“Cuando fuimos árabes” (Almuzara) es el título que el islamólogo Emilio González Ferrín ha puesto al ensayo autobiográfico en el que evoca treinta años de estudios para vindicar como propia la historia de Al Andalus y asegurar que “el Islam actual no tiene nada que ver con nuestra historia”.
Profesor de Islamología de la Universidad de Sevilla y autor de una “Historia General de Al Andalus”, González Ferrín ha dicho a Efe que “no puedes elegir a uno solo de tus abuelos y decir que solo vienes de él; las culturas son engendradas a escote”.
Por ese motivo, ha ironizado con que su último título, “Cuando fuimos árabes” levante suspicacias, mientras que se aceptaría sin problema la afirmación “cuando fuimos romanos”, y por ese mismo motivo insiste en que “se ha construido la idea de nación en función de una idea de Estado y no de una cultura y un territorio, en concordancia con Menéndez Pelayo, quien consideró que una nación es su cultura”.
“Ser árabe no implica tener una religión determinada, y es evidente que nuestros antepasados hablaron árabe independientemente de lo que rezaran”, ha afirmado antes de poner como ejemplo: “Maimonides fue un sabio del Islam pero, como era judío, no tenía nada que ver con esa religión”.
“Los orígenes culturales del Renacimiento son árabes; el Islam es una fertilización del Renacimiento europeo”, ha asegurado a la vez que ha lamentado que en las presentaciones de su libro o en sus conferencias se le pregunte siempre por el Islam radical.
“El mundo árabe que yo he conocido ha dejado de existir; antes la gente se presentaba como marroquí o como árabe y ahora todo el mundo se presenta como musulmán”, ha lamentado este profesor nacido en 1965 y que emprendió sus estudios y sus estancias en países árabes en la segunda mitad de los ochenta, lo que da una idea de la aceleración de ese proceso.
“Se está juzgando el pasado cultural árabe con el Islam contemporáneo, que está en sus peores momentos”, algo que ha considerado tan injusto como “relacionar las recientes crisis griegas con el neoplatonismo”.
Sobre los motivos que han llevado a esa identificación de cultura con religión y la consiguiente radicalización del Islam, el autor los ha explicado con el proceso histórico colonizador llevado a cabo por las potencias europeas que “eliminaron todos los poderes civiles pero no los religiosos, de modo que lo institucional quedó asociado a lo religioso y se llegó a la idea de que lo único que puede vertebrar la sociedad es la mezquita”.
“Que un musulmán, por el hecho de serlo, se pretenda heredero de Al Ándalus es una payasada”, ha señalado al referirse a sus viajes a Pakistán, donde ha tenido que escuchar expresiones del tipo: “Qué grandes cosas hicimos en Al Ándalus”.
Esas y otras anécdotas las ha recogido en “Cuando fuimos árabes”, al que ha dado forma de relato autobiográfico consciente de que su tesis de que Al Ándalus forma parte de la cultura y la historia de España y de los españoles “no es atractiva mediáticamente porque el Islam actual está creando muchos problemas”.
Concluye su ensayo afirmando que el Islam, en tanto que civilización, resulta “imprescindible para comprender el alcance intelectual de nuestro mundo”, algo que “ni siquiera lo hacen los musulmanes actuales, en su mayoría, al parecer mucho más comprometidos con una suerte de nacionalismo religioso, o militancia religioso-social, que no casa en absoluto con la capacidad inclusiva y abierta de aquel Islam, civilizador de medio mundo conocido”.