”.
Martínez, explica también cómo han tenido que adaptar su metodología a los nuevos perfiles jóvenes que llegan golpeados por la dificultad para encontrar empleo o porque tienen subempleos precarios: “Hemos pasado de una metodología de hace unos años muy de tú a tú, haciéndoles una carta de presentación y un currículum y enviándoles a la bolsa de empleo, a aplicar un programa educacional basado en competencias. Hacemos un diagnóstico, de sus competencias personales, transversales y técnicas, y luego vemos qué tipo de trabajo quiere y hacia dónde puede ir”.
En un contexto de niveles históricos de desempleo juvenil, la eficacia de herramientas como el sistema de Garantía Juvenil constituye un asunto público de primer orden. En julio de 2015 la Comisión Europea expresó ya su preocupación con respecto a la “efectividad de este programa” y el “limitado número” de jóvenes inscritos y se espera que en pocos meses haga pública una evaluación del sistema. Mientras tanto, sería deseable que la campaña electoral analizase los logros de una política que constituye para miles de jóvenes la última red de seguridad frente a la pobreza y la exclusión social.
[Este artículo ha sido elaborado por la Fundación porCausa gracias al apoyo del Consejo de la Juventud de España y con la colaboración especial de Juan Calleja.]