¿Qué hace felices a las parejas? Según el científico Arthur C. Brooks el éxito no está en la pasión

Cuando dos personas se enamoran, el cerebro actúa como si estuviese respondiendo a una adicción, generando un estado de euforia, liberando dopamina, oxitocina y serotonina y creando un estado de bienestar y placer similar a la droga. Esto es lo que el científico Arthur C. Brooks denomina amor apasionado y consiste en la idealización del otro sin condicionantes.
Sin embargo, el especialista de Harvard, colaborador del Estudio del Desarrollo Adulto de Harvard, el estudio más extenso jamás realizado sobre la felicidad, considera que las parejas más felices no destacan por este amor apasionado sino por el “amor de compañía”. Así lo explicó para el podcast The Subtle Art .Este tipo de amor se construye con respeto, confianza, conexión emocional y, sobre todo, una amistad sólida.
Es decir, las conexiones iniciales que alteran el cerebro con un objetivo biológico van desvaneciéndose después de lograr el vínculo que consigue la reproducción. A partir de ahí, el efecto de las hormonas que provocan la llama del amor intenso, comienzan a desaparecer.
Y entonces, lo que queda es algo mucho más profundo. “Los matrimonios más felices no son los más apasionados, sino los más parecidos a una gran amistad”, afirma Brooks, quien explica que la pasión romántica, por intensa que sea, es biológicamente insostenible. Lo que ocurre durante la fase de enamoramiento, esa mezcla de dopamina, serotonina y oxitocina que tiene una duración limitada. Cuando esa fase se va terminando, el peso para sostener la relación lo carga otro factor. Y ahí es donde entra la importancia de haber cultivado una conexión basada en la amistad y el compañerismo.
La pasión eterna es un mito que puede convertirse en un problema
Hollywood siempre se ha encargado de hacer ver que el amor verdadero es sinónimo de intensidad constante y emoción. Pero este modelo ideal de romance, además de ser un ideal alcanzable, puede convertirse en una frustración para las parejas cuando su realidad es otra y comienzan a plantearse su estabilidad.
La Teoría Triangular del Amor de Robert Sternberg, psicólogo y profesor de la Universidad de Yale, confirma esta idea. Según su visión, una relación plena se compone de tres elementos: pasión, intimidad y compromiso. Mientras que la pasión puede disminuir con el tiempo, la intimidad (relacionada con la amistad) y el compromiso tienden a crecer y consolidarse.
Además, como ha demostrado el estudio de Harvard mencionado por Brooks, “las personas con vínculos afectivos estables y satisfactorios no solo son más felices, sino que viven más años y con mejor salud”. Es decir, elegir bien con quién compartir la vida más allá de lo pasional no solo mejora el momento presente, sino también el futuro.
Por ello, para el científico lo ideal es una relación donde uno sea la “persona favorita” del otro y viceversa. Tener una pareja con quien poder compartir lo rutinario en plena confianza más allá del deseo y que supere, por tanto, un tipo de vínculo emocional menos sólido. Algo que cada vez cuesta más encontrar debido a la inmediatez del espacio en el que nos desarrollamos.
Al contrario, para una relación duradera, es necesario, siguiendo a Brooks, priorizar la estabilidad emocional por encima de una pasión intensa y temporal que se acaba apagando con el tiempo.
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