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Un paso más allá del #Cuéntalo: las mujeres empiezan a poner nombre y apellidos al machismo y al acoso

Manifestación feminista contra la sentencia de 'la Manada' en Santander. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

Marta Borraz

Las mujeres han roto el silencio y han dado un golpe en la mesa. La sentencia a 'la manada' ha desatado una indignación feminista que ya había estallado en las movilizaciones del pasado 8 de marzo y el caso ha servido para que otras muchas mujeres relaten sus historias de violencia sexual a través de la etiqueta de Twitter #Cuéntalo. Desde hace unos días, la red ha dado un salto cualitativo y muchas mujeres comienzan a señalar a hombres con nombre y apellidos. Una oleada de denuncias que ha obligado a emitir reacciones públicas al cantante Mikel Izal o al humorista Antonio Castelo.

El movimiento, iniciado un día después de la lectura de la sentencia, recuerda al #MeToo, surgido en Estados Unidos en octubre del año pasado, en el que también hubo una cascada de testimonios de acoso o agresiones sexuales. La avalancha de relatos vino precedida por el caso del productor de Hollywood Harvey Weinstein, acusado por decenas de mujeres tras la investigación periodística realizada por The New York Times. Un caldo de cultivo que, según las expertas, lleva años fraguándose y que ha dado lugar a una respuesta colectiva.

“Lo más destacable es que el silencio se está revirtiendo. Hay mujeres que comienzan a hablar y de pronto hay muchas otras que se sienten acompañadas y fuertes para contar lo que llevan años silenciado. A nivel colectivo es muy importante que las mujeres digamos en voz alta 'a mí me ha pasado' y que los hombres sean conscientes”, explica la socióloga Beatriz Bonete. Y es que las mujeres han encontrado en las redes un espacio en el que hacerlo masivamente.

La periodista y escritora Nuria Varela también destaca la ruptura del silencio como “el proceso importante” y celebra que “se esté dando la vuelta a este mandato patriarcal”. Para ella, el fallo que condena a los integrantes de la manada a nueve años de cárcel por abuso sexual con prevalimiento “fue el colmo de un proceso” que tiene su origen en “los niveles de violencia insoportables que sufrimos las mujeres mientras vemos que no desciende, a pesar de las leyes o la igualdad formal”.

La autora del clásico Feminismo para principiantes tiene claro que se trata de “un proceso rápido que responde al hartazgo” y “una respuesta a años de silencio articulada como una reacción feminista que viene con mucha fuerza”.

Analizar el contexto

Los señalamientos públicos de hombres concretos han provocado un debate en las últimas horas que radica en la pertinencia o no de englobar bajo un mismo paraguas determinadas actitudes o comentarios y otro tipo de agresiones o acoso. La abogada penalista Carla Vall asegura que en algunos casos la línea es fina y apuesta por analizar el contexto y la situación. “A veces la reiteración de una conducta o si esta es muy intensa puede convertirse en acoso”, opina.

En términos generales, la experta apuesta por no meter todo en el mismo saco e incluso desarrollar herramientas y propuestas diferenciadas para cada tipo. Sin embargo, asegura que el debate no puede estar en si una conducta es delito o no porque “que no esté en el Código Penal, no quiere decir que no sea violencia. Por eso el debate debe ser más amplio. Hay actitudes que pueden generar miedo o incomodidad a las mujeres y no son delito, pero hay que reflexionar sobre ellas. No aspiramos solo a una vida sin delitos, sino a una vida sin violencia”.

Bonete también opina que ciertos comportamientos o comentarios “no deseados” que implican “una intromisión” pueden llegar a ser “una agresión” y, por ello, hace hincapié en atender a “cómo la vive la propia mujer”. Sin embargo, es crítica con el uso que pueden darse a las redes sociales como espacio para ello: “Las redes no suelen fomentar la reflexión y puede ser que haya mujeres que luego se sientan expuestas. La repercusión que puede alcanzar un tuit o una publicación puede llegar a ser difícil de gestionar”.

Dinámicas machistas

La jurista Violeta Assiego coincide en dudar de que las redes sociales sean “el medio para hacer justicia, para conocer la verdad y para que las víctimas tengan una reparación efectiva”, explica. Por eso prefiere asumir los señalamientos públicos de los últimos días “con cautela” sin dejar de recalar que “hay conductas que son reprochables y lamentables, que denotan dinámicas machistas o abusos de poder, pero que tienen que tener respuestas más allá de viralizar un contenido”.

Sobre este tipo de actitudes, la abogada Carla Vall asegura que “los hombres deben aprender a leer algunas situaciones al comunicarse con nosotras de una forma diferente, porque han naturalizado la violencia. Ahora puede que se vean en las redes y no lo entiendan porque lo han normalizado”, explica.

Las expertas también aluden al trabajo periodístico que había detrás del caso Weinstein y nombran el ritmo y los tiempos que han impuesto las redes sociales como un reto para los medios de comunicación en este tipo de casos. En este sentido, Varela apuesta por “encontrar el equilibrio entre el rigor y la información sobre lo que está pasando” e invoca como estrategia “seguir los temas, no soltar los nombres y ya está”.

Por otro lado, prosigue, “lo que no puede ser es que solo saquemos el tema de la presunción de inocencia o del honor cuando son casos de violencia machista. Es perverso decir que las mujeres se están cargando ese derecho cuando con otros casos, como la corrupción, ni se plantea. Si vamos a darle una vuelta a esto, hagámoslo siempre”.

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