Las personas intersexuales exigen no ser tratadas como enfermas ni operadas por motivos estéticos
“A los 11 años me di cuenta de que había algo diferente en mi cuerpo, fue en una clase de Conocimiento del Medio en la que hablamos sobre órganos sexuales”, cuenta Olga Fernández. Debido a una afección conocida como hiperplasia suprarrenal congénita nació con genitales ambiguos. “Hace apenas un año, a raíz de aprender inglés y buscar información sobre esta condición, descubrí lo que era ser intersexual y los diferentes tipos que hay”, añade.
En ese momento, esta joven de 25 años se dio cuenta de que era intersexual. Según define Human Rights Watch, estas personas “nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos masculinos o femeninos”.
Aunque este colectivo se encuentra bajo el paraguas de las siglas LGTBI, en España muy pocas asociaciones cuentan con activistas intersexuales. A pesar de esta situación de invisibilidad, sus reivindicaciones han comenzado a estar recogidas en leyes regionales contra la LGTBIfobia. La Comunidad de Madrid y las Islas Baleares han sido las pioneras. La normativa madrileña de identidad y expresión de género e igualdad social y la insular contra la LGTBIfobia recogen las dos demandas principales de las organizaciones internacionales interesexuales: la despatologización y la prohibición de la cirugía genital en los bebés, por motivos que no estén relacionados con la salud.
“Actualmente, estas regiones están al mismo nivel que Malta y Chile, los únicos países del mundo que han prohibido la mutilación genital de personas intersexuales”, indica el jurista Daniel J. García, especializado en intersexualidad y autor del libro Sobre el derecho de los hermafroditas (ed. Melusina).
“Cuando nace el bebé los médicos te dicen que hay que operar de urgencia para determinar el sexo y educarle hacia él”, apunta Lola Pujante, presidenta de la Asociación Española de Hiperplasia Suprarrenal Congénita. “Consideramos que la operación es una mutilación porque es una cirugía invasiva con el cuerpo, el afectado no toma la decisión y se produce por motivos estéticos. Consiste en feminizar o masculinizar (los genitales). Es una intervención consentida (por los progenitores) entre comillas, ¿cómo puedes consentir algo sobre lo que desconoces sus consecuencias?”, indica José Cabrera miembro de la FELGTB (Federación estatal de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) y de la asociación LGTBI Algarabía.
En busca de una ley estatal
Por su parte, la doctora Laura Audí, investigadora del grupo de Endocrinología Pediátrica del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), asegura que esta situación está cambiando. “Es un tema controvertido, en pediatría durante muchos años se ha tendido a realizar cirugías correctoras precoces”, añade. Los colectivos abogan por una ley estatal que equipare en todo el país los protocolos cuando los médicos detectan que ha nacido un bebé intersexual. “Si gobierna el PP vemos complicado sacar una ley que recoja todas las reivindicaciones”, añade Uge Sangil, vocal de Educación de la FELGTB.
Los afectados abogan por esperar, dejar crecer y evolucionar al bebé, y que sea él el que decida con qué género se identifica. A Olga le hubiese gustado que sus padres tomasen esa decisión cuando nació: “Estoy segura de que si hubiesen respetado mi cuerpo como era, las sensaciones serían mucho mayores, no deja de ser una ablación parcial. Y no pienso que el hecho de tener genitales ambiguos acarree problemas, siempre y cuando los padres lo sepan llevar como algo normal y transmitirlo al niño y a la sociedad”.
¿Cómo se origina la intersexualidad?
La intersexualidad tiene más de 40 causas y se origina a raíz de “una etapa distinta en el desarrollo fetal de los afectados en comparación con la mayoría de las personas”, según explica Laura Audí. “La base de la biología plantea que hay un sexo masculino y otro femenino, y estos se basan en el sexo genético, en el sexo de la gónada y en el de los genitales. En las personas intersexuales se producen discordancias entre estos tres factores. Por ejemplo, el sexo genético puede ser masculino pero la gónada es un ovario o una cosa disgenética, que no es nada, y el sexo de los genitales es femenino. Hay muchas posibilidades”, añade Audí.
¿Cómo se determina el género de un bebé en estos casos? “Los médicos intentamos aclarar el sexo genético, las gónadas qué tiene y su función. En base a eso intentamos discutir con los padres a qué género se va a adecuar mejor en su crianza”, añade.
No en todos los casos son visibles los rasgos de la intersexualidad. “Tras el parto me dijeron que había dado a luz a un varón con un micropene, sin testículos. Sin embargo, era una niña tenía con una hiperplasia de la forma clásica severa. Sus gónadas eran femeninas, tenía ovarios y la vagina estaba unida a la uretra”, recuerda Lola
En España no existen datos sobre el número de bebés intersexuales que nacen cada año. “Se puede hacer una estimación, pero es engañosa. Si se aplican los datos de Estados Unidos al contexto español, serían 250 nacimiento al año. Entre el 10% y el 20% de los casos son operados al nacer”, reseña Daniel J. García.
Los colectivos internacionales, como la Organización Internacional de Intersexualidad, aseguran que las cirugías que se realizan a los bebés y que no están amparadas por motivos de salud pueden tener, en algunos casos, graves consecuencias en su futuro como la pérdida de sensibilidad en los genitales, esterilización y precipitación a la hora de adjudicar un género a un bebé. Entre el 8,5% y el 20% de estos menores rechazan el género que le asignaron al nacer, según datos de un estudio publicado en la revista Nature y elaborado por investigadores brasileños.
Por su parte, la doctora Audí afirma que “sí que es posible” llegar a conseguir una cirugía genital que garantice la sensibilidad y deja constancia de la dificultad que tienen muchos padres a la hora de tomar la decisión sobre la operación. Ellos son los que tienen la última palabra, si los doctores les proponen una cirugía genital, tendrán que decidir si la autorizan. “Les crea unos problemas tremendos, a veces los padres no apoyan tener una niña que no parece una niña”, reseña.
Cuando los progenitores se enfrentan a ese dilema, comienzan a buscar información en internet y en ese momento descubren que no existen muchos colectivos a los que puedan consultar. Actualmente solo hay dos: Grapsia, un grupo de apoya a las personas afectadas por el síndrome de insensibilidad a los andrógenos, y la organización que dirige Pujante.
“En España estamos todavía muy verdes en este tema”, asegura la presidenta de la asociación de hiperplasia suprarrenal congénita que incide en el hecho de que ni los progenitores ni los niños reciben un acompañamiento psicológico una vez que han salido del hospital. La ley insular sí que recoge la elaboración de una estrategia de actuación que incluirá esta atención psicológica.
72 horas para tomar una decisión
A la presión de hacer frente esa situación, se añade la urgencia a la hora de tomar una decisión sobre el género del recién nacido ya en el plazo de 72 horas tiene que estar inscrito en el registro civil, el plazo se puede alargar hasta 10 días si hay problemas con la documentación. “Es posible que en ese tiempo no se haya podido aclarar. Luego se puede cambiar el género, pero crea dificultades porque hay que pasar por un juez y es él quién toma la decisión”, apunta Audí.
El jurista Daniel J. García aboga por la eliminación de esa casilla en el DNI para que las personas intersexuales puedan crecer sin tener que hacer frente a los errores que se pueden cometer debido a las prisas. “Así cuentan con tiempo para ver cómo evoluciona el niño, para preguntar a los padres y tomar una decisión”, explica. Alemania aprobó para estos casos la creación de una tercera casilla, una decisión criticada por los colectivos afectados ya que aseguran que vulnera su privacidad.