¿Quiénes eran los neandertales y qué causó su desaparición?. Para responder a estas cuestiones la geoarqueóloga Carolina Mallol lidera desde Canarias el proyecto europeo Paleochar: análisis microscópico y molecular del material carbonizado en hogueras arqueológicas, pues el fuego “es una ventana al pasado humano”.
Mallol explica a EFE los pormenores de Paleochar, un proyecto financiado por el Consejo Europeo de Investigación con dos millones de euros para el que trabaja en el Ambi Lab, Laboratorio de Investigación de Biomarcadores y Micromorfología Arqueológica del Instituto Universitario de Bio-Orgánica Antonio González en Tenerife.
El enfoque clásico de la arqueología, detalla la geoarqueóloga, se basa en analizar las herramientas líticas y los restos óseos y aunque esta aproximación proporciona información importante acerca de las sociedades neandertales y su devenir, es también limitada pues sólo considera el material de naturaleza inorgánica.
“Aunque hoy en día hemos aprendido a exprimir este registro al máximo con técnicas como la paleogenética, en el sedimento arqueológico queda aún mucho por explorar”, precisa.
Mallol se percató de este hecho al iniciar un doctorado en Prehistoria por la Universidad de Harvard y participar en excavaciones de yacimientos del Paleolítico en Israel, entre otros, y se dio cuenta de que “todo lo que se excava es tierra”, que tiene información, y por ello indagó en la geoarqueología, el estudio del registro arqueológico encerrado en el sedimento.
Del Paleolítico queda muy poco material, apenas unos restos óseos y piedras y generalmente degradados por lo que se necesitan técnicas especiales para obtener información de ello, y la geoarqueóloga aplica el estudio microscópico y molecular del suelo arqueológico para encontrar residuos de actividad humana.
“Bajo el microscopio se pueden buscar pistas que proporciona el suelo sobre el clima y la vegetación, además de residuos de actividad humana, es como hacer de Sherlock Holmes del pasado, con todo en su contexto, como si hicieras zoom en un yacimiento y vieras todo en su sitio aunque a escala microscópica”, señala.
Con el estudio del registro sedimentario orgánico a escala microscópica y molecular se puede extraer información sobre, por ejemplo, la comida, el modo en el que hacían fuego, la organización de espacios de ocupación, la vegetación circundante y las condiciones climáticas en las que vivieron, con lo que los investigadores del Ambi Lab aspiran a tener una visión más completa del mundo neandertal.
Pero además de la micromorfología y la geoquímica orgánica, el enfoque clave e innovador del proyecto es el estudio de los fuegos paleolíticos, que ha traído consigo el descubrimiento de las capas negras en hogares arqueológicos como inestimables contextos de materia orgánica conservada.
“El fuego deja tras de sí un montón de pistas escondidas”, pues un hogar es cien por cien antrópico, un artefacto humano, una estructura circular de un metro cuadrado quemada es siempre evidencia directa de comportamiento humano, tan importante como encontrar un cráneo“, puntualiza Mallol.
Las capas negras documentadas en hogares del Paleolítico Medio representan el suelo carbonizado bajo el fuego y son “como instantáneas” de la ocupación, ricas en residuos procedentes de las actividades humanas además de los procedentes de los suelos y la vegetación natural.
Los datos experimentales han mostrado que las temperaturas medias asociadas con las capas negras, por debajo de los 300 grados centígrados, no son lo suficientemente altas para carbonizar totalmente los componentes orgánicos, con lo cual “podemos aún identificarlos y sin embargo, al estar quemados son poco susceptibles a la biodegradación por parte de la fauna del suelo, con lo que su potencial de conservación es alto.
De ese modo, una vez carbonizados, los componentes orgánicos pueden conservarse bien contenidos en el sedimento durante periodos de tiempo indefinidos, siempre y cuando el entorno sedimentario no experimente una severa degradación.
Carolina Mallol ha estudiado de manera exhaustiva los restos de hogueras en los yacimientos neandertales de El Salt Y Abric del Pastor en Alcoy (Alicante), además de hogueras del Paleolítico medio de otros yacimientos ibéricos, Francia, Georgia, Armenia y Uzbekistán.