“¡No es un cambio, es una crisis!”, han gritado al unísono frente al Congreso de los Diputados los cientos de manifestantes que componían la marcha que ha recorrido el centro de Madrid en la tarde de este viernes bajo el lema “¡Descarbonización Ya! Rápida, justa y definitiva”. Según las organizaciones y plataformas ecologistas convocantes, como Fridays For Future o Alianza por el Clima, se han congregado más de cinco mil personas en las veinte manifestaciones que se estaban celebrando simultáneamente en toda España.
Con fuerza, pero olvidados. Es el sentir general de los activistas por el clima que aseguran ser un movimiento cada día “más necesario”. Culpan a los estados y las grandes empresas de actuar “de forma ociosa ante una crisis climática que ya es una realidad presente” y de ignorar sus gritos.
Bajo una pancarta en la que se podía leer “El carbón, gran matón”, Julen (29 años) y sus amigos han seguido la manifestación de la capital a buen ritmo, tras la batucada. “Es necesaria una aceleración de la descarbonización en nuestro país y es importante que se haga cuanto antes. Las razones las hemos visto este último verano con los sucesos climáticos extraordinarios y dañinos tanto para el planeta como para nuestra salud”, sostiene el joven.
Pere tiene 24 años. Es activista en Juventud X Clima -organización internacionalmente conocida como Fridays For Future-, vive en Mallorca y conoce de primera mano las consecuencias que están teniendo los combustibles fósiles y su uso en los transportes dentro y alrededor de su isla. “Los gases de efecto invernadero cada día nos afectan más en todos los sentidos, tanto a nivel sanitario, como económico y social, y el límite de posibilidad de cambio no está lejos. Es vital su reducción para alcanzar los límites establecidos a nivel planetario e intentar revertir el cambio climático”, sostiene.
Varias cabeceras de la marcha reivindicaban en sus pancartas la justicia climática, algo que para muchos “aún es posible si nos concienciamos del problema tanto los ciudadanos como aquellos que toman las decisiones”, argumenta Memo, un madrileño de 17 años, mientras descansa durante unos minutos de gritar que “no hay un planeta B”.
“Hay cambios, pero no son suficientes. Muchas empresas están concienciadas con lo necesario que es, por ejemplo, el reciclaje, y ese pensamiento está llegando también a las instituciones y diferentes gobiernos” piensa Julen. Por contra, Memo cree que los cambios por parte de los estados para reducir el impacto de la contaminación en el planeta, de momento, “son pura teoría”: “Las políticas ambientales actuales son pasos tan pequeños que resultan inútiles. Necesitamos una acción radical para poder sobrevivir”.
Las organizaciones ecologistas batallan contra el Estado con la mira puesta en un aumento de los objetivos por el clima, con la petición de que se lleven a cabo acciones reales. Sin embargo, los datos dicen que no están bajando las emisiones de CO2, sino que se han incrementado en el último año.
Paula, una joven de 22 años de Granada y compañera de militancia de Pere en Juventud X Clima, piensa que “dada la urgencia del problema y la importancia de los impactos que vemos y seguiremos viendo, es el momento de que nos escuchen, sino la crisis será totalmente irreversible”. Destaca en conversación con elDiario.es lo “extremamente preocupante” que es este problema en España, según los últimos sucesos climatológicos como las olas de calor, la sequía, o las DANA y piensa que este tipo de escenarios cada vez serán “más intensos y frecuentes”.
La joven reflexiona recordando los tiempos de pandemia por el COVID: “Si en una crisis sanitaria los gobiernos supieron escuchar a los científicos y profesionales sanitarios, en una crisis climática, que también es un riesgo para nuestra salud, también deberían hacerlo sin miramientos por otros intereses, como los económicos”.
Su compañero Pere coincide con este pensamiento y argumenta: “En las cumbres internacionales por el clima, los estados están muy influenciados por los líderes de las petroleras y los grandes empresarios, a los que la explotación de los recursos les conviene económicamente, y eso es algo que debería acabar. En esas cumbres debería haber ecologistas y no empresarios”, sostiene.
Muchas veces siento mucha angustia por este tema, pero tengo claro que también es un sentimiento creado de quienes nos dicen que es culpa de la ciudadanía y que por ello lo tenemos que afrontar nosotros solos, cuando realmente los responsables son ellos
Paula siente ansiedad y desesperanza por la inacción de los estados que conforman las cumbres del clima: “Muchas veces siento mucha angustia por este tema, pero tengo claro que también es un sentimiento creado de quienes nos dicen que es culpa de la ciudadanía y que por ello lo tenemos que afrontar nosotros solos, cuando realmente los responsables son ellos: los gobiernos por no actuar y las grandes empresas -como las petroleras- que nos utilizan para sus intereses económicos”, concluye.
Es el grito global de aquellos a los que la crisis climática les va a afectar de manera más directa durante los próximos años: los más jóvenes. Pero, en las manifestaciones, van acompañados de los que llevan viendo el problema desde hace más de cuatro décadas. Uno de ellos es Jesús (70 años), que se ha desplazado desde Segovia hasta la capital para luchar “por aquello que nos afecta a todos”: “Sólo hay una cosa clara, como sigamos por este camino nos vamos a extinguir, y además pronto. No es una opinión, es una realidad científica”, sostiene.
Jesús opina que será “muy difícil” revertir la situación climática actual si “los poderes siguen rigiéndose por intereses capitalistas”. Sin embargo, señala que si sigue yendo a las manifestaciones es porque no pierde la esperanza. “Serán los jóvenes los que tengan que seguir nuestra lucha, y ya estamos viendo que gritan todo lo que pueden”, concluye.
A Memo, el joven de 17 años, la situación le genera ira, frustración, tristeza y miedo. Sin embargo, piensa que “por suerte, los negacionistas del cambio climático son una minoría”, lo que hace que se sienta con fuerzas para seguir alzando la voz y que otros se puedan unir a ella.
Los jóvenes, motor de la lucha al tomarse el clima como bandera
Para la directora general de Fad Juventud, Beatriz Martín Padura “es indiscutible que el protagonismo ejercido por las recientes generaciones de jóvenes en la sensibilización y en la acción por la emergencia climática es uno de esos esfuerzos globales que debemos reconocer”.
Así lo demuestra el informe “La emergencia de la nueva generación ecologista juvenil en España desde 2019: el caso de Fridays for Future”, publicado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud, en el que se narra la constitución, la consolidación y la permanencia de un movimiento social que empezó siendo un engranaje de colectivos locales.
En la pandemia, muchos miembros adolescentes de los grupos activistas por el clima decidieron militar de forma diferente ya que la crisis sanitaria “era mucho más importante”, señala Paula. Pero en estos últimos años, dice, están volviendo a coger fuerza; a revivir.
Para Antía, de 18 años y natural de Ourense, la manifestación de este viernes en Madrid es la primera marcha por el clima a la que acude. Es su amigo Joan, de la misma edad, quien la ha animado a ir con él. Ambos piensan que si hay unidad, hay futuro. “Es necesario que todos los jóvenes salgamos a la calle, porque la lucha para que la temperatura del planeta no suba ni un grado más es nuestra”, argumenta Joan.
El joven piensa que los activistas ecologistas sí están unidos en cuanto a la acción reivindicativa contra el poder, pero que es necesaria “una ambición mucho más conjunta para que los que toman decisiones dejen de pensar que esto no les concierne”. “Mucha gente de nuestra edad está abriendo los ojos sobre el hecho de que la crisis climática es una realidad y que ya está aquí -prosigue el asturiano- y si no somos nosotros los que luchamos porque cambie, que seremos los principales afectados en un futuro, nadie lo hará”.
Por su parte, Antía piensa que se está acabando el tiempo de actuación. “Es ahora o nunca. Hay que ser positivos pero también tenemos que ser conscientes de que existen cambios que ya no se pueden revertir. Y para aquellas cosas que aún se pueden cambiar, parece que no hay nadie al mando. Su actitud hace pensar que están esperando al apocalipsis para escucharnos tanto a nosotros como a los que de verdad saben como cambiar la situación” concluye.
“Los jóvenes hemos sido el motor necesario para que se haya dado a conocer el calibre de peligrosidad climática en el que nos encontramos”, asegura Paula, la joven de Granada. “Aunque la ciencia y los movimientos ecologistas lleven diciendo más de 40 años que estamos causando estragos irreversibles a La Tierra, nadie les hacía caso. La gente de mi generación nos sentimos orgullosos por habernos organizado, con la ayuda de las redes sociales, para salir a la calle en masa a gritarlo”, añade en conversación con elDiario.es
Piensa que Greta Thunberg fue la voz cantante de una lucha olvidada y que, por suerte, su celebridad hizo que mucha gente joven se uniese. “Después de tanto tiempo, parece que alguien por fin nos escucha”, sostiene Paula.
“La amenaza es la crisis ecológica, no el ecologismo radical”
En el marco jurídico español, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Oxfam Intermón, Fridays For Future y La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo demandaron al Estado hace tres años por “falta de ambición en la lucha contra el cambio climático” y pidieron al Supremo que obligase al Gobierno a elevar los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero del 23% al 55% para 2030, algo que la justicia rechazó el pasado julio en el llamado Juicio por el Clima.
Los jueces entendieron que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima aprobado por el Gobierno, que contemplaba medidas y objetivos desde 2021 hasta 2030, suponía “integrarse en el compromiso asumido por la Unión Europea” y descartaron obligar al ejecutivo a endurecer sus términos.
Jaime Doreste, abogado de las organizaciones en el Juicio por el Clima y activista de Ecologistas en Acción, entiende la decisión del Supremo como “un ejemplo del principio de la separación de poderes” y como una “aplicación estricta de lo que dice la ley de la justicia en lo contencioso administrativo”, algo que respeta como jurista. Sin embargo, asegura que, en relación a la evolución jurisprudencial del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, otros tribunales supremos europeos -como el de Holanda, el Francés o el Alemán- han asegurado “el deber de tutela de los derechos fundamentales por parte de los gobiernos, lo que permite a los jueces revisar la suficiencia de las medidas climáticas de cada estado”.
La doctrina que está llevando a cabo en esta sentencia, tiene que ver con una interpretación de la justicia con un ojo ideológico muy conservador
Doreste señala que “en el fallo del Juicio por el Clima no aparece en ningún momento este matiz”, por lo que han pedido que se haga un complemento de sentencia. Según el jurista aún no han recibido respuesta ante esta petición, por lo que tiene pocas esperanzas de que les den la razón en algún momento. Es por ello por lo que, dice, el fallo del Supremo y la falta de actividad en esta causa, “tiene que ver con una interpretación de la justicia con un ojo ideológico muy conservador”.
Por otra parte, el abogado reacciona con “vergüenza y bochorno” a la publicación de la última Memoria Anual de la Fiscalía General del Estado, en la que este órgano denomina a organizaciones ambientales españolas como Futuro Vegetal y Rebelión o Extinción como “ecologismo radical” y las incluye dentro de un apartado sobre terrorismo por acciones “amenazantes”. En los últimos días, la Fiscalía ha negado que considere terroristas a los grupos ecologistas y, dice, “solo evalúa riesgos”.
“A ningún detenido en alguna manifestación no comunicada o a causa de un deterioro de inmuebles públicos se les ha procesado, por lo que esta inclusión es, como mínimo, prematura. En segundo lugar, ninguno de los hechos puede ser enmarcado dentro de un delito de terrorismo. En el activismo ecologista lo que menos nos representa es la violencia o la amenaza. Esto supone un importante salto de escala en la criminalización y desprestigio de este movimiento simplemente por un aumento de su actividad, cuando el movimiento ecologista es más que necesario en estos momentos” concluye el abogado.