Martes 23 de septiembre, cinco y media de la tarde. Hace solo unas horas que el presidente del Gobierno ha anunciado la retirada de la reforma del aborto, y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, está a punto de comparecer. En el local de la Asamblea Feminista de Madrid, tres activistas de tres generaciones diferentes –Justa Montero, Inés Gutiérrez y Aitana Garíperez– comparten la espera mientras celebran que el anteproyecto de ley no verá la luz. Llega la noticia: Gallardón dimite y ellas estallan, sus teléfonos vuelven a sonar, hoy no paran de intercambiar felicitaciones. La más veterana, Justa, una histórica del movimiento feminista español, resume en pocas palabras la intensidad del momento: “Es un día histórico”.
Este iba a ser un encuentro diferente, una reunión para hablar de las nuevas movilizaciones que el movimiento feminista prepara en defensa de los derechos sexuales y reproductivos para este domingo 28. Unas protestas en las que han estado involucradas mujeres de generaciones muy distintas que, sin embargo, han tenido que pelear por lo mismo. La sensación, ahora, es de victoria, pero también de alerta.
Justa, de 59 años, Inés, de 20, y Aitana, de 37 años, coinciden en que ha sido una victoria del movimiento feminista. “Nos movilizamos desde el principio, hemos presionado muchísimo y eso ha sido fundamental”, dice Aitana. El éxito, dicen, es haber aunado apoyos y tejer una protesta plural: “El movimiento feminista ha liderado pero ha contado con el apoyo y la participación de cantidad de colectivos sociales. Nos preocupamos de ir buscando alianzas, desde asociaciones de vecinos, sindicatos, partidos, asociaciones ecologistas, asociaciones estudiantiles... Se ha hecho un trabajo a nivel social muy importante y constante en estos últimos tres años”, explica Justa.
El objetivo era, explica Inés, tejer redes y vincular el derecho al aborto “con un contexto más amplio, de recortes y políticas neoliberales, con lo que está pasando con las mujeres migrantes o la falta de educación sexual en la nueva ley educativa”. Lo consiguieron: la expresión más visible fue aquella manifestación en Madrid –El Tren de la Libertad–, una de las más numerosas del último año y en la que convergieron muchos otros movimientos sociales. “Fue un momento muy importante, pero también hay que tener en cuenta que conseguimos que hubiera una movilización constante y que llegó a muchas otras ciudades”, señala Aitana.
Defender derechos
Las tres llegaron a la lucha por los derechos sexuales y reproductivos en momentos muy diferentes. Justa en los años '70, con todo el trabajo por hacer: “Visto en perspectiva hemos conseguido cosas muy importantes. Por otro lado, son tantos años y que todavía tengamos que seguir con los mismos debates y escuchando las mismas cosas a veces es muy desesperante. Lo que me da ánimo es ver los avances en la sociedad que muchas veces no se corresponde con lo que sucede en el plano de la política institucional. Las movilizaciones significan que hay un respaldo al respeto a los derechos de las mujeres. Si ha habido este movimiento de contestación es, además, porque hay muchas otras generaciones que no son la mía están dispuestas a pelear y eso es muy bueno”.
Para Inés, en cambio, esta ha sido su primera batalla por un derecho –el aborto– que ya creía conseguido. El 15M despertó en ella una inquietud que fue creciendo. “Yo en aquel momento no era feminista. Estábamos muy en el discurso de que había muchos avances y que ya había unas cotas de igualdad importantes. Pero con la nueva oleada de recortes y el trabajo de los movimientos sociales durante este tiempo eso se empieza a cuestionar y muchas mujeres jóvenes empezamos a ver otros discursos, entre ellos el del feminismo. Todo ha culminado en este proceso contra la ley del aborto”, cuenta.
Aitana se involucró en un punto intermedio, pocos años antes de que la ley de plazos del Gobierno socialista se aprobara. “Fue una oportunidad, nos centramos en los plazos y en que el aborto saliera del Código Penal”, recuerda. De aquella mejora sustancial pasó a tener que salir de nuevo a la calle a defender lo conseguido. “Ha sido horrible, porque además ha coincidido con un momento vital en que mi generación está planteándose la maternidad. Es todo muy hipócrita, se cargan la Ley de Dependencia, la educación pública y al mismo tiempo te dicen que no puedes abortar si el niño viene con malformaciones”, afirma Aitana que, embarazada de su segundo hijo, confiesa que la norma que se avecinaba le preocupaba también personalmente. “Decidí no pensarlo, quería ser madre y me dije que si pasaba algo ya lo resolvería porque no sabía si la ley habría salido o no para ese momento”, dice.
“Vuestra aproximación es distinta a la nuestra, contesta Justa, nosotras dábamos direcciones para ir a abortar a Londres o a Ámsterdam. Eso para vosotras forma parte de algo a lo que ahora ya podéis acceder, con todos los problemas que ha habido, pero ya se puede hacer aquí”. Inés contesta: “Sí, hemos crecido en un momento en el que parecía que teníamos muchos derechos que, de repente, se nos han ido negando. Creo que vosotras lo vivís como una conquista de derechos, y nosotras como una defensa de esos derechos”.
Más reivindicaciones
La alegría por la retirada del anteproyecto y la dimisión de Gallardón no frena sus reivindicaciones, que quieren dejar claras en la manifestación del próximo domingo. “Lo primero es paralizar el cambio que quieren hacer sobre las menores. Va en contra de la autonomía y de la sexualidad de estas mujeres que, por otro lado, para la mayoría de intervenciones no necesitan el consentimiento de los padres”, prioriza Aitana.
Las tres señalan que el aborto debe garantizarse dentro de la red sanitaria pública, para evitar la estigmatización tanto de las mujeres como de los profesionales de la medicina, y que la objeción de conciencia tiene que ser regulada para impedir las inseguridades jurídicas que siguen existiendo.
“Es algo que forma parte de los derechos sexuales y reproductivos, que es algo más amplio: hay medidas como la educación sexual, que está totalmente fuera del currículo escolar, o que haya acceso a todos los anticonceptivos de última generación. Reividicamos que la sexualidad se pueda dar y disfrutar independientemente del marco afectivo que cada mujer tenga y sea cual sea su sujeto de deseo”, afirma Justa. Aitana insiste: “El problema no es qué hacer con el aborto, sino con los embarazos no deseados. Y para eso es fundamental la educación afectivo sexual, la formación del personal sanitario y hacer un tratamiento respetuoso de las mujeres que toman esa decisión, que no sea una 'gymkana' donde te van dando la información con cuentagotas”.