Este viernes, el Papa Francisco acudirá a la sede de Naciones Unidas en Nueva York para pronunciar un discurso ante la Asamblea General de la ONU. Unas palabras que, antes de ser pronunciadas, han causado “revuelo preventivo”. Y es que, hoy por hoy, Bergoglio se ha convertido en el principal actor diplomático global, con sus decisivas intervenciones para el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos después de medio siglo de Guerra Fría (el viaje que está llevando a cabo Francisco es la primera muestra del deshielo, y un primer paso para el fin definitivo del bloqueo), su llamamiento a la paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC, su llamamiento a la paz en Siria o Irak, su mediación entre israelíes y palestinos y su toma de postura ante la crisis de los refugiados, ordenando a todas las parroquias de Europa que acojan a una familia siria.
Después del intenso alegato en favor de la libertad y contra la pena de muerte ante el Congreso de los Estados Unidos, fuentes vaticanas consultadas por eldiario.es aseguran que el discurso en la ONU está marcado en rojo en la agenda papal. El Pontífice que ha denunciado en varias ocasiones la existencia de “una Tercera Guerra Mundial a trocitos”, reclamará a la Asamblea General un cambio en sus estructuras, para terminar con el marasmo y la inacción que supone la existencia del actual Consejo de Seguridad, conformado por la potencias ganadoras de la II Guerra Mundial, con capacidad de bloquear cualquier decisión. Y es que, 70 años después del final de la última gran contienda bélica global, los polos han cambiado.
La gran apuesta del Papa Francisco, como ya plasmó en su encíclica “Laudato Si”, pasa por cambiar el modo que tiene la comunidad internacional de afrontar los problemas. “Se necesita un nuevo sistema de gobierno mundial para hacer frente a esta amenaza sin precedentes”, afirma Bergoglio, quien busca romper el discurso de la Guerra Fría y abrir nuevos marcos de relaciones. No puede ser, opina Francisco, que Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia tengan capacidad de veto respecto a los problemas del mundo. “Hacen falta marcos regulatorios globales”, subraya Bergoglio en su encíclica.
Los países emergentes, como Brasil, India o el continente africano, deben tener, voz, y voto, en la toma de decisiones, que han de ser más rápidas y consensuadas, no impuestas por los poderes económicos y financieros que nos han llevado a la crisis actual. También organismos regionales, como la Liga Árabe, especialmente a la hora de hacer frente a desafíos como el del Estado Islámico. Las organizaciones sociales y la ciudadanía tiene, según el Papa, el derecho a alzar la voz, y a que ésta sea tenida en cuenta.
“Un indignado más”
Como un “indignado” más, Bergoglio subrayaba en Laudato Si que “el derecho a veces se muestra insuficiente debido a la corrupción, se requiere una decisión política presionada por la población. La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos”.
El empoderamiento de la ciudadanía es uno de los ejes de la nueva gobernanza global que pretende Francisco. En la sala de la Asamblea General, Bergoglio también hablará de la lucha contra el hambre y la “cultura del descarte”, y en favor del acceso universal a los sistemas de salud, así que una lucha decidida por el reparto equitativo de bienes. Algo íntimamente ligado con la pobreza, la defensa del medio ambiente (la cumbre del Clima de París de diciembre se antoja sumamente relevante) y con los flujos migratorios.
“Es precisa una solidaridad global, como antídoto de la indiferencia global”, dirá Francisco este viernes ante los principales líderes del mundo. Obama, Putin, Raúl Castro -que se estrena en Nueva York-, Felipe VI... Los principales líderes del mundo global han modificado sus agendas para estar presentes en el discurso del Papa que, según Obama, es el “emperador de la paz”, y que propondrá a las naciones del mundo que trabajen decididamente para acabar con las injusticias que sacuden la Tierra y que provocan violencia y guerras a lo largo y ancho del planeta.
“Todos somos responsables de todos”
Y es que, como afirmó Bergoglio este martes, “todos somos responsables de todos”. Esta es una de las grandes lecciones que Francisco quiere que asuman los líderes mundiales. Una responsabilidad que se hace patente en los inmigrantes muertos en el Mediterráneo, “un gigantesco cementerio”, víctimas de las mafias y del miedo de miles de personas que huyen de la muerte y la violencia, también en nombre de la religión.
Las mareas de personas atascadas en el centro de Europa, que corre el riesgo de convertirse en un gigantesco campo de refugiados, son el último ejemplo de la urgencia de desarrollar una política global, que permita que la igualdad de derechos de todos los hombres y mujeres del planeta, sea algo más que un bello propósito escrito en la Declaración de Derechos del Hombre. 70 años después de su fundación, Naciones Unidas reclama una renovación urgente, o corre el riesgo de desaparecer. Las palabras que pronunciará el Papa este viernes girarán en torno a esta reforma, que algunos tildan de revolución. Y que se antoja más necesaria que nunca.