La enseñanza obligatoria tiene coste en España. Ni es gratuita como se presupone ni es lo mismo ser alumno en Andalucía que en Baleares, asegura la Ceapa, la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, que agrupa a 12.000 AMPAS. El precio de los comedores escolares puede duplicarse entre comunidades autónomas y las ayudas a la compra de libros también son muy dispares, desde la gratuidad de Navarra o Andalucía hasta la nada en Madrid o la Comunidad Valenciana.
“No existe la gratuidad en la enseñanza”, denunció Jesús Salido, presidente de Ceapa. “Se ve al principio de curso”, añadió en referencia a estas dos partidas de gasto: “Muchas familias no pueden permitírselo”.
Contra los libros
La confederación de padres ha cargado con especial dureza contra el sistema de libros en las escuelas. Lamentan las familias que éstos son una herramienta obsoleta y prescindible, y que no tiene sentido alguno que sean el centro de las clases y además sea obligatoria su compra. “El negocio de los libros está basado en mantener una herramienta obsoleta a costa de vaciarnos los bolsillos a las familias y las administraciones”, sostuvo José Luis Pazos, portavoz de Ceapa.
Además, en cada comunidad autónoma hay un sistema diferente, según la información que maneja la confederación. Mientras en Navarra o Andalucía tienen un modelo de préstamo y reutilización que supone que las familias no pagan nada, en otras como Asturias, Canarias, Castilla y León, Extremadura o Galicia existe un sistema mixto por el que algunos libros se reutilizan y otros han de comprarlos los padres. Un tercer modelo que consiste en la entrega de ayudas directas (“e insuficientes”, dice Ceapa) se aplica en Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla La Mancha, Ceuta o La Rioja. Madrid y la Comunidad Valenciana directamente han eliminado las ayudas excepto para los casos más extremos de pobreza.
Pero es que para Ceapa incluso que la administración asuma el gasto es “el sistema menos malo”, según Salido. Su lucha va más allá. La confederación quiere que se eliminen los libros como herramienta principal y obligatoria. “Le decimos a un niño de 6 años que su universo educativo es un libro inmutable con el que no se puede interactuar, más allá de subrayarlo o rellenar los ejercicios”, argumentó Pazos.
Según las familias, el Gobierno alimenta la industria de las editoriales de texto con la implantación de la LOMCE, que ha reportado 51 millones de euros a estas empresas, y se niega a cambiar un modelo “superado”. En última instancia, la Ceapa asegura que el Ministerio de Educación le ha reconocido por carta que son las administraciones públicas las que deben hacerse cargo de este gasto, que las familias no están obligadas e insta a los padres a presentar sus facturas en el centro educativo para que les sean abonadas.
Comedores el doble de caros
Algo parecido a lo que ocurre con la compra de libros sucede con los comedores escolares. Cada comunidad autónoma fija el precio que cuestan las comidas con libertad con resultados muy desiguales. De nuevo, no es lo mismo estudiar en Baleares que hacerlo en Asturias, por ejemplo. Comer en las islas, Navarra o Cataluña es el doble de caro cada día (por encima de seis euros) que hacerlo en Asturias o Canarias (3 y 3,2 euros al día), según datos de Ceapa. Tampoco hay un criterio claro a la hora de establecerlos. Nueve regiones han subido los precios, ocho los han mantenido.
“Los precios están ligados a las ayudas que ofrece cada Comunidad, y está poco financiado”, explicó Salido. Ceapa quiere que los Gobiernos cambien el sistema de ayudas basado en la concurrencia competitiva por otro en el que todas las familias que cumplan ciertos requisitos puedan acceder a ellas. “Muchas no pueden pagar estos precios”, afirmó Salido.
Además, los padres pretenden que los centros educativos recuperen los comedores escolares. La externalización de este servicio ha llevado a la llamada “línea fría”, por la que la comida se cocina en grandes centros lejos de las escuelas y luego se transporta a estas, derivando en una falta de calidad notable, según Ceapa. “Si un adulto no aceptaría comer de cátering todo el año, ¿por qué debe aceptar que lo haga su hijo?”, se preguntó Pazos. “Los comedores se han convertido en comederos”, añadió Salido.