Los jóvenes católicos se plantan y exigen cambios, transparencia y credibilidad en la Iglesia. Así se lo han hecho saber al Papa Francisco en el encuentro que ha tenido en Roma con más de 300 chicos y chicas de todo el mundo. La reunión, cuyo objetivo era escuchar sus voces –y no solo católicas, también han asistido creyentes de otras confesiones e incluso ateos–, ha precedido al Sínodo de Obispos, que el próximo octubre tomará decisiones sobre la juventud.
“Que la Iglesia cambie sus enseñanzas o se les explique y forme mejor –a los y las jóvenes– sobre contracepción, aborto, homosexualidad...”, reza el documento de conclusiones del llamado Presínodo, en el que los jóvenes plasman sus dudas, miedos, críticas y recelos ante la institución eclesiástica. Son ideas muy alejadas a las planteadas por los responsables del Sínodo, que enviaron un cuestionario descafeinado a todas las diócesis del mundo, en el que se escondían las referencias a la moral sexual o el papel de la mujer en la Iglesia.
Las respuestas, incluso a preguntas que no se le hicieron, han hecho temblar los cimientos del Vaticano. “Hablen libremente, digan lo que tengan que decir, el Papa les va a escuchar, la Iglesia les va a escuchar”, les prometió el Papa al comienzo del encuentro. “Esperamos que la Iglesia y otras instituciones puedan aprender de este proceso Pre-Sinodal y escuchar la voz de los jóvenes”, apunta el documento de conclusiones.
Las críticas a la actuación de la Iglesia arrancan prácticamente desde la primera línea. Así, los jóvenes insisten en que “necesitamos encontrar modelos atractivos, coherentes y auténticos. Necesitamos explicaciones racionales y críticas para los asuntos complejos. Las respuestas simples no nos satisfacen”.
La visión que los propios jóvenes religiosos tienen de la Iglesia es muy dura. “La Iglesia –constatan– suele aparecer como demasiado severa y excesivamente moralista. En otras ocasiones, en la Iglesia, es difícil superar a la lógica del siempre se ha hecho así. Necesitamos una Iglesia acogedora y misericordiosa, que aprecie sus raíces y patrimonio y que ame a todos, incluso a aquellos que no siguen los estándares”.
La violencia, el feminicidio o el medio ambiente
¿Qué preocupa a la juventud católica hoy? “Estamos preocupados por temas como la sexualidad, las adicciones, los matrimonios fracasados, las familias rotas; como también por otros temas de mayor alcance social como el crimen organizado, el tráfico humano, la violencia, la corrupción, la explotación, el feminicidio, las diversas formas de persecución y la degradación del medio ambiente”. Al afrontar estos retos, añaden, “necesitamos inclusión, acogida, misericordia y ternura de la Iglesia como institución y como comunidad de fe”.
En lo tocante al papel de la mujer en la Iglesia, el documento aprobado por el Presínodo admite que “existe un problema general en la sociedad en la cual la mujer aún no tiene un lugar equitativo. Esto también es cierto en la Iglesia”, donde “los ejemplos de liderazgo no son visibles”. Por ello, “animamos a la Iglesia para que puedan profundizar en su comprensión del papel de la mujer y poderles así darles un mayor protagonismo, tanto a la mujer laica como a la mujer consagrada, con el mismo espíritu con el que la Iglesia ama a María, la madre de Jesús”, afirman.
Con todo, el punto más polémico del texto está a la hora de abordar algunas enseñanzas que, dicen, son especialmente controvertidas. Entre ellas, los jóvenes citan “contracepción, aborto, homosexualidad, cohabitación, matrimonio y cómo el sacerdocio es percibido en diferentes realidades en la Iglesia”. En este sentido, añade el documento, “muchos jóvenes pueden querer que la Iglesia cambie su enseñanza o, al menos, que se les explique y forme mejor en estas cuestiones”, al tiempo que invitan a la Iglesia a “discutir libremente, sin tabúes”, sobre estos aspectos.
“En muchas ocasiones, los jóvenes tienen dificultad para encontrar un espacio en la Iglesia en el que puedan participar y ser protagonistas. La experiencia de los jóvenes en la Iglesia es interpretada por ellos mismos, como una en donde se les ve 'muy jóvenes' e inexpertos para liderar o tomar decisiones, ya que se piensa que sólo cometen errores”, denuncian las conclusiones de los jóvenes, que piden “tomar realmente las riendas de su misión y responsabilidad en la vida”.
Una jerarquía transparente
¿Qué Iglesia sueñan los jóvenes? “Anhelamos una Iglesia que sea auténtica. Queremos decir, especialmente a la jerarquía de la Iglesia, que debe ser una comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre e interactiva”, responden los jóvenes, que añaden que “una Iglesia creíble es aquella que no tiene miedo de mostrase vulnerable”.
“La Iglesia debe ser sincera en admitir sus errores presentes y pasados, que sea una Iglesia conformada por personas capaces de equivocarse y de hacer malinterpretaciones. La Iglesia debe condenar acciones tales como los abusos sexuales y los males manejos de poder y dinero. La Iglesia debería continuar a fortalecer su posición de no-tolerancia hacia los abusos sexuales dentro de sus instituciones; y su humildad sin duda aumentará su credibilidad frente al mundo juvenil. Si la Iglesia actúa de esta manera, entonces se diferenciará de otras instituciones y autoridades de las cuales los jóvenes, en su mayoría, ya desconfían”, concluye el documento.