“Me han forzado a declararme culpable para evitar que el resto de detenidos puedan ir a prisión”
Durante los últimos cinco años Flavia Totoro no se imaginó en ningún momento que todo acabaría así. El caso de los ocho detenidos en la manifestación laica contra la visita del Papa a Madrid en 2011 ha culminado en condena sin ir a juicio. El pasado día 13 Flavia se iba a sentar en el banquillo acusada de un delito de atentado contra la autoridad por el que le pedían año y medio de prisión. Sin embargo, la Fiscalía les propuso un acuerdo por el que rebajaba sus penas a multa si todos aceptaban declararse culpables.
“O te declaras culpable o los demás se arriesgan a ir a prisión”. Son las palabras que Flavia, que aunque fuera declarada culpable no iba a entrar en la cárcel, recibió de su abogado y que tardó unos minutos en digerir. Vuelta al principio. Regreso al mes de enero, cuando en la primera cita judicial, después aplazada hasta este septiembre, el fiscal accedió, tras ofrecerles la misma opción, a separar las causas y que cada uno pudiera defenderse ante un juicio. “Pero esta vez el fiscal había cambiado y no había posibilidad de separar los procesos”, sostiene Flavia a eldiario.es.
Por ello, los cuatro que acudieron –una de las causas se había sobreseído y otros tres detenidos no están localizados – debían declararse culpables de los hechos para evitar ir a un juicio en el que algunos se arriesgaban a entrar en prisión. Eran aquellos a los que la Fiscalía pedía más de dos años de cárcel. “Es imposible saber si los iban a condenar, pero por la experiencia que tenemos, hay policías que gozan de presunciones que la ciudadanía en general no”, apunta Erlantz Ibarrondo, abogado de Flavia.
De lo que sí está convencido el letrado es de que en caso de ir a juicio su defendida habría sido declarada inocente. “Tenemos material probatorio de sobra para demostrarlo”, sostiene. Poco después de que finalizara la manifestación celebrada el 17 de agosto de 2011 contra la financiación pública de la visita del Papa Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, la mujer fue detenida en lo que considera una “arbitrariedad”.
“No voy a mandar a nadie a la cárcel”
Tal y como se puede ver en el vídeo grabado por el documentalista Stéphane Grueso, la detención ocurrió mientras Flavia atravesaba junto a una compañera de la Asamblea Austrias-Letras, surgida a raíz del 15M, la madrileña calle del Carmen en dirección contraria a la Puerta del Sol. “Íbamos andando normal, nos estábamos yendo de la plaza”, recordaba en esta entrevista poco antes de la primera cita judicial.
Poco antes, los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) habían desalojado la Puerta del Sol a golpes después del enfrentamiento dialéctico entre laicos y peregrinos de la JMJ. Para finalizar, los policías recorrieron las calles aledañas para intentar que los manifestantes que ya habían abandonado la plaza, como Flavia, siguieran el trayecto. Las cargas de aquel día provocaron las quejas de políticos y varias organizaciones condenaron “las detenciones y actos humillantes de ciertos policías hacia periodistas y ciudadanos”.
En el caso de Flavia, la versión de la policía es diferente. Asegura que ambas mostraron una “actitud despectiva” y que ella “se da la vuelta y propina un manotazo al profesional alcanzándole en la barbilla y la visera del casco” mientras “le increpa diciendo 'tu no me das órdenes, niñato'”. Al leer estas declaraciones en el atestado, afirma Flavia, no podía salir de su asombro porque “no tuve ningún contacto previo con la policía hasta que aparecieron por detrás”.
Cinco años de “infierno”
Años después, los detenidos han sido condenados a penas de multa. Flavia tendrá que hacer frente a 360 euros que financiará gracias a la “caja de resistencia” de la asamblea de la que forma parte. “Me han forzado a declararme culpable para evitar que el resto de detenidos puedan ir a prisión” porque “había posibilidades y ante la duda prefiero llegar a esto”, sostiene Flavia. “No les conozco, nos detuvieron por separado, y no pongo la mano en el fuego por nadie, pero tampoco voy a mandar a alguien a la cárcel”.
Por solidaridad. Así resume Ibarrondo las razones por las que la mujer se decidió por la opción de declararse culpable. “Es una situación kafkiana porque te obligan a reconocer unos hechos que no has cometido, pero por evitar perjuicios a terceros lo haces”, dice. “También quería acabar con esto ya”, sentencia Flavia, que define los últimos cinco años como “un infierno”.
“Esto ha sido como cuando Galileo tuvo que aceptar ante la Inquisición que sus teorías no eran ciertas por no enfrentarse a la tortura”, ejemplifica. A pesar de que Ibarrondo confirma que este tipo de negociaciones con la Fiscalía son comunes, a Flavia le sorprende que “una instancia que debe discernir entre la justicia e injusticia y la verdad y mentira nos fuerce a mentir para llegar a un acuerdo”.