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Estonia, los estcoins y el futuro del dinero frente a las criptomonedas

Mientras se escriben estas líneas, un bitcoin vale la friolera de 4.235 dólares. No es una divisa física, sino digital; pero sirve para pagar de la misma forma que sirven los euros, los rublos o los yuanes. La principal diferencia: que a las segundas las controla un estado y a la primera, un algoritmo.

Aunque existen muchas criptodivisas en el mundo (Ethereum, ZCash, Monero, Bitcoin Cash, etcétera) nadie o casi nadie ha oído hablar todavía de los estcoins. De momento solo existen sobre el papel, pero Kaspar Korjus, el director del programa e-Residency estonio, ya los imagina sobre el horizonte. Vitalik Butarin, el creador de la criptodivisa Ethereum, ya le ha mostrado su apoyo.

En 2014, Estonia se convirtió en el primer país del mundo en permitir, a ciudadanos no estonios, acceder a servicios de procesamiento de pagos, financieros, bancos y a determinadas empresas de la exrepública soviética. Los e-residentes también reciben una tarjeta inteligente con un chip para firmar operaciones en Internet con certificado digital. Lo bautizaron e-Residency y forma parte de un plan que la administración estonia inició en 2003 con el objetivo de conectar en Internet todos sus servicios gubernamentales.

Los 1,3 millones de estonios que residen en el país aceptaron. Para reducir la burocracia se implantó el principio de “solo una vez”, por el que el estado no puede pedir la misma información a los ciudadanos dos veces y que la Unión Europea adoptó a principios de este año. También se introdujeron medidas antifraude, como una API distribuida a Gobierno y compañías para registrar automáticamente toda la contabilidad y otras menos populares, como el uso del Big Data para controlar esas transacciones.

¿Qué son y cómo funcionarían los estcoins?

“Invertir en cualquier criptovalor puede traer grandes riesgos y beneficios, pero los titulares de los estcoins tendrían el incentivo adicional de estar apoyando el desarrollo de nuestra nación digital”, dice Korjus en Medium. La criptodivisa sería lanzada a través de un ICO (Initial Coin Offering) o lo que es lo mismo, un sistema para recaudar fondos y llevar a cabo el proyecto.

“Estonia lo está llamando moneda virtual pero más que eso, es un token”, explica a eldiario.es Pablo Fernández Burgueño, abogado especialista en blockchain y socio en Nev Trace. La diferencia principal es que, mientras que un bitcoin o un eter pueden ser minados por cualquiera desde su casa, un token no.

El especialista en criptomoneda pone un ejemplo fácil de entender: “Los tokens son como los corticoles de El Corte Inglés: números creados por una empresa o una institución controlados por ella misma”. Los tokens, al funcionar con tecnología blockchain, registran la procedencia y el destino de las transacciones de forma automática. Poniendo en circulación estcoins en la cadena de bloques, Estonia podría controlar así las transferencias entre sus ciudadanos y los e-residentes.

En octubre del 2015, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) consideró al bitcoin y al resto de criptodivisas “divisa virtual”. Sin embargo, ¿podría prohibir que un estado miembro fabrique su propia moneda? “La pregunta más adecuada sería si la Comisión Europea (CE) o el Parlamento podrían emitir una norma o un reglamento que prohíba a los estados crear su propia moneda. Y claro que pueden hacerlo, pero no creo que sea lo correcto ni lo adecuado a día de hoy”, sostiene Fernández Burgueño.

En España, espcoins, o tal vez no

España, que adoptó medidas antifraude en 2013 a la par que Estonia, Bélgica o Rumanía, “también tendría la capacidad de hacer algo así, aunque no a corto plazo”, continúa el abogado.

Fernández Burgueño le ha preguntado al Banco de España si “van a sacar algún tipo de informe o algo similar que permita a las empresas españolas e internacionales tener más confianza en el sistema monetario español”. Y la respuesta ha sido que, de momento, no: “España no va a hacer absolutamente nada hasta que otros países de la UE lo hagan”, dice.

Un bitcoin cash vale 618 dólares. Un eter (la unidad de la criptomoneda Ethereum) son 319 dólares. Una unidad de ZCash equivale a 228 dólares. Y así sucesivamente. ¿Estamos en los albores de una revolución financiera? ¿Podemos pensar que, en el futuro, las divisas tradicionales desaparezcan por la criptomonedas? “No solamente podemos pensar que a lo mejor esto pueda llegar a existir, sino que podemos tener la seguridad de que va a ser así”, afirma el abogado.

“El sistema ya está cambiando pero ese cambio va a ser muy lento”, continúa. Entre los motivos de este cambio tan lento, Fernández Burgueño enumera el “desconocimiento por parte de la población”, la “grandísima dificultad de uso” y “lo más obvio: que los diferentes estados son muy lentos al hacer cambios, sobre todo en sistemas financieros y monetarios”.

Estonia podría convertirse en el precedente que dé la vuelta a todo el sistema financiero y nos haga repensar la forma en la que utilizamos y almacenamos el dinero, pero para cambiar “minerales redondos” [como llama Fernández Burgueño a las monedas] por criptodivisas aún habrá que esperar. “Yo no esperaría ningún tipo de revolución a nivel estatal en España hasta dentro de unos 20 o 30 años”, sentencia.