España cierra un invierno muy seco y con temperaturas muy altas que la acercan más a los climas desérticos
El invierno que se ahora se cierra ha acercado un poco más a España a los climas áridos del desierto: cálido, seco y con grandes diferencias de temperatura entre el día y la noche. Ha sido la estación invernal con mayor amplitud térmica desde que hay registros en 1965. Las temperaturas máximas se han ido por encima de los 2ºC del promedio y las mínimas se han quedado medio grado por debajo.
“Estas diferencias nos recuerdan un poco a lo que se estudiaba en el colegio de los climas desérticos y, aunque no estamos en un desierto, lo que sí es cierto es que el ambiente soleado y seco propicia que haya esas diferencias entre el día y la noche”, ilustra Rubén del Campo, técnico de la Agencia Estatal de Meteorología.
Este invierno “anómalo” ha resultado ser el tercero más cálido del siglo XXI –solo en las dos últimas semanas de febrero se batieron 18 récords de máximas en diferentes puntos–. De hecho, nunca se han constatado unos meses invernales con temperaturas máximas tan altas (14,4 ºC de promedio).
Al mismo tiempo, la estación ha terminado como la segunda más seca desde 2000 y el quinto desde 1965. En realidad, solo enero palió la falta de precipitaciones con algunas lluvias torrenciales en el norte que, además, “provocaron inundaciones”, ha aclarado Del Campo. En diciembre y febrero las precipitaciones no han cubierto ni un tercio de lo habitual. Resultado: la estación no alcanza ni la mitad de las lluvias.
Un indicador que muestra cómo se ha comportado el invierno es la insolación. Lógicamente, si el termómetro ha subido más arriba que nunca y el agua no ha llegado, el cielo ha estado despejado mucho tiempo permitiendo la llegada de los rayos de sol. Lo normal para esta época del año, según los datos acumulados por la Aemet, es que haya unas seis horas de sol diarias. La media del invierno que termina este miércoles ha sido de ocho horas y veinte minutos. Casi un 40% más.
Mucho más calor de día, más frío de noche, menos precipitaciones y más horas de insolación. Ese panorama climatológico tiene como consecuencia que las reservas de agua en España (32.845 Hm) sea un 2,6% menos que en 2018 y un 16% inferior a la media de lo últimos diez años. El almacén de agua que representa la nieve acumulada en las cumbres está todavía peor. Un invierno muy escaso ha dejado 1.500 Hm de nieve: la mitad de lo que suele ser habitual.
Sin tregua aparente, la Aemet indica que para la primavera “existe una mayor probabilidad de que la temperatura alcance valores superiores a los normales en toda España y de que la precipitación alcance valores inferiores a los normales”.