Defensa se niega a devolver a Palma una casa confiscada a un alcalde fusilado por el franquismo

“Estén tranquilos, el gobernador ha hablado con el general Goded y este le ha dado su palabra de honor de que no ocurrirá nada en Mallorca”. Era julio de 1936. Con estas palabras, el secretario del gobernador civil intentaba tranquilizar a Emili Darder, por aquel entonces alcalde de Palma por ERC. Siete meses después, Darder fue fusilado por los fascistas en el cementerio de la ciudad, sentado encima de una piedra porque debido a su estado de salud no se aguantaba de pie.

¿Cuál fue el crimen de Darder, el último alcalde republicano de la ciudad? Según el régimen franquista, fue su “oposición al Triunfo del Glorioso Movimiento Nacional Salvador de España”. En el consejo de guerra se le acusó de contrabando de armas, de rebelión militar, de antirreligioso, de antimilitarista y de separatista. Esta ultima acusación se fundamentó en las obras en catalán que había comprado durante el periodo en que había ocupado el cargo de bibliotecario del Círculo Mallorquín.

A este hijo ilustre de Palma le confiscaron sus bienes, por valor de dos millones de pesetas, en concepto de responsabilidad civil. Le expropiaron todo: su laboratorio, los muebles, los cuadros, la colección de fósiles y su valiosa biblioteca. Le embargaron una finca rústica situada en Bunyola y dos casas situadas en la capital balear, una de las dos sita en la calle Antonio Planas número 27, donde actualmente se encuentra la Delegación de Defensa de les Illes Balears.

El pasado 27 de febrero, como publicaron los medios locales, el Ministerio de Defensa se negó a devolver al Ayuntamiento de Palma esta casa confiscada. El alcalde, Toni Noguera, respaldado por el Consell de Mallorca y el Govern balear –todos con gobiernos sustentados por el PSOE, Podemos y Més–, solicitó a María Dolores de Cospedal que cediera la casa para crear un espacio en memoria de Darder. El Consistorio cree que es un acto de “restitución democrática”, pero para Defensa no es posible atender a la petición porque el Ministerio “proporciona un servicio fundamental a los ciudadanos” en dicha sede.

Indignación con Defensa

La negativa del ministerio de Cospedal ha llegado al Ayuntamiento de Palma en forma de carta, firmada por Agustín Conde, secretario de Estado de Defensa. En el final de la misiva, Conde pide al alcalde que haga un esfuerzo imaginativo: “Estoy convencido de que entenderá nuestra postura si hace un ejercicio de volverla por pasiva: imagine que se le solicitara al Ayuntamiento la cesión a este Ministerio del edificio donde tiene su sede esa corporación municipal, para instalar en él la sede de la Delegación de Defensa en las Islas Baleares”.

El Consistorio ha recibido esta respuesta con sorpresa. “La sede del Ayuntamiento no ha sido usurpada ni expoliada, no la tomaron en ningún golpe de Estado”, comenta el alcalde, Toni Noguera, a eldiario.es. “La respuesta de Defensa denota su falta de cultura democrática y de sensibilidad. No es propia de una administración pública”, añade. El Consistorio asegura que seguirá pidiendo el retorno de la casa confiscada y que no “dan por acabada la lucha” porque “antes o después la casa volverá a ser de la ciudad”.

Para Noguera, comparar la casa de Darder con la sede municipal “es tener un concepto muy perturbado de la democracia”. También “prueba el desconocimiento profundo de la transcendencia de la figura histórica de Darder”. Por ello, invita a Cospedal a poner una fecha para la cesión o “la sociedad civil no parará hasta que la casa sea un referente cultural, educativo o sanitario”. eldiario.es se ha puesto en contacto con el Ministerio, pero todavía no ha recibido ninguna respuesta.

Darder: político, médico e intelectual

La figura de Emili Darder es especialmente reconocida en Mallorca. Además de político e intelectual de izquierdas, fue médico. En sus últimos meses de vida, tuvo una salud bastante delicada. Cuando le detuvieron, sufría una angina de pecho, y las condiciones insalubres del Castillo de Bellver, donde estuvo prisionero, empeoraron su estado, y pasó desde entonces a sufrir del corazón y a tener problemas de pulmón.

Provenía de una familia católica y con un buen nivel adquisitivo, pero su buena condición no le impidió estar al servicio de los ciudadanos, teniendo presente a los más desfavorecidos. Durante su mandato, mejoró las condiciones sanitarias de la ciudad, llevó los servicios de salud a las barriadas lejanas y veló por el bienestar de niños y madres. Por ejemplo, incluyó un premiso laboral de media hora para que las madres trabajadoras pudieran amamantar a sus hijos.

Margalida Capellà, exdiputada de Més y profesora de derecho internacional público, asegura que Darder “es una figura emblemática, representa política y socialmente la Segunda República”. Comenta que “fue una persona que hizo políticas sociales muy avanzadas para aquella época, daba importancia a la difusión del conocimiento científico y de la cultura”. Por ello, recuerda sus iniciativas en materia de infraestructuras (como implantar el sistema de alcantarillado) o de educación (con la creación de una red de escuelas públicas).

Para ella, existe un consenso político y social que reconoce la importancia que tuvo el alcalde. Desde 1977, Palma celebra actos de homenaje a Darder, que agrupan a las diferentes fuerzas políticas desde hace unos 10 años. El lugar donde fue fusilado ha sido rehabilitado como espacio de homenaje y Palma ha declarado el 24 de febrero, fecha del fusilamiento de Darder, como día de recuerdo a las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo.

“Las confiscaciones son un escándalo”

Capellà, que ha trabajado en aspectos jurídicos de la represión franquista, comenta que las confiscaciones durante la dictadura fueron un “escándalo”: “Jurídicamente es muy complicado plantear la recuperación de bienes confiscados. No sabes a quién reclamar. La confiscación era legal según la normativa de la época, pero en otros países esta legalidad ya no es tenida en cuenta. El Tribunal Supremo está aplicando el derecho franquista para no anular las sentencias franquistas. Esto en Alemania es impensable”.

La exdiputada explica que el Ministerio de Defensa pagó una escasa indemnización a la familia de Darder y que, por ello, los familiares ya no pueden recuperar la vivienda. “Había un abuso flagrante de la autoridad y la gente tuvo que malvender sus propiedades”, comenta. La mujer y la hija de Darder huyeron a Francia y a Caracas tras el asesinato del alcalde y volvieron a Mallorca en 1950. Aceptaron la indemnización mientras, poco a poco, iban recuperando algunas de las propiedades expropiadas.

“La familia quiere que la casa se ceda”

Maria Antònia Oliver, presidenta de la asociación Memòria de Mallorca, comenta que los nietos y nietas de Darder “no quieren el inmueble para ellos, sino que se ceda al Consistorio para que este cree un espacio de referencia a su abuelo”. Califica la respuesta de Defensa como “lamentable”. “El secretario de Estado parece que se burla. No creo que sea por ignorancia, se comporta así porque es la actitud que han tenido toda la vida. Se ponen en la posición de los fascistas”.

Oliver explica que, si bien los partidos políticos y la mayoría de los sindicatos han podido recuperar los bienes que les fueron expropiados durante la dictadura y la Guerra Civil mediante la aprobación de diversas normativas, los ciudadanos no han tenido la misma suerte. “No existe ninguna ley que ampare a particulares”, dice. “Si comenzamos a investigar en todo el Estado, encontraremos mucha gente afectada”, concluye.

Las referencias históricas de esta noticia han sido extraídas del libro Emili Darder Cànaves (1895-1937). Vida i martiri, escrito por Catalina Moner i Mora.