El sistema sanitario público todavía arrastra las grietas que le abrieron los años de recortes de recursos. Cientos de médicos y médicas de toda España se han manifestado este jueves ante el Ministerio de Sanidad y el Congreso “por la dignidad” del sistema sanitario. Lo que más había eran profesionales de primaria, pediatría y urgencias, el primer eslabón del “tapón” en la sanidad pública. A su lado también había especialistas que padecen la falta de plazas y de personal, las guardias obligatorias que no cotizan igual, los recortes de sueldo y la perpetuación de la jornada de 37,5 horas –piden volver a la de 35–.
Todos esos déficits, defienden, tienen como consecuencia la saturación de los centros de salud, la atención deficiente, el alargamiento de las listas de espera y la sobrecarga sobre los sanitarios. Eduardo Díaz, médico de atención primaria, cuenta que “durante la crisis, profesionales y ciudadanos aceptamos solidariamente los recortes que se nos impusieron. Un decenio después, parece que la crisis queda lejos, pero nosotros seguimos recortados”.
Calidad a base de voluntad
“Todo lo que se dice sobre lo buena que es la sanidad española lo conseguimos gracias al esfuerzo diario de los profesionales. Pero llega un momento en el que te agotas. Este es un barco que se está hundiendo”, lamenta Díaz. Este médico atiende una media de entre 50 y 60 pacientes diarios en su centro de Leganés (Madrid). “Lo que supone 5 minutos para cada uno. Pero a veces es menos”. Todos los médicos coinciden en que son necesarios, al menos, 10 minutos.
“Un lunes después de un puente te puedes encontrar 45 citados y 25 que entran de urgencias. Y estos números no son excepción, ni se limitan a la temporada de gripe: en verano es igual y no tenemos suplentes, que además tienen condiciones laborales indignas, sin vacaciones y con contratos de un día”, continúa Díaz. “Esta situación está provocando que nuestros médicos más jóvenes, muy bien formados aquí, se estén yendo a otros países de Europa, o a EEUU, con mejores condiciones”.
“Esto funciona como vasos comunicantes”, explica Ignacio García, oftalmólogo en Baleares, uno de esos especialistas que este jueves habían viajado a Madrid. “Si una pieza no funciona se obstruye todo el sistema”. Martín March, cirujano de la misma comunidad autónoma, apunta a que “la sanidad universal cuesta dinero, no es gratis, hay que poner recursos. Se ha aprovechado mucho la buena voluntad de los médicos: deberías ver a diez pacientes, pero un día aceptas a 20. Al ver que podías con 20, el gerente del hospital te acababa poniendo 40. Así se genera esto”.
Tres niños citados a la misma hora
De A Coruña a Madrid fueron a protestar este jueves Ascensión Yeguas, médica de familia, y María Herminia Vázquez, pediatra, una especialidad con una falta de plazas en toda España acuciante y especialmente grave en zonas rurales. Vázquez cuentan que tiene “un cupo, es decir, una población que depende de mi consulta, de 800 niños, pero si un día falta mi compañera no hay sustituta y asumo yo los suyos, así que son 1600. Eso implica entre 30 y 60 pacientes diarios, no se puede saber cuántos porque todo el que llega es atendido, no tenemos límite. Yo he llegado a tener dos y tres pacientes citados a la vez. Y cada minuto, muchas veces, es habitual: una cita a las 18:00, otra a las 18:01, siguiente a las 18:02”.
Ascensión por su parte, afirma que este miércoles tuvo a 45 personas, pero a las 13:00, poco antes de que finalicen las consultas, tuvo que salir en ambulancia medicalizada para atender a un paciente. Después, volver a su centro porque todavía quedaban en la sala de espera cuatro personas. Su jornada se alarga por tarde. “Si no hay sustitutos, luego tienes que volver a consulta más veces de las que te tocaría y ampliar el horario. Tenemos siempre menos de 6 minutos para cada persona. En atención primaria hay además sobrecarga porque no hay filtro, pasa todo el mundo, ayer me llegó un peregrino con una ampolla”.
Sara Maestre, médica del trabajo –es decir, la población a la que atiende son los propios trabajadores del hospital– en la Región de Murcia, reporta muchísimos más casos los últimos años entre los profesionales “de enfermedades relacionadas con el estrés. Es una patología muy diversa, desde problemas de hipertensión, insomnio, depresión y otros problemas psicosociales. Los médicos no desconectan, están supercargados. ”Vamos tirando entre todos con buena voluntad, con profesionalidad, con dedicación, y con tristeza“.
El compañero de Maestre, Clemente Cansado, de atención primaria y también desde Murcia, apunta además que mucho trabajo se pone en manos además de profesionales de más de 60 años –aunque a partir de los 55 ya no son obligatorias las guardias–: “No hay recambio generacional. Tenemos un problema de demografía sanitaria muy importante en España que se va a ir agravando los próximos diez años”.
“La conciliación es imposible”
En Teruel, Jesús Martínez, en urgencias del hospital Obispo Blanco, el envejecimiento de la población crea situaciones muy específicas: “Un abuelo de 85 años tiene que ir decenas de veces más al médico que un chaval de 25 años. Esa diferencia en la población no se corresponde con los medios”.
“La mayoría somos vocacionales, pero eso no puede ser una herramienta para que se nos explote. Estas condiciones de trabajo, además de no dejar prestar atención a los pacientes, hacen que todos estemos quemados”, decía Eduardo Díaz de Madrid. Begoña Paredes, de urgencias en el Hospital San Agustín de Avilés (Asturias), ponía el dedo en otro asunto: “Las mujeres estamos penalizadas”.
“No tener personal ni medios repercute en los malos horarios, no permiten la conciliación. La maternidad es muy difícil, además, por el agravio de que durante el embarazo no tenemos extra de guardias”, seguía Paredes. La también asturiana Mari Luz Asensio, lo resume: “La gente acaba yendo a urgencias por una herida o porque se ha torcido el tobillo. Se acumulan pacientes, te meten guardias sin esperarlo, cambios de horarios constantes. Es una dedicación personal y un esfuerzo que no se recupera”.