Ecce crux Domini, Fugite partes adversae, Vicit Leo de tribu Juda. “Esta es la cruz del Señor. Huid, fuerzas del caos. Venció el león de la tribu de Judá”. El obelisco que preside la plaza de San Pedro, en el centro del Vaticano, esconde un gran secreto. Esta expresión, grabada en las cuatro esquinas del mismo no es, ni más ni menos, que una antigua oración para espantar al demonio.
El temor al diablo es una de las constantes de la religión católica, incluso en la actualidad. La eterna lucha entre el bien y el mal ha llegado a nuestros días, y la Iglesia católica se muestra preocupada por lo que estima un “auge” de las posesiones demoníacas, centenares de miles en todo el mundo, tal y como asegura la Asociación Internacional de Exorcistas, que además ha sido reconocida jurídicamente por el Vaticano.
Sin embargo, el propio Vaticano ha dicho que de los “endemoniados” en estudio en todo el mundo, sólo un 2-3% lo eran realmente. “El resto tiene problemas psiquiátricos”, decía hace un tiempo Corrado Balducci, un experto de la curia romana, ya fallecido, conocido por salir en la televisión italiana hablando el satanismo y la vida extraterrestre.
Al frente de esta lucha contra el diablo en la que se ha empeñado la Santa Sede, surge la figura del exorcista, que películas como La profecía convirtieron en algo místico. “Y, sin embargo, casi nunca [sic] tenemos casos de personas que expulsen espuma por la boca, se eleven del suelo o les dé la vuelta a la cabeza”, explica Alfonso (nombre ficticio), uno de los 15 exorcistas que existen en España. Una especie en extinción. Lo que preocupa, y mucho, al Vaticano.
Son pocos los sacerdotes que quieren convertirse en exorcistas. Deben tener un permiso especial de su obispo para “expulsar al demonio”, y deben contar con el apoyo de médicos y psicólogos en el proceso de exorcización que hacen informes previos del paciente. Un médico también es requerido por la ley canónica a estar presente durante todo el ritual. De hecho, las supuestas posesiones son explicables científicamente, física o psicológicamente. Aún así, la Iglesia sigue considerando que en algunos casos sin explicación científica es el demonio que se mete en el cuerpo.
El claretiano madrileño José María Vegas llegó a Rusia como misionero hace 21 años y cuenta su experiencia. Nacido en el barrio de Latina, ahora vive en San Petersburgo. “Venir a Rusia fue una aventura y me ofrecí como voluntario, sin saber a lo que venía” explicaba hace unas semanas en el programa 'Madrileños por el mundo' (Telemadrid).
Hoy da clases en el seminario de San Petersburgo, el único seminario católico en toda Rusia, y es el único exorcista de la diócesis, desde hace nueve años. “No tengo ningún poder especial, solo el nombramiento del obispo, y me limito a rezar”, aclara para los que imaginan poderes sobrenatuales.
Cursos en el Vaticano
Frente a la escasez de exorcistas, la Santa Sede está organizando cursos para entrenar a más sacerdotes. Uno de los profesores es el religioso Benigno Palilla, exorcista de Palermo, que cree que hay un número creciente de personas que visitan a “magos y hechiceros, a lectores de cartas, en lugar de acudir a la Iglesia”. El próximo mes de abril, el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum impartirá un curso de seis días en Roma sobre “el entorno existencial de los demonios”. “Nos referiremos a los temas más candentes de las sectas ligadas al satanismo, a los beneficios de contarles a los poseídos la historia de su liberación”, ha explicado Palilla.
Por extraño que pueda parecer, la preocupación por el demonio ha aumentado en las filas católicas. El mismísimo Papa Francisco habla constantemente del influjo de Satanás, como reflejo de la maldad en el mundo, el auge de las guerras y el odio. El año pasado, durante un seminario para confesores, Bergoglio recomendó a los sacerdotes recurrir a los servicios de un exorcista si sienten alguna actividad demoníaca en su contra. Sin embargo, pidió precaución a la hora de determinar si una persona sufre influencias demoníacas o trastornos mentales.
Hace unos años, durante sus primeros meses como Papa, Francisco saludaba a varios enfermos en la plaza de San Pedro, cuando el sacerdote que los acompañaba le susurró unas palabras al oído. “Santidad, esta persona necesita su bendición. Le han visto 10 exorcistas, le han hecho más de 30 exorcismos y los demonios que lleva dentro no quieren salir”.
Tras escucharlo, Francisco saludó a Ángel –la persona supuestamente poseída–, éste le besó el anillo pontificio y en ese momento cayó en trance. “El Papa no se dejó impresionar, y siguió adelante con su oración”, relataba Juan Rivas, el clérigo que acompañó a Ángel, que quería hacer ver que había habido una exorcización.
Posteriormente, el Vaticano desmintió que Francisco hubiera realizado un exorcismo, aunque sí que oró junto a una persona que, en opinión de quien le acompañaba, tenía a varios demonios dentro.