Lleva un par de décadas estudiando el monte gallego y por tanto también los incendios, un fenómeno que aparece consustancial a Galicia, donde en los últimos 40 años ha ardido la superficie equivalente al 55% de la comunidad. Y desde este curso dirige la Escuela de Ingenieros Forestales dependiente de la Universidad de Vigo.
El sector lo reconoce como una eminencia y Juan Picos (Madrid, 1971), pide fijarse en lo que sucede en otros países europeos y huir de las soluciones fáciles a un fenómeno con causas muy variadas. Defiende que hablar de tramas organizadas de incendiarios es falaz aunque pueda servir para calmar la conciencia como sociedad.
Pide a las administraciones que intervengan ante la propiedad de los montes abandonados y que el debate no se reduzca a eucaliptos sí o eucaliptos no. La conversación transcurre por teléfono. Picos insiste mucho en que hay empresas y propietarios haciendo muy bien las cosas –al nivel de los países más avanzados en el sector forestal– y recuerda que este campo representa el 12% de la economía de Galicia.
Seguro que le suena lo que está leyendo. Tramas organizadas que queman el monte, plantaciones de eucaliptos multiplicadas por el territorio… Cada vez que sucede una oleada de este tipo se suceden las explicaciones sencillas (algunas ni siquiera basadas en pruebas) a un problema que es mucho más complejo… ¿Cómo se ve desde esa la orilla de los expertos que estudian esto cuando se apagan las llamas y desaparecen los titulares?
Cuando ocurre una de estas el ser humano tiende a reaccionar con las tripas, busca una explicación rápida y un culpable rápido y unas medidas que ante una protección de amenaza nos ayuden. Los técnicos no huimos de esa primera reacción con el corazón, hemos tenido cuatro fallecidos y un montón de daños y es inevitable pensar en la gente afectada pero nuestra respuesta debe ser cerebral. Es lo que nos permite huir de reacciones infantiles. Se trata de un problema muy complejo y con tantas ramificaciones que al final uno ve la única consecuencia que es el fuego y puede hacernos pensar que todo es más sencillo. El origen es muy diverso.
Es difícil explicar a la población en general que lo que sucedió ayer obedece a muy distintas causas y que no hay algo organizado detrás.
Quien no se pare a reflexionar y a estudiar estos fenómenos con detenimiento puede improvisar explicaciones sencillas y tranquilizadoras. No hay ninguna evidencia de que lo de ayer sea muy diferente en número o en causas de lo que ha podido pasar en otros momentos de repuntes del número de fuegos.
Y probablemente no es muy distinto a lo que sucedía la semana pasada. Lo que sucede es que la semana pasada ocurría en Lobios (en el parque do Xurés, la frontera con Portugal) y no trascendía como cuando sucede en una zona mucho más urbana. Y además este fin de semana han jugado factores coadyuvantes: la situación climatológica, ese calor y ese viento que lo dificulta todo. Controlar 30 incendios de una hectárea es sencillo, controlar 30 incendios de 30 hectáreas empieza a ser difícil y en el momento en que se te va un incendio a las mil hectáreas es fácil que haya más porque es imposible extinguirlos todos a la vez. A veces no nos damos cuenta del factor que nos trae hasta aquí y penamos que alguien quería hacer un incendio de 4.000 hectáreas en el entorno de Vigo. Pues probablemente no exista ese alguien. O probablemente existió alguien que quiso crear un fuego para algo pero no un incendio.
El 95% de los detenidos por la Guardia Civil y la Policía Autonómica lo son históricamente por imprudencias. ¿Cuál es esa multicausalidad de la que siempre hablan los expertos?
Escuchamos habitualmente que la mano del hombre está detrás. Todo el mundo que ha investigado los incendios encuentra ese factor humano pero eso no significa que sea doloso, que se quiera causar un daño. Hay muchas negligencias, accidentes y hay veces en que esos descuidos en las circunstancias de ayer hacen muy difícil deslindar una mera imprudencia de una imprudencia con un resultado terrible.
Un corte con una radial que suelta chispas, quien ha querido quemar unos restos, quien ha visto que como podía llover pronto quiso generar un rebrote de los pastos con una vegetación relativamente seca… Y seguro que también hay enajenados, hemos visto que lo hay, dudo de que solo tengamos vandalismo en la sociedad urbana, también en la rural existe pero esto no lo explica todo. Y además puede haber muy factores determinados que no buscan el incendio pero que lo acaban generando.
Y en unas circunstancias climáticas como las de ahora hay muchos incendios que se reavivan cuando los medios acuden a otra emergencia. Y hay mucha propagación a distancia. Si el presidente [Alberto Núñez Feijóo] dice, y yo estoy de acuerdo, que las pavesas pueden saltar el río Miño y venir de Portugal, pues igual que saltan el río Miño, también saltan de una aldea a la de al lado. Si mezclamos todo eso, lo que se produce es una situación de cierto nerviosismo colectivo.
Usted es experto forestal, profesor universitario y ha participado en distintos foros donde se debate desde distintos campos. ¿Alguna vez ha oído alguna teoría sólida sobre mafias o tramas de incendiarios organizadas?
La semana pasada en Portugal un experto respondía a esta misma pregunta y defendía que en el fondo ese era un mecanismo de la sociedad portuguesa para quitarte responsabilidades. Cuando estas cosas ocurren es humano pensarlo. Hago mía esa frase. Además, en el noroeste de la península Ibérica siempre aparece alguien que intenta explicarlo de una manera simple. En Grecia sucedió algo parecido con sus repetidas oleadas de incendio y si lees la prensa en California seguro que hay alguien intentando buscar explicaciones de este tipo. En ningún caso acierta esa hipótesis.
¿Usted también cree que aludir a supuestas tramas organizadas es una forma de sacudisnos la responsabilidad como sociedad?
Claro. En el fondo es una respuesta humana y defensiva. Se hace una perífrasis peligrosa. Algún responsable político en Galicia a lo mejor está tratando de decir que quien genera un punto de calor que puede dar lugar a un incendio en período de alto riesgo probablemente es culpable de casi terrorismo ambiental.
Pero será ese y los otros 300 que lo hicieron por separado sin ninguna conexión. Intentar ensayar esa perífrasis acaba generando el efecto contrario y hablando de tramas incendiarias. Todo el mundo lo ha investigado, Policía, Guardia Civil, Fiscalía, agentes especializados incluso en delitos de terrorismo y siempre se ha descartado la existencia de esas mafias organizadas.
Galicia tiene 27.000 núcleos de población, algunos con muy pocos habitantes. El rural se abandona y no parece que la tendencia puede reconducirse… El problema va a seguir ahí.
Desde el punto de vista del territorio se están produciendo dos fenómenos negativos. En las zonas más rurales se produce ese abandono que genera incendios forestales que, en el peor caso, acaban generando evacuaciones puntuales y cientos o miles de hectáreas afectadas.
Pero la realidad también está generando una tipología más peligrosa donde lo urbano y el abandono rural se mezcla. Y el ejemplo es la zona cero de esta noche en el entorno de Vigo.
Se trata de una progresiva urbanización que ha ido adentrándose en el monte de una manera más o menos caótica de acuerdo con los últimos 20 años de urbanismo en este país y donde se concentra mucha más población y mucho más abandono porque algunas de esas fincas acaban teniendo una vocación de especular para que se vendan a un precio muy superior más adelante.
Ese interfaz rural-urbano que solemos llamar los técnicos es mucho más peligroso porque afecta a bienes y vidas de manera más importante y es un territorio más complejo de trabajar. En el monte siempre puedes acabar retranqueándote y buscar un lugar donde te puedes hacer fuerte y defenderte del fuego, pero eso no lo puedes hacer en zonas donde si retrocedes 100 metros has dejado en el frente del fuego una casa o una infraestructura. Ese territorio donde empiezan a desarrollarse estos fuegos debe ser estudiado porque eso no es un incendio forestal tradicional.
Dijo alguna vez que igual que sería inconcebible que la población de San Francisco no sepa qué hacer con un terremoto, también la de Galicia debería aprender a responder a un incendio.
Lo que hemos visto desde ayer por la mañana en los vídeos, las redes sociales… la verdad es que pone un poco nervioso ver que no estamos preparados para afrontar socialmente este tipo de situaciones.
Porque se ha demostrado que esta lotería nos viene tocando. En 2005, la oleada de 2006, en 2011 hubo un período complicado, vimos lo que pasó a principios de verano en Portugal. Deberíamos intentar prepararnos y hay cosas que tienen que ver los poderes públicos, pero también con la gente. Cuando uno ve cómo se colapsa una autopista porque los conductores insisten en circular por los dos carriles en lugar de dejar uno para que pasen medios de extinción o una ambulancia, pues es una falta de cultura de la emergencia que ya no nos podemos permitir si no queremos que ocurran desgracias.
¿Cómo se debería ordenar el monte? Usted repite que el debate no puede ser solo eucaliptos sí, eucaliptos no.
Obviamente, en este tipo de crisis duele ver cómo se trata igual a una masa informe de millones de parcelas y cientos de miles de propietarios. Pues hay enormes esfuerzos de gente que está haciendo un servicio muy importante al país porque podía usar ese dinero y meterlo en un fondo e intenta generar empleo en zonas desprotegidas. Y no se le puede tratar igual que a aquellos que han abandonado o hacen una gestión negligente.
Hay que ser hábiles y ser capaces de fomentar las cosas que se están haciendo bien y de intentar ayudar a quienes no están en esa estela. Deberíamos utilizar las herramientas que tenemos para ayudar y si no, llegado el momento penalizarlos.
Pero ojo porque al final se ponen deberes al que sigue apostando por el rural y se olvida al que ha abandonado y da igual la multa que le pongas porque es muy difícil que lo encuentres. Sin embargo al que está cultivando e invirtiendo su dinero, mejor o peor, lo que hay es que ayudarle y no cargarle más responsabilidades. Esta es la comunidad autónoma donde la gente invierte más dinero en el monte. No puede ser que solo haya penalización para el que lo intenta porque si pones deberes solo al que viene a clase al final no vendrá nadie y cuando tengas todo abandonado no valdrá de nada la ley ni las multas ni las restricciones porque no las podrás ejecutar.
¿Qué pueden hacer las administraciones y qué, los particulares?
Hay una responsabilidad que los particulares han de asumir, deben ser capaces de mantener la tierra cuidada y las administraciones han de ser suficientemente hábiles para otorgar alternativas al que no la pueda cuidar. Las administraciones van a tener que intervenir sobre aquello que no tiene dueño. Y empieza a haber grandes cantidades de terreno en manos de desconocidos y que en ocasiones ni siquiera el propietario las conoce.
La administración tiene que buscar alternativas para ayudar a los activos e intervenir en los lugares abandonados donde solo tenemos un crecimiento vegetal, que es una de nuestras fortunas, para que no se transforme en una de nuestras calamidades. Supongo que al político le preocupa mucho tener que intervenir sobre algo que tiene que ver con la propiedad pero lo van a tener que hacer tarde o temprano. Con las garantías oportunas, vamos a tener que dinamizar eso. Si no vamos a por eso, eso va a venir a por nosotros.
¿Hemos aprendido algo de la oleada de 2006 en la que ardieron 70.000 hectáreas en unas semanas?
Sí, pero las circunstancias evolucionan más rápido de lo que aprendemos. Se han adoptado medidas, a veces sobre el papel, hay comunidades de vecinos en Pontevedra que pudieron monte a producir y es posible que esta vez hasta hayan perdido parte de sus inversiones, pero han sido iniciativas muy modestas. Sobre todo si se compara con el abandono del monte que ha seguido creciendo. Desde 11 años para aquí nos enfrentamos a una tendencia climática que no nos ayuda.
¿Ese monte que vemos arrasado en las imágenes y vídeos es recuperable? ¿En cuánto tiempo?
De todo lo que ha ardido habrá distintos grados de afección. El fuego, en función de su temperatura y de su tiempo de residencia en el lugar por el que pasa, genera efectos distintos. Si va demasiado rápido, chamuscará exclusivamente la vegetación.
Si el fuego está más tiempo puede matar la vegetación y acabar con la materia orgánica del suelo que es algo más difícil de recuperar. Vamos a encontrar de todo. Afortunadamente el sistema público de investigación en Galicia tiene expertos que saben lo que hay que hacer. Y aunque yo pertenezca a él puedo hablar en tercera persona porque no es a lo que me dedico pero en las Universidades de Vigo y Santiago hay muy buenos trabajos sobre la recuperación de suelos. Tenemos conocimiento para que pueda ser aplicado y coincidir que el efecto sea lo menos irreversible. Pero hay que poner medios para ejecutar lo que ya se sabe.