Dan las dos de la tarde y el hambre aprieta. No en vano, la jornada de paro de este 8 de marzo ha comenzado pronto. Sin contar con la cacerolada de las 12 de la noche en la Puerta del Sol, a lo largo de la mañana se han ido sucediendo por todo el país diferentes lecturas de manifiestos, piquetes informativos y actividades, a las que se han sumado miles de mujeres.
En Madrid, la cita para un almuerzo que ha secundado también la huelga de servicios y cuidados (es decir, no comprar y no cocinar) ha estado protagonizada por un picnic en la cuesta del Moyano, junto a Atocha, de donde partirá a las 19 horas el plato fuerte: una manifestación que se prevé multitudinaria.
Con grupos de mujeres ocupando poco a poco, y bocadillo en mano, la cuesta, todas las conversaciones giraban en torno a las reivindicaciones de este 8M que “ha tenido representación en todos los barrios”, tal y como destaca Yara, que está haciendo huelga con un grupo de amigas. Por la mañana han participado en la concentración en bicicleta en Sol y, después, en la lectura del manifiesto en Lavapiés. A la hora de la comida “toca coger fuerzas con un caldito que han preparado los chicos”.
Se refiere a los grupos de hombres de La Ingobernable y la Asociación Vecinal de Arganzuela, que se han trasladado hasta el picnic para proveer a las huelguistas de comida caliente y apoyar así la huelga de cuidados. A otros les tocará cocinar en casa “si quieren comer”, comenta Eva, que ha acudido a la concentración con Luisa y Elena para repartir poemas escritos por mujeres. Las tres forman parte de la asociación de mujeres poetas, “muchas veces invisibilizadas”, Genialogías, y han agotado las copias nada más llegar.
Mabel, Susana y Estrella son tres amigas que aprovechan este parón para comentar cómo se está desarrollando la huelga y qué esperan de la manifestación de esta tarde. “Como poco, que supere todas las previsiones”, destaca Mabel, a quien le gustaría “ver muchos hombres en la parte mixta” y “que el mundo pare porque paramos las mujeres, pero también que, durante un par de horas, lo haga porque se nos reconoce”.
Entre las cientos de participantes en este picnic feminista se encuentran mujeres de todas las edades, pero Susana destaca “el relevo generacional”. Nerea y Alina, de 18 años, son solo dos ejemplos. “Es mi primera huelga y me gusta mucho el ambiente, hablas, te relacionas con otras chicas”, cuenta la segunda, mientras su compañera destaca el “buen rollo” de una jornada que es ante todo reivindicativa: “El objetivo es que se acabe con la desigualdad, que no nos maten y que nos respeten”.
Elisabeth Cordero es portavoz del movimiento 8M y miembro del colectivo de Feminismo Comunitario. Desde la noche, ella y sus compañeras han participado en todas las convocatorias de los distritos madrileños de esta huelga que “es un éxito desde el momento en que todo el mundo habla de ella en todos los sitios”. El picnic es una más de las actividades en las que visibilizar la lucha de estas “mujeres diversas, pero que asumen las reivindicaciones de todas”.
Pancartas, globos, pelucas y hasta disfraces para mostrar el hartazgo por la situación de la mujer. Como los de un grupo de amigas que trabajan en temas sociales y que se han venido a denominar #Zebración8M, ataviadas en pijamas de cebra para mostrar lo que les raya: desde el amor romántico hasta el techo de cristal, pasando por la triple jornada o el heteropatriarcado. Beatriz, una de ellas, se congratulaba justo antes de comer los bocadillos que prepararon ayer de que “por fin haya un movimiento como este” y vaticina una manifestación que “va a ser la leche”.
Todas coinciden en que la huelga se está desarrollando en un ambiente “relajado”, rodeado de “buenas sensaciones”, “emotivo” y “menos cañero” que en otras convocatorias. Pero advierten: “Estamos cogiendo fuerzas para las 7 de la tarde”.