La primatóloga británica Jane Goodall ha señalado que, aunque el impacto del cambio climático en el planeta es innegable, sigue siendo optimista, y ha advertido a los líderes mundiales de que hay que ir más allá de las buenas intenciones.
La cumbre del clima de Katowice en Polonia (COP24) es la última de una serie de reuniones importantes de las que salen “buenas intenciones” pero, ha apuntado Goodall, “si no se hacen esfuerzos por aplicar los acuerdos no habrá demasiados cambios ni resultados”.
Esta científica, investida hoy 'honoris causa' por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha indicado que aunque cada vez hay más concienciación y preocupación sobre el impacto del cambio climático en la Tierra, existe cierta “apatía” entre algunos ciudadanos.
En parte, porque oyen a algunos científicos decir que “estamos en un punto de no retorno” y también porque algunos líderes, como el estadounidense Donald Trump, “están haciendo lo posible por socavar” los esfuerzos que se hacen para frenar los efectos del cambio climático.
“Pero yo soy optimista”, ha afirmado la fundadora del Instituto Jane Goodall en una rueda de prensa previa al acto de investidura.
Y lo es por cuatro razones. La primera, por la gente joven, quienes “hablan de cambiar el mundo y se implican en ello”; la segunda, por la tecnología que se está desarrollando para reducir el impacto del cambio climático.
En relación a esto, Goodall ha opinado que los gobiernos deberían invertir más en energías renovables y limpias en lugar de financiar energías contaminantes como el gas o el petróleo, y “nosotros, las personas, deberíamos tomar conciencia de nuestra huella cotidiana”.
El tercero de los motivos para seguir siendo optimista es la resilencia de la naturaleza, según Goodall, para quien, “incluso los lugares más devastados, si les damos una oportunidad, pueden recuperarse y volver a jugar un papel esencial para el ecosistema”.
La cuarta de sus razones es “el indomable espíritu humano”, todas aquellas personas que superan las adversidades y que con su trabajo logran cambiar las cosas.
La investidura se celebró en el Paraninfo de la UCM y Goodall recibió de manos del rector de la universidad, Carlos Andradas, varios objetos, entre ellos el birrete laureado, protagonista de una pequeña anécdota: la científica británica tuvo algunas dificultades para mantenerlo recto en su cabeza, lo que provocó en ella risas.
Etóloga, primatóloga y antropóloga, Goodall es considerada una de las principales autoridades en chimpancés en estado salvaje.
Nació en Londres el 3 de abril de 1934 y, tal y como ha contado en su discurso tras ser investida 'honoris causa', desde pequeña sitió fascinación por África y los animales, gracias a los libros.
No demasiada gente a su alrededor entendió esta atracción, pero sí su madre quien siempre la animó, con esfuerzo, a cumplir su sueño.
Después de trabajar un tiempo como secretaria, tuvo la oportunidad de viajar a África y conocer al paleontólogo y antropólogo Louis Leakey quien, impresionado con su conocimiento, le ofreció trabajo como su asistente.
Posteriormente, Leakey la propuso para realizar un estudio sobre los chimpancés salvajes del Lago Tanganika, proyecto que tuvo que vencer la resistencia de los funcionarios británicos reacios a enviar allí a una mujer joven, aunque finalmente accedieron a ello cuando su madre se ofreció a acompañarla.
Así, en julio de 1960, las dos llegaron al Parque Nacional de Gombe, en Tanzania, donde comenzó sus investigaciones sobre los chimpancés, que interrumpió un tiempo para completar su formación -en 1965 se doctoró en Etología por la Universidad de Cambridge-.
Con sus observaciones, Goodall comprobó que los chimpancés comen carne, usan y fabrican herramientas -por ejemplo, palos para extraer termitas de sus nidos-, que utilizan plantas a modo de medicinas, que adoptan a crías cuyas madres han muerto aunque no tengan ningún parentesco con ellas, y que pueden transmitirse conocimientos y experimentar sentimientos como amor, celos o ira.
En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, destinado al estudio y protección de las poblaciones de chimpancés, y en 1991 puso en marcha el programa “Roots & Shoots” (Raíces y Brotes), para concienciar a niños y jóvenes en favor del medio ambiente y los animales.
En 1986 abandonó la selva para intentar explicar al mundo los problemas que sufren los chimpancés y desde entonces dedica buena parte de su tiempo a viajar para difundir la importancia de proteger a los animales y su entorno.
Goodall, quien comenzó su discurso con un sonido de chimpancé -respondido por el público- es 'honoris causa' por 45 universidades y entre otras distinciones tiene el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.