La primera en salir es una hembra. Es joven y fuerte, pero al pisar la tierra nota cómo le tiemblan las patas. Se siente extraña, desorientada. Es el efecto de los sedantes y de las más de 36 horas de viaje a través del continente africano. Pero, tras unos segundos de duda, la leona consigue clavar sus garras en la hierba y comienza a correr por la sabana. Libre. Mientras tanto, búfalos, cebras y antílopes pastan ajenos a la nueva y dura realidad que se les presenta. El rey de la selva ha vuelto a Ruanda.
La escena tuvo lugar el pasado julio, cuando la organización African Parks liberó a siete leones en el parque nacional de Akagera (Ruanda). Estos siete ejemplares son los primeros que pisan estas tierras desde hace más de 15 años. Los grandes felinos desaparecieron como consecuencia del genocidio ruandés de 1994. Más de 800.000 personas fueron asesinadas y muchos de los que huyeron del horror de la guerra se refugiaron en las cercanías de aquel parque nacional. Allí comenzaron a cazar y envenenar a los leones que suponían una amenaza. Aquella fue la última estocada para unos animales que llevaban tiempo tratando de sobrevivir a la presión humana. Al poco tiempo, todos los leones de Ruanda habían desaparecido.
Los felinos llegaron a la capital, Kigali, tras viajar en avión desde Johannesburgo (Sudáfrica), a más de 3.000 kilómetros de distancia. Desde allí iniciaron un largo recorrido por carretera hasta el parque donde serían liberados. En ocasiones, el trayecto se convertía en una suerte de paseo triunfal de bienvenida. El pueblo ruandés es consciente del trágico final de sus leones, así que las autoridades no han dudado en recibirlos como se merecen. Al paso del convoy, los felinos fueron jaleados por grupos de niños que dando la bienvenida a uno de los 'cinco grandes' del áfrica subsahariana.
La repoblación se debe hacer con leones salvajes
El convoy llegó al parque de madrugada. Los animales permanecieron en cuarentena algo más de dos semanas. Pasado ese tiempo, a los felinos se les permitió entrar en Akagera, un parque natural de más de 112.000 hectáreas, plagado de jirafas, búfalos o babuinos.
Ahora sí, los animales se enfrentan a unos de los momentos clave en este tipo de proyectos, la caza. Si no son capaces de adaptarse rápido al nuevo terreno, perecerán, junto a las esperanzas de todo el equipo que está detrás del proyecto. Pero las leonas no tardan en responder a sus instintos y al poco tiempo la manada se cobra su primera presa. No será la última.
Al doctor Luke Hunter, uno de los mayores expertos mundiales en la reintroducción de leones, no le sorprende la facilidad con la que este grupo se ha adaptado al nuevo entorno y ha comenzado a cazar. “Son leones salvajes y saben muy bien lo que tienen que hacer para sobrevivir”, explica Hunter a eldiario.es. La afirmación puede parecer trivial, pero este conservacionista recuerda que aún existen proyectos que tratan de reintroducir leones que han vivido en cautividad, lo cual, asegura, “es muy arriesgado y ofrece pocas posibilidades de éxito”.
No es la primera vez que se intenta la reintroducción de leones en África. Desde principios de los 90, en el continente se han desarrollado con éxito diversos proyectos de repoblación. Detrás de varios de ellos ha estado el doctor Hunter, que preside la fundación Panthera, dedicada a la preservación de los grandes felinos. Según este investigador, “la reintroducción de Ruanda ha sido muy bien planificada y tiene una alta probabilidad de éxito”. Aunque recalca que, después de la caza, el siguiente hito importante será la reproducción, “que estoy seguro que va a suceder en el primer año, ya que las leonas son suficientemente maduras”.
La liberación ha sido posible gracias a la colaboración de African Parks con la Junta de Desarrollo de Ruanda. El proyecto comenzó a gestarse hace más de dos años. Durante este tiempo, los responsables del parque se han preocupado de buscar ejemplares idóneos para volver a repoblar la sabana de Akagera. Los leones, cinco hembras y dos machos, han sido cuidadosamente seleccionados en base a su futuro potencial reproductivo y a su capacidad de contribuir a la cohesión social del grupo.
Una solución parcial
Este tipo de reintroducciones supone una solución parcial para asegurar la supervivencia de los grandes felinos en todo el mundo. Sin embargo, para Hunter “la verdadera clave para salvar a los leones está en proteger las grandes poblaciones que quedan”. Para ello, insiste el investigador, hay que abordar las principales razones por las que los leones están desapareciendo. Una de ellas, es el envenenamiento y la caza por parte de ganaderos y pastores, que temen que los felinos acaben con su modo de vida. Este es uno de los motivos por los que todos los leones de Akagera han sido equipados con collares de localización por GPS, lo que permitirá al equipo de gestión del parque monitorear sus movimientos y reducir el riesgo de que entren en áreas pobladas. Además, como medida de precaución adicional, el parque ha sido rodeado con una valla.
Otro de los problemas a los que se enfrentan este tipo de proyectos es el de la falta de diversidad genética. Debido a que el parque de Akagera está aislado y no hay posibilidad de que aparezcan de forma natural nuevos leones salvajes, “será necesario ir introduciendo nuevos ejemplares para garantizar que no se produzca la endogamia”, explica Hunter. Desde el parque aseguran que el proyecto no se considerará un éxito hasta que la población de leones se pueda mantener sin necesidad de nuevas introducciones.
No son pocos los problemas a los que se tendrá que enfrentar este grupo de siete leones, pero tanto las autoridades del parque, como los expertos consultados, se muestran optimistas y confían en que la repoblación tendrá éxito. Parece que, tras quince años de silencio, los leones volverán a rugir en Ruanda.