Los incendios forestales registrados en el norte convierten este febrero en el segundo peor de la década
Los incendios forestales de invierno, concentrados en la franja noroeste de la península y asociados mayoritariamente a la creación de pastos para la ganadería, han abrasado este año más del doble que la media de los últimos diez años. A 28 de febrero, el fuego había quemado 14.371 hectáreas de monte, según la recopilación del Ministerio de Agricultura. Multiplica por 2,3 la superficie media arrasada a esta altura del año, que se sitúa en las 6.196 hectáreas. 2019 es, de momento, el segundo peor curso de la década (solo por detrás de 2012) y casi nueve veces más destructivo que 2018 (1.631 hectáreas quemadas en enero y febrero).
Galicia primero, Cantabria después y, hace poco, Asturias, han ido tomando el relevo de los incendios provocados en su mayoría para generar pastizales, como reitera año tras año la Fiscalía de Medio Ambiente. Nada más empezar 2019 se sucedieron dos semanas con múltiples focos incendiarios en Galicia: 90 incendios y más de 600 hectáreas en 15 días muy relacionados con las prácticas ganaderas, como destacaba el doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Serafín González: “Todo son zonas de montaña y de interior; se aprovechan días secos, soleados y con helada, en los que la vegetación está lo suficientemente seca como para que arda”, decía. Los siniestros se concentraron en el Macizo Central de Ourense.
Con todo, lo peor, hasta el momento, se ha producido en Cantabria. Allí se contabilizaron hasta 160 incendios en cinco días a mediados de febrero. Solo en ese mes han ardido 10.994 hectáreas de monte en España cuando el promedio desde 2009 supera por poco las 4.300. Días secos, calurosos y con viento favorecieron la acción destructiva de las llamas prendidas en las quemas ganaderas.
Prender fuego en zonas de pastoreo para eliminar el matorral u otra vegetación y generar pastos es una herramienta ganadera ancestral y repetida. De hecho, parte de las ayudas económicas a la ganadería provenientes de los fondos europeos de la Política Agraria Común favorecen los prados sin mucha más vegetación que la herbácea. En 2008, la Memoria de los fiscales ambientales solicitaba a las administraciones responsables que incidieran en su encargo de conseguir que la población comprenda “lo negativo e irreversible que resultan los incendios forestales, contrariamente a lo que se suele creer por los ganaderos que los provocan para obtener pastos”.
Si todos los años se llevan a cabo estas quemas ganaderas, ¿por qué varía tanto la superficie que termina abrasada? La respuesta proviene de los análisis de la Agencia Estatal de Meteorología. Febrero de 2018 fue “muy frío” y con carácter “húmedo” e incluso casi “muy húmedo”. Llovió más de un tercio por encima de la media. Este febrero, las condiciones meteorológicas han sido exactamente las contrarias.
Los registros de la Aemet son claros: “Un mes de récord. Ha sido el febrero más seco del siglo XXI” y el cuarto desde 1965. Llovió un cuarto de lo habitual. “En el área comprendida que abarca desde el oeste de Galicia hasta el norte de Navarra, las precipitaciones han sido inferiores al 75% de los valores normales”, explica la Agencia. Respecto a las temperatura, el mes ha sido cálido (1,2ºC por encima de la media), pero se han roto 18 topes de temperaturas máxima “especialmente del tercio norte”. También ha sido un mes más soleado de lo normal, con un 44% más de horas de sol.
Los distintos informes del Panel Científico Internacional han analizado cómo el cambio climático influirá en el aumento de la frecuencia y severidad de los incendios forestales. La subida de temperaturas junto a épocas especialmente secas “alargarán las temporadas de incendios”, han concluido en los informes sobre el calentamiento global. La cornisa cantábrica está ilustrando este año esas condiciones propensas a la destrucción.
En Asturias, ya en marzo, han tenido su propia oleada de fuegos invernales: el Principado registró en los primeros días del mes 380 focos en 39 municipios. Las llamas se han comido más de 2.000 hectáreas, por encima de todo lo que ardió en 2018, según explicó el Gobierno autonómico.
Por más que el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, en febrero aludiera a “psicópatas” al hablar de los incendios que devoraron su territorio o la Xunta de Galicia lanzara el mensaje de que una campaña de terrorismo incendiario asoló la comunidad en octubre de 2017, los datos sistematizados en las memorias fiscales reiteran que las prácticas ganaderas provocan la mayoría de estos fuegos que tanto se han descontrolado en 2019. Además, en Asturias, las investigaciones de la Fiscalía y la Guardia Civil han establecido en otras oleadas incendiarias que, hasta el 80% de los fuegos se producen por las quemas de los ganaderos para regenerar pastos.