La farmacéutica estadounidense Pfizer calcula que ingresará más de 12.000 millones de euros en 2021 por su vacuna contra la COVID-19, Comirnaty. Espera que el margen que se quedará, tras restar gastos pero antes de pagar impuestos, será al menos del 20%, según las previsiones para inversores expuestas por la compañía el 2 de febrero.
Las expectativas de ingresos que anuncia Pfizer se basan en la capacidad de fabricar (y distribuir) una cantidad fabulosa de dosis de su suero, y en unas previsiones de futuro con fuerte carga epidemiológica. Entiende que el SARS-CoV-2 seguirá muy presente en nuestras vidas y habla de la “potencialmente duradera necesidad a largo plazo de vacunas contra la COVID-19”.
“Esperamos fabricar 2.000 millones de dosis este año, pero para las proyecciones solo hemos incluido las que están cubiertas por contratos sólidos de distribución con varios gobiernos”, dijo en la presentación el CEO de Pfizer, Albert Boulia. En ese sentido, tiene apalabrados hasta mayo 200 millones de dosis con Estados Unidos y otros 300 millones con la Unión Europea. Boulia insistió en que “seguimos en negociaciones para firmar contratos adicionales” por lo que la farmacéutica informa de que estas previsiones pueden ajustarse al alza en el futuro.
Comirnaty, que ha sido desarrollada por BioNTech, es una vacuna de alta complejidad, basada en la tecnología de ARN mensajero y que impone una logística muy exigente: conservación a frío extremo, preparación precisa para inyectarla e imposibilidad de guardar los sueros una vez diluidos. Sin embargo, esa misma capacidad mostró fisuras para cumplir con los compromisos de distribución al comienzo de la campaña de vacunación de la Unión Europea. Nada más arrancar, la farmacéutica restringió los envíos durante un par de semanas. Sin embargo, el directivo ha asegurado que la compañía ha “explorado planes para incrementar el número de dosis que podremos producir”.
Ayuda para fabricar más
Para aumentar la producción de dosis, satisfacer sus compromisos y la “terrible necesidad de vacunar a más personas”, en palabras de Albert Boulia, a Pfizer no le llega con ampliar sus instalaciones. Además, ha firmado contratos con otras farmacéuticas que fabricarán sus vacunas. Novartis comenzará a producirlas en el segundo trimestre del año, según anunció la empresa suiza. Sanofi ha firmado un acuerdo similar con BioNTech, la socia de Pfizer. Pero también cuentan con que tanto EEUU como Europa han admitido que con la misma cantidad de suero en cada vial enviado a los países se contabilicen seis dosis en lugar de las cinco inicialmente indicadas, según explicaba Boulia. La famosa sexta dosis que hay que poder extraer de los frascos con las jeringuillas adecuadas. Misma cantidad, mayor número de dosis registradas.
En contraposición, la iniciativa planteada en diciembre pasado por India y Sudáfrica en la Organización Mundial del Comercio para levantar temporalmente las patentes sobre las vacunas contra la COVID-19 y facilitar así la producción masiva global no sale adelante. Este jueves hubo una nueva ronda de contactos en el comité de propiedad intelectual en la que se evidenció la división entre países desarrollados, que no apoyan esta vía, y los países empobrecidos.
La organización Médicos sin Fronteras ha rastreado qué países están en contra y a favor. En el bloqueo, según MSF, están EEUU, Australia, la Unión Europea, Noruega, Japón o Brasil. Apoyan suspender las patentes temporalmente prácticamente todos los países de África, América Central, sureste de Asia o India. China no tiene postura definida, recuenta la organización. El representante surafricano lo ha llamado “nacionalismo de vacunas”.
Pfizer firmó en enero un contrato con la iniciativa COVAX impulsada por la OMS –que intenta facilitar vacunas a 92 estados de ingresos medios o bajos– por la que aportará 40 millones de dosis “a precio sin beneficio”. 12 veces menos que las dosis comprometidas, a precio con beneficio, solo para EEUU y la Unión Europea.
Precisamente este viernes, el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha pedido a los pasíses desarrolados que compartan dosis con los estados empobrecidos para acelerar la vacunación global y alcanzar la inmunización. Así se evita que el virus pueda mutar y mutar en millones de infectados hasta crear nuevas cepas más peligrosas. También ha instado a las farmacéuticas a colaborar entre ellas para “lograr una fabricación de vacunas masiva”.
Irene Bernal, de la Fundación Salud por Derecho, explica que la iniciativa presentada en la OMC serviría para afrontar “una situación de enormes dimensiones como es la dificultad para producir vacunas suficientes contra la COVID-19”. Bernal recuerda que “los estados invirtieron mucho dinero en investigación para las vacunas e incluso aseguraron más dinero mediante los contratos de pre-compra que les garantizaban la producción. Luego han llegado problemas a la hora de fabricar, pero cuando aparece una iniciativa que multiplicaría las dosis y facilitaría el acceso universal al medicamento… no se respalda”. ¿Lesionaría esto el negocio tal y como lo acaba de describir Pfizer? “Se trata más bien de transferir el conocimiento [de la vacuna] para un bien general”, contesta Bernal. “Es difícil saber si esto haría perder a Pfizer. Pero lo que sí es seguro es que, con esta pandemia, las farmacéuticas están ganando”, remata.
La compañía estadounidense ha asegurado que no había recibido fondos públicos para los 1.300 millones de euros que, calcula, ha invertido en la vacuna. “Una increíble, increíble, cantidad de recursos que hemos destinado al desarrollo de una vacuna segura y efectiva contra la COVID-19”, ha calificado Boulia este febrero. En abril de 2020, Pfizer anunció su alianza con BioNTech para buscar un suero contra el SARS-CoV-2. Pagó 60 millones de euros a BioNTech en virtud de ese acuerdo y compró otros 94 millones de euros en acciones de la farmacéutica alemana. BioNTech, por su parte, sí percibió más de 300 millones de euros públicos del Gobierno germano y financiación del Banco Europeo de Inversión.
Bernal admite que una iniciativa como la que pide levantar las patentes obliga a “pensar qué implicaría eso para los contratos ya firmados por empresas como Pfizer, Janssen o Moderna. Pero lo importante es que hubiera voluntad política”. Y avisa: “Esta pandemia va a obligar a más vacunaciones a largo plazo. Si no es el momento para revisar las reglas de juego de la innovación, producción y acceso a los medicamentos, no sé cuándo va a ser”.
“Necesidad a largo plazo”
El análisis es compartido, aunque de manera indirecta, por la propia Pfizer, que explica que es “probable la necesidad de refuerzos para mantener la respuesta inmune y contrarrestar la aparición de variantes [del virus]” al tiempo que señala la “flexibilidad” de la tecnología del ARN mensajero para afrontar esas nuevas variantes que “no estén bien cubiertas por BNT162b2”, la denominación técnica de su vacuna.
Pfizer, junto a BioNTech, ganó la carrera internacional para el desarrollo en tiempo récord de vacunas seguras y eficaces contra la COVID-19. Anunció grandes resultados del 95% de eficacia en noviembre de 2020. El 2 de diciembre obtuvo una autorización para uso de emergencia en el Reino Unido. Solo nueve días después, EEUU también permitió este uso en su territorio, lo que ha permitido, según explica la compañía, “ventas por valor de 128 millones de euros en el cuarto trimestre”. Ante el desarrollo acelerado de los acontecimientos, el Gobierno alemán forzó un adelanto en la evaluación de la vacuna para la Unión Europea. La Comisión autorizó la Comirnaty el 21 de diciembre de 2020. Las imágenes de las primeras personas vacunadas en el mundo contra la pandemia fueron con inyecciones de Pfizer/BioNTech.
El CEO Albert Boulia, al repasar el ejercicio 2020, subrayó un apunte significativo: la farmacéutica obtuvo un crecimiento del 13%, fuera de EEUU, de su vacuna Prevenar 13 debido al aumento del consumo en adultos de este fármaco “por una mayor conciencia sobre las vacunas que ha surgido desde la pandemia de COVID-19”. El directivo de Pfizer tuvo que añadir que “debo hacer notar que Prevenar 13 está indicada para prevenir la neumonía por infección de la bacteria pneumococo, no por el SARS-CoV-2”. Es decir, no sirve contra la COVID-19.