ENTREVISTA

Emilia Gómez Pardo, bióloga: “Nueve de cada diez españoles morimos por enfermedades que podríamos controlar”

Cuando hablamos de cáncer solemos imaginar hospitales, métodos de curación, pacientes, pero raramente pensamos en imágenes tan sencillas como una persona andando o una ensalada de lentejas.

Si nos enfocásemos en la prevención como sociedad se podrían evitar hasta el 50% de los casos de cáncer, el 80% de las enfermedades cardiovasculares, el 80% de las diabetes y el 40% de los casos de alzhéimer, señala la OMS. Las llamadas ENT (enfermedades no transmisibles), muy asociadas al estilo de vida, no paran de aumentar, dejando poco a poco de ser afecciones asociadas casi exclusivamente con las últimas etapas de la vida. El organismo de las Naciones Unidas asegura que, de no cambiar la trayectoria, las ENT provocarían el 86% de las muertes anuales para mediados de siglo.

Nuestra sociedad piensa tanto en la enfermedad que se olvida de la salud, sostiene Emilia Gómez Pardo, doctora en Bioquímica y Biología Molecular y autora del libro Más vida, menos cáncer. Esta asesora científica de la Fundación CRIS contra el cáncer tiene un propósito: poner la prevención en el centro valiéndose de la evidencia científica.

Tu libro pone el foco en la llamada “pandemia” de las ENT (Enfermedades No Transmisibles) o “enfermedades asociadas al estilo de vida”. ¿Cuáles son y cómo de grave es la situación?

Las llamamos enfermedades no transmisibles porque el origen no es un agente infeccioso, como puede ser la Covid. De lo que hablamos es de cuatro grandes grupos de enfermedades que son las cardiovasculares, el cáncer, las respiratorias, y las enfermedades metabólicas, como la diabetes. Pero no son solo esas, hay muchas más, como las enfermedades mentales o las neurodegenerativas. Nueve de cada diez españoles nos morimos por enfermedades que podríamos controlar si supiéramos lo que tenemos que hacer. 

Ya estábamos en una “pandemia” antes de la pandemia. En 2017 murieron 11 millones de personas por mal comer

En 2017 murieron 11 millones de personas por dolencias relacionadas con mal comer (que no por desnutrición) y hubo 50 millones de enfermos crónicos. Al siguiente ocurrió lo mismo, y al siguiente lo mismo o más, porque esto va in crescendo año a año. Si esto lo traducimos en positivo sería: “¿Cómo podríamos haber salvado la vida de 11 millones de personas?” Son unos datos que me siguen poniendo los pelos de punta después de llevar años en esto.

¿Tenemos normalizada esta situación?

Sí, absolutamente normalizada. Porque los datos que recibimos, por otro lado, son que la esperanza de vida aumenta y que gestionamos muy bien la enfermedad. Lo cual es cierto. Pero no gestionamos bien la salud. No le damos valor. Todos entendemos que es absolutamente normal que con 40 años ya empieces a tener colesterol o hipertensión, o que empieces a tomar estatinas, o que tengas sobrepeso. Pero es que también estamos empezando a normalizar esta situación en jóvenes y en niños. Es como si lo viviésemos como una especie de maldición que tenemos que pagar por vivir en esta sociedad. Bueno, pues yo creo que no.

¿La vida occidental está mal diseñada?

Totalmente. Tenemos infinidad de cosas buenas. Como decía, hemos mejorado en la esperanza de vida y en la gestión de la enfermedad. Sin embargo, yo creo que en el estilo de vida de la sociedad que entre todos hemos montado, trabajar la salud es una carrera de obstáculos. Antes, las generaciones que nos precedieron, por supuesto que tenían que enfrentarse a otros retos, como las infecciones, pero nosotros ahora nos tenemos que enfrentar al reto de nuestra manera de vivir. Hemos generado un ambiente que llamamos “obesogénico”, que es que todo predispone (salvo que tú decidas lo contrario y ofrezcas resistencia) a mal comer, al sedentarismo, al estrés… También tenemos un problema de contaminación que no es irrelevante. Son muchas las condiciones que dificultan la salud. 

¿Cuáles son los obstáculos a los que nos enfrentamos cada día?

El principal obstáculo que tenemos todos es la falta de información basada en la evidencia y, por otro lado, un exceso de información que es muy difícil de manejar. Vivimos en la época de la abundancia y ésta es muy difícil de gestionar. Tenemos abundancia de productos malsanos, tenemos jornadas laborales largas, poca facilidad para que en nuestro día a día nos movamos, los desplazamientos en coche…

Lo que era una hipótesis, ya está confirmado: la esperanza de vida de las siguientes generaciones está disminuyendo

Hay muchísima gente que se levanta de la cama al coche, del coche a la oficina, de la oficina al coche y del coche a la cama. ¿Por qué es importante el conocimiento? Porque si supiéramos de verdad el impacto que tienen las decisiones del día en nuestra salud, yo creo que sería más fácil plantearse los cambios. Pero, de verdad, las personas no saben el impacto que puede tener que tu alimentación se base, por ejemplo, en ultraprocesados. De verdad que no lo saben.

Esta situación está dando paso a afirmaciones como la siguiente: “Hay datos que apuntan que la esperanza de vida de generaciones futuras, por primera vez en la historia, va a disminuir”. ¿Qué está pasando con la infancia y la adolescencia y por qué aún no hay una sensación de verdadera alarma ante esto?

Hace ya bastantes años que la ciencia dice esto. Lo que era una hipótesis ya está confirmado: la esperanza de vida de las siguientes generaciones está disminuyendo. ¿Por qué? Son muchas las razones, pero una de ellas es que los niños, desde que nacen, viven en un ambiente obesogénico y esta es la puerta a muchas enfermedades. El cáncer antes se consideraba una enfermedad de adultos, pero es que se está adelantando, sobre todo en el caso de los de colon, de sangre y hormonales.

Los datos son muy llamativos: si nos enfocásemos en la prevención como sociedad se podrían evitar entre el 30 y el 50% de los casos de cáncer, el 80% de las enfermedades cardiovasculares, el 80% de las diabetes y el 40% de los casos de alzheimer. ¿En qué consiste la “polipíldora” de la prevención contra las enfermedades no transmisibles?

El estilo de vida es el escudo protector de la salud. Todos entendemos lo que es un escudo protector: hemos vivido una pandemia donde el escudo era la mascarilla, la vacuna y la distancia social. El estilo de vida es la “mascarilla” en las enfermedades no transmisibles. 

Son cuatro elementos: no fumes, no tomes alcohol, buena alimentación y una vida activa. Se dice fácil pero es difícil de conseguir por la sociedad que hemos creado.

Son cuatro elementos: no fumes, no tomes alcohol, buena alimentación y una vida activa. Se dice fácil pero es difícil de conseguir por la sociedad que hemos creado. Pero, ¿vale la pena conseguirlo? Absolutamente. A todos nos gusta vivir. 

Otra cosa que hay que entender es que nuestro cuerpo es una máquina de curar. Lo normal es que la mayoría de nosotros nazcamos sanos y permanezcamos sanos. Siempre y cuando le demos los “ladrillos” para trabajar, la fisiología funciona. Y esos “ladrillos” son los nutrientes. Ojo, no los suplementos nutricionales que nos venden en la farmacia, sino la comida.

Cada vez que comemos estamos dándole al sistema inmune lo que necesita para trabajar, a la microbiota para mantenerla saludable, a nuestra cabeza para que funcione perfectamente, a nuestro sistema muscular… A todo. Cada desayuno, comida y cena tenemos una oportunidad de oro de darle a nuestro cuerpo lo que necesita o negárselo. No sólo negárselo, sino darle algo contra lo que tiene que luchar. Lo que también dice la ciencia es que la mala alimentación es una enfermedad inflamatoria. El sistema inmune reacciona ante una mala alimentación como ante a una infección. 

¿Cómo es una dieta sumamente recomendable en términos de salud oncológica y cómo es una completamente devastadora?

Pues la completamente devastadora es la que se lleva ahora mismo en España, que es una dieta mayoritariamente basada en productos ultraprocesados, en carne roja, carne procesada, bebidas azucaradas y alcohol. Esa es la definición de dieta insalubre, súper perniciosa y perjudicial para la salud. Esto es porque es muy calórica, muy poco nutritiva, muy oxidante y es inflamatoria. Estas cuatro palabras son sinónimo de enfermedad. 

Una dieta oncosaludable es aquella que es mayoritariamente vegetal

¿La contraria? ¿La oncosaludable, cardiosaludable, etc.? Es aquella que es mayoritariamente vegetal. Frutas, verduras, frutos secos, legumbres, cereales integrales… Con presencia (en menor cantidad) de pescado blanco, pescado azul, carne blanca, lácteos… ¿Por qué? Porque una dieta como esta es nutritiva, es antioxidante, y es antiinflamatoria.

Pero es importante recordar que en la salud lo primero es: no nos hagamos daño. Deja de beber alcohol, de comer carne procesada, alimentos ultraprocesados… No te hagas daño y, luego, apuesta por la salud. Es como si nos empeñamos en rascarnos una heridita en el mismo sitio cada día y luego ponerle tiritas. Nosotros nos hacemos una heridita en el desayuno, en la comida, y en la cena. Y al principio tenemos recursos, porque nuestro cuerpo es un botiquín, y le pone tiritas, tiritas, tiritas, pero si tú te empeñas cada vez en hacer heridas, llega un momento en el que ya no tienes tiritas y se te acaban los recursos. 

Sin embargo, siete de cada diez españoles dice llevar un estilo de vida saludable, según una encuesta de 2020 del Ministerio de Sanidad. ¿Por qué estamos tan convencidos de esto?

Porque estamos mal informados. Una cosa muy importante es entender que la dieta es la dieta al completo. No hay ningún alimento que, por sí mismo, compense lo demás. Lo que hacemos, porque no sabemos hacerlo de otra forma, es tomarnos los famosos “súper alimentos” y las personas piensan que lo que tienen que hacer es comer mucho de eso. Me como muchas hamburguesas pero al pan le pongo chía. La salud se trabaja, primero, no haciéndonos daño. Y el siguiente paso es comer de todo, que no es tan fácil. Una dieta sana significa que le das al cuerpo todos los nutrientes que necesita, que son muchos.

La industria de la alimentación nos ha vendido que ellos tienen soluciones a nuestra premura de tiempo (los ultraprocesados) y nos han vendido que lo importante de la alimentación son las calorías, la energía. Cuántas madres y padres piensan: “que el niño coma lo que quiera, ¡si lo que necesita es energía!”. La alimentación es mucho más que la energía. La industria nos dice “tú te lo mereces, no tienes tiempo, yo te doy la solución” y “focalízate en la energía que los nutrientes ya te los doy yo en forma de botecitos, en forma de suplementos”. Y no es así. Hay que comer mayoritariamente vegetal y poco procesado. 

¿Qué tienen las plantas que las hacen tan troncales en esta dieta?

Las plantas son una joya de la naturaleza. Es un ser vivo que está quietecito, no se mueve. Y, sin embargo, tiene que luchar, exactamente igual que nosotros, contra condiciones ambientales, contra infecciones… Y eso es lo que las ha convertido a lo largo de la evolución en unos “sacos” de moléculas químicas capaces de luchar contra todo eso. Que las beneficia a ellas y que, si somos inteligentes, a nosotros también. Son los famosos fitoquímicos. Vienen del mundo vegetal y sólo los tienen las plantas. Ellas tienen los más potentes antioxidantes, antiinflamatorios, fibra, vitaminas de todo tipo, minerales de todo tipo. 

No hay suplemento químico, hoy por hoy, capaz de emular lo que tiene una sola fruta

¿Al darle espacio a los suplementos podemos estar desatendiendo nuestra dieta?

Claro. El mejor laboratorio del mundo es la naturaleza. Cuando, por ejemplo, tú ves todas las propiedades que tienen los arándanos, es humano pensar: “me voy a montar una empresa de antocianinas o de todo lo que tengan de bueno los arándanos y lo pongo en una cápsula y ya está, ¿no?”. No se puede, porque el beneficio del arándano es la combinación. Es todo lo que tiene el arándano. No hay suplemento químico, hoy por hoy, capaz de emular lo que tiene una sola fruta. 

Ahora están muy “de moda” las proteínas y parece que sólo nos centramos en eso. ¿Esta “obsesión” puede ser perjudicial?

Pensamos que estamos “desproteinizados” y estamos lejísimos de la realidad. No es precisamente el macronutriente que nos falta. Una vez más, es la industria la que se ha encargado de vender este mensaje. Las proteínas son importantes, pero hay que comer la cantidad justa: no excederse, porque es un trabajo extra para el riñón.

¿Y qué implica alejarse intencionadamente del sedentarismo? ¿Es tan difícil como suena?

Esto también es muy importante porque muchas personas piensan que la vida activa es ir al gimnasio y pegarte unas palizas tremendas. Que también, ¿eh? Es buenísimo. Pero ¿qué nos dice la ciencia? Lo que nos dice es que hay dos componentes que son muy importantes: moverse y no estar quieto. Nuestro cuerpo está diseñado para moverse. Y todo vale y todo cuenta. Hay veces que es más importante evitar el sedentarismo que hacer ejercicio. Está incluso estudiado que es nefasto lo de las personas que van entre semana al gimnasio pero que el viernes se tumban en el sofá y están tres días viendo series. Es importante hacer ejercicios de fuerza, sobre todo en las mujeres después de la menopausia. También ejercicios de flexibilidad y cardio. Pero, sobre todo, hay que evitar el estar sentado, que, en cuanto te descuidas, es lo normal. 

Lo primero que tenemos que conocer para sortear esto es el verdadero impacto que tiene el sedentarismo en nuestra salud. Hablando de cáncer, está directamente relacionado con siete tipos. Hay cosas muy sencillas que podemos hacer como hablar por teléfono caminando, subir escaleras, o ir andando o en bici al trabajo. 

No fumar se considera hoy en día la mayor medida preventiva contra el cáncer. ¿Qué provoca fumar en nuestro cuerpo?

El tabaco es mutagénico. El cáncer es una enfermedad que empieza con mutaciones en el genoma. Ese es el detonante. Y el tabaco tiene cientos de sustancias que van directas a nuestro genoma y que producen mutaciones en él. El tabaco es el principal factor de riesgo de cáncer con mucha diferencia.

La contaminación, exactamente igual que la mala alimentación, lo que hace es generar ese ambiente inflamatorio y de estrés oxidativo que puede favorecer el desarrollo del tumor

Un 43% del cáncer tiene que ver con el estilo de vida, un 27% con la biología y la genética y un 20% del cáncer está asociado al entorno. Este último porcentaje no es nada despreciable. ¿Cómo de malo es el entorno en el que vivimos gran parte de los españoles? 

La contaminación ambiental es el principal factor de riesgo ambiental prevenible, incluyendo la del aire, la atmosférica, pero también la del agua y la del suelo. Vivimos permanentemente expuestos a contaminantes. Y hay muchos compuestos que son mutagénicos. La contaminación, exactamente igual que la mala alimentación, lo que hace es generar ese ambiente inflamatorio y de estrés oxidativo que puede favorecer el desarrollo del tumor. Hay muchos, muchos, cánceres que se podrían evitar con el control y la gestión de la contaminación. 

Y ahora ha aparecido este concepto que es tan bonito y tan importante que es el de “una sola salud” o One Health. La salud ambiental, la salud animal (que también lo hemos visto con la Covid) y la salud humana es una. Todo lo que influye a nivel ambiental influye en el ser humano y todas las actividades humanas influyen a nivel ambiental. Por eso es tan importante la alimentación: porque nuestro organismo necesita los componentes suficientes para “batallar” con este ambiente de contaminantes. Estos contaminantes son como un virus: son algo que nuestro cuerpo reconoce como extraño, por lo que tiene que luchar contra ello. Y a su vez, con la alimentación podemos controlar, y mucho, el cambio climático. Y al cambiar nuestra forma de movernos, también.

El cáncer, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares o la diabetes están aumentando y se dan cada vez a edades más tempranas. Estamos ante una crisis de salud sin precedentes. ¿Cree que esta situación la podemos resolver solamente con acciones individuales? ¿Qué medidas concretas deberíamos exigirles a nuestros gobiernos?

Lo primero que deberíamos demandar es que valoren la salud y trabajen por y para ella. ¿Acciones? A todos los niveles: que cumplan con los compromisos relacionados con la contaminación ambiental, que regulen la publicidad de la industria alimentaria; que la alimentación sea fácil y asequible para todos los bolsillos. No puede ser que un kilo de nuggets te cueste muy poco y un kilo de frutas y verduras cueste lo que cuesta; que trabajen en la divulgación y la educación para la salud; hay que implicar a las empresas en las jornadas laborales, que apuesten por una alimentación sana y por que sea fácil la vida activa dentro de la empresa. 

La salud es una responsabilidad de todos. Lo aprendimos, además, con la pandemia de Covid. Hay que escuchar a la ciencia y responder a ello. Doblegamos la curva de la covid y tenemos que doblegar esta curva de las enfermedades no transmisibles también. Tenemos que parar esto.

A pesar del gran triunfo que sería poner la prevención en el centro, no podemos dejar de recordar la importancia de la investigación. ¿Qué hace la Fundación CRIS contra el cáncer, de la que eres asesora, en este sentido?

La Fundación CRIS contra el cáncer financia la investigación avanzada contra el cáncer y tiene como misión acabar con él. Han recaudado más de 50 millones de euros que invierten en proyectos innovadores y punteros que ya han tenido impacto en un número muy importante de pacientes. Lo recaudan de la sociedad civil y lo destinan a proyectos en hospitales públicos y centros de investigación también públicos. Abarcan muchos tipos de cáncer muy necesitados. La investigación no puede parar. La enfermedad, pero también la salud, beben de la investigación.