Mucho calor y vuelta al coche. La contaminación del aire en España repuntó en 2022. Las olas de altas temperaturas –que abarcaron 42 días– y las escasas lluvias causadas por la crisis climática se unieron al aumento del tráfico tras diluirse las restricciones por la COVID. Resultado: el año pasado dejó más polución a base de micropartículas, dióxido de nitrógeno y ozono troposférico, según el análisis de datos oficiales realizado por Ecologistas en Acción.
La combinación de, por un lado, condiciones meteorológicas derivadas del clima alterado y por otro más automóviles rodando tuvo sus consecuencias en el aire que respiramos. “Durante 2022 la calidad del aire en España ha empeorado respecto a los años 2020 y 2021”, concluye el trabajo de la organización, que analiza 780 estaciones de medición. “Toda la población estuvo expuesta a niveles insalubres de contaminantes”.
A la luz de los registros, el mayor repunte se ha producido en las micropartículas. Las PM 10 y las PM 2,5. Ambos contaminantes son material ultrafino que accede a las vías respirartorias y, en el caso de las 2,5, llegan a la zona de intercambio de oxígeno de los pulmones. Las partículas que viajan en los gases de efecto invernadero son responsables del 20% de las muertes prematuras a nivel mundial.
Canarias, de hecho, vivió la peor situación de la década respecto a las PM10. El sur de Gran Canaria rebasó incluso los límites legales. Y todo el archipiélago estuvo por encima de los niveles más protectores que deberán entrar en vigor, teóricamente, en 2030.
En 2022 se pasó el actual umbral de alerta (en funcionamiento desde enero de 2023) para PM10 2.500 veces. Y 700 para las PM 2,5.
Respecto al dióxido de nitrógeno (NO2), los niveles a nivel nacional siguen por debajo de la media 2012-2019, de antes de la pandemia. A pesar de haber subido la concentración del gas en 2022 respecto a los cursos inmediatamente anteriores, los valores se han contenido “probablemente por la renovación y menor dieselización del parque circulante de vehículos”, explica este informe.
El año pasado, Barcelona volvió a fallar e incumplió la normativa vigente sobre máximos de NO2. Madrid se salvó in extremis con las lluvias de diciembre. Aun así, hay una larga lista de áreas metropolitanas que están por encima de los límites que se preparan en la Unión Europea para 2030: A Coruña, Bilbao, Córdoba, Donostia, Gijón, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Palma, Pamplona, Santa Cruz de Tenerife, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vigo y Zaragoza deberán acelerar su descontaminación si quieren cumplir los futuros estándares de calidad del aire. Quedan seis años y medio.
Aunque las partículas y el dióxido de nitrógeno suelen copar la atención, el contaminante más extendido y que afecta a más población en España es el ozono troposférico. Sin embargo, tiene menos foco al tratarse de un compuesto que deriva de la acción del Sol sobre otros gases.
Y parece que el ozono malo está de vuelta. Sus niveles están todavía por debajo de los valores prepandemia, pero durante 2022, la frecuencia de las superaciones de los estándares legal y de la OMS han repuntado respecto a 2020 y 2021.
El ozono troposférico es un potente oxidativo que daña, por ejemplo, las vías respiratorias y los pulmones. También afecta negativamente a la vegetación y los cultivos. “Es el contaminante más estrechamente ligado con el cambio climático”, subraya el análisis de Ecologistas, al dispararse con la intensidad de la radiación solar.
“Sus niveles repuntaron respecto a los dos años precedentes como consecuencia de las tres intensas y prolongadas olas de calor del verano, el más cálido desde al menos 1961”, recuerda la organización.
La contaminación del aire constituye un problema de salud. En España, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, unas 30.000 personas fallecen cada año por este motivo. El problema es reconocido y extendido. Tanto como para que la Unión Europea esté revisando los límites máximos de contaminación según el tipo de tóxico. Prevé hacerlos más estrictos, aunque no llegarán al nivel de protección que recomienda la Organización Mundial de la Salud desde 2021.
Con todo, antes de sacar adelante esta normativa, ya se están produciendo movimientos políticos para aguar las reglas en elaboración. Un grupo de regiones europeas se ha movido en Bruselas para buscar una “flexibilización” de las reglas. La Comunidad de Madrid se adhirió a esta iniciativa junto a Catalunya –que a posteriori dice haberse desmarcado de ella–.
Ecologistas concluye que “la única forma de mejorar la calidad del aire en las ciudades es disminuir el tráfico motorizado, potenciando la movilidad activa peatonal y ciclista y el transporte público limpio”.
Sin embargo, tras haber consumido la mitad del plazo para implementarse zonas de bajas emisiones (ZBE) en las ciudades de más de 50.000 habitantes, “pocas han cumplido esta obligación legal”, remata el documento. La ley de Cambio Climático establece que las urbes con esa población tienen que tener en marcha sus ZBE en 2023.