Perfume y poder: la historia olvidada de los guantes perfumados

Cuadro 'La emperatriz María de Austria, esposa de Maximiliano II', de Antonio Moro en 1551

Ada Sanuy

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En la Europa renacentista, la moda no era simplemente una cuestión de estilo, sino un reflejo de poder, estatus y diplomacia. Entre los accesorios que marcaron esta época, los guantes perfumados destacan como uno de los más curiosos y simbólicos. Si bien actualmente diferenciamos entre los guantes como complemento para resguardarse del frío, y aquellos son un accesorio usado para los eventos más elegantes de la aristocracia o las estrellas de cine en sus eventos, en el Renacimiento su función estaba directamente relacionada con la higiene.

La introducción de los guantes perfumados en la alta sociedad europea se atribuye, en gran medida, a Catalina de Médici. Nacida en Florencia y casada con Enrique II de Francia en 1533, Catalina llevó consigo a París varias innovaciones de su tierra natal, entre ellas, el uso de fragancias en accesorios. Junto a su perfumista personal, René le Florentin, popularizó los guantes perfumados, convirtiéndolos en un artículo indispensable para la realeza y la aristocracia.

El propósito de estos guantes no era meramente estético. En una época en la que las normas de higiene eran muy distintas a las actuales, los olores corporales eran comunes incluso entre las élites. Los guantes perfumados ofrecían una solución práctica y elegante: disimular olores desagradables mientras se lucía un accesorio de lujo. La Fundación Academia del Perfume explicó, en un artículo titulado Los guantes perfumados de Catalina de Médici que “en el siglo XVII eran también muy valorados los guantes de cuero de España, concretamente existía una fórmula española de ámbar para perfumar guantes”.

El papel fundamental de España

España también tuvo un papel fundamental en el desarrollo de esta moda. La calidad del cuero curtido en ciudades como Córdoba era reconocida en toda Europa. Los “guantes españoles”, perfumados con fragancias como ámbar, lavanda o rosas, se convirtieron en un producto muy codiciado. Estas piezas no solo eran símbolos de lujo, sino también manifestaciones de refinamiento cultural y comercial.

En el arte de la época, los guantes perfumados adquirieron un significado especial. En retratos de figuras aristocráticas como la emperatriz María de Austria, estos accesorios se representaban no solo como parte del atuendo, sino como emblemas de poder y virtud. La presencia de guantes en sus manos, a menudo elegantemente decorados, subrayaba su estatus y su conexión con las costumbres de la corte. Además, esos guantes como los que portaba en el lienzo La emperatriz María de Austria, pintado en 1551 por Antonio Moro eran perfumados. Así lo detallaba el Museo del Prado en una de sus publicaciones en redes sociales.

Otras aristócratas se sumaron a la tendencia

Pero no solo las reinas y emperatrices adoptaron esta moda. Monarcas como Isabel I de Inglaterra también utilizaron guantes perfumados como una declaración de poder y elegancia. En el caso de Isabel, los guantes eran a menudo personalizados con bordados y joyas, elevando este accesorio a una obra de arte en sí misma. Luis XIV de Francia, el “Rey Sol”, también contribuyó a perpetuar el uso de guantes perfumados, destacando su importancia en la etiqueta cortesana.

El auge del perfume y la caída de los guantes

Los guantes perfumados estaban profundamente ligados al arte de la perfumería, que floreció en ciudades como Florencia, Grasse y Sevilla. El desarrollo de nuevas técnicas de destilación y la exploración de especias y flores exóticas trajeron una época dorada para la fragancia, de la que los guantes fueron una extensión natural.

Hacia el siglo XVIII, la popularidad de los guantes perfumados comenzó a disminuir, reemplazada por el auge de los frascos de perfume y los cambios en las costumbres de higiene. Sin embargo, su impacto cultural y artístico perdura. En museos como el Prado, los retratos de la época muestran la prominencia de estos accesorios en la construcción de la imagen pública de las figuras históricas.

Hoy en día, los guantes perfumados pueden parecer un vestigio curioso de otra época, pero su historia revela cómo la moda, la higiene y el poder estaban profundamente entrelazados. Estos accesorios no solo perfumaron las manos de la realeza, sino también las páginas de la historia, dejando un aroma duradero de elegancia y sofisticación.

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