De la NSA a Facebook: las vergüenzas de la tecnología que supimos por filtradores

Tras pedir perdón en el Congreso estadounidense, esta semana Mark Zuckerberg se ha disculpado en el Parlamento Europeo.disculpado Aunque el CEO de Facebook abandonó la comparecencia sin responder a las preguntas más delicadas de los eurodiputados (su equipo ha contestado por escrito después), la visita supuso un nuevo esfuerzo por dejar atrás el escándalo de Cambridge Analytica, la desaparecida consultora política que accedió a los datos de al menos 87 millones de los usuarios de la red social de forma fraudulenta.

Hace solo dos meses que Christopher Wylie, exempleado de Cambridge Analytica, destapó la caja de los truenos al revelar a los periódicos The New York Times y The Observer las prácticas de la empresa que trabajó para la campaña presidencial de Trump y la del Brexit.

Este joven experto en predicción de datos fue precisamente quien ideó “la herramienta de guerra psicológica”herramienta para Steve Bannon, exjefe de la estrategia del actual presidente de Estados Unidos, con el fin de influir en los resultados electorales que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca.

La empresa matriz de Cambridge Analytica consiguió los perfiles de Facebook que Wylie deseaba a través de Aleksandr Kogan, investigador de la Universidad de Cambridge. Él fue quién desarrolló la aplicación con la que se obtendría información personal de 270.000 personas y sus amigos en Facebook, si bien, supuestamente, se trataba de un cuestionario científico y los datos se usarían con fines académicos.

La pasividad de Facebook empeoró la situación. Según Wylie, que abandonó la compañía en 2014, los abogados del gigante liderado por Zuckerberg se limitaron a escribirle dos años más tarde diciéndole que los datos habían sido obtenidos ilícitamente y debían ser borrados. Ahora, el filtrador del mayor escándalo de Facebook hasta la fecha dice experimentar una “sensación de arrepentimiento cada día cuando veo a dónde han llevado el mundo”.

Pero Wylie no ha sido el primero que ha decidido dar el paso para destapar los oscuros secretos de la tecnología. Antes que él, muchos otros denunciantes o filtradores (whistleblowers en inglés) desataron otras tormentas.

Snowden, descubriendo la vigilancia de la NSA

“Ellos no son las víctimas. Ellos son cómplices”. Tras conocer las revelaciones de Wylie, Edward Snowden criticaba a Facebook por “vender detalles de la vida privada” de sus usuarios. Dentro unos días se cumplirá un lustro desde que The Guardian y The Washington Post publicaran los primeros artículos sobre los programas de espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense que este extécnico de la CIA dio a conocer filtrando miles de documentos secretos.

Gracias a su labor, se supo que la NSA había recopilado datos de las llamadas de millones de clientes de Verizon y que, a través de un programa llamado PRISM, tenía acceso a los datos de los usuarios de Google, Microsoft, Facebook, Yahoo, Skype o Apple. Es más, posteriormente se desveló que la agencia gubernamental había pagado millones a las grandes empresas tecnológicas en compensación por los gastos vinculados a sus peticiones de espionaje, que incluían acceso a correos electrónicos, vídeos, fotos, llamadas o actividad en las redes sociales.

Poco a poco, los documentos filtrados por Snowden sirvieron para descubrir una enorme red de vigilanciaenorme red de vigilancia orquestada por los Estados Unidos para espiar de forma masiva a ciudadanos y gobernantes de todo el mundo a través de un arsenal de programas.

Snowden aún está pagando el precio de esas revelaciones. Aquel 2013, el analista informático comenzó a filtrar los documentos desde un hotel en Hong Kong. A los pocos días, viajó a Moscú, donde permaneció en la zona de tránsito del aeropuerto durante las siguientes jornadas, en las que pidió asilo a 20 países.

Finalmente, Rusia le concedió asilo temporal durante un año y, después, un permiso de residencia que se le ha prorrogado hasta 2020.se le ha prorrogado hasta 2020 “No puedo volver a casa y estoy muy lejos de mi familia. Pero prefiero renunciar a mi patria que renunciar a mi voz”, aseguraba Snowden en una entrevista concedida a eldiario.es en 2016.

Los escándalos destapados por Wikileaks

El fundador de Wikileaks, Julian Assange, lleva refugiado en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012, antes del exilio de Snowden, debido a la divulgación de miles de documentos militares clasificados y comunicaciones diplomáticas estadounidenses filtradas por la exsoldado Chelsea Manning. El año pasado, Wikileaks mostró las herramientas de espionaje de otro organismo dedicado a la seguridad del país norteamericano: la CIA.

Vault 7 es el nombre que pusieron a la serie de más de 8.000 documentos filtrados que reunían el arsenal de la inteligencia estadounidense, en el que se incluía malware para hackear y espiar desde televisores hasta smartphones. Ahora bien, Assange decidió no hacer públicos todos los datos técnicos de los programas maliciosos desde el primer momento: los compartió con Google, Apple o Microsoft para que arreglaran sus agujeros de seguridad. Hace unos meses, lanzaba una nueva serie (Vault 8) en la que se publicó el código fuente de la herramienta Hive, un servidor que la CIA utilizaba para comunicarse con el malware.

Sin embargo, poco se sabía hasta ahora del posible filtrador de Vault 7. The New York Times señaló hace tan solo unos días que el principal sospechoso de la filtración actualmente es Joshua Schulte, un exingeniero de la CIA que además está acusado de posesión de material pornográfico infantil. Según su familia, Schulte es el chivo expiatorio de la agencia por su fracaso a la hora de proteger sus datos.

Al escándalo generado por las revelaciones de Vault 7 se sumó poco después la filtración del grupo de ciberatacantes Shadow Brokers, que también sacó a la luz ciberarmas, en este caso usadas por la NSA. Una de ellas era EternalBlue, que aprovechaba un agujero de seguridad por el que se coló el peligroso ransomware WannaCry qransomwareue el año pasado infectó a ordenadores de todo el mundo.

Wikileaks también ha estado implicado en otras filtraciones de datos de empresas tecnológicas, algunas de ellas bastante controvertidas. En 2015, el portal publicó un buscador que permitía filtrar miles de documentos, correos electrónicos o datos financieros que habían sido sustraídos a Sony por un grupo de ciberdelincuentes que según la inteligencia estadounidense podrían ser norcoreanos.

Los correos robados tuvieron una amplia repercusión: provocaron, por ejemplo, el despido de Amy Pascal,el despido de Amy Pascal la copresidenta de Sony Pictures Entertainment, por intercambiar correos con chistes racistas sobre Barack Obama. Assange defendió que el archivo mostraba “el funcionamiento interno de una poderosa multinacional”, era “de interés periodístico” y estaba “en el centro de un conflicto geopolítico” para justificar su publicación. Sin embargo, desde Sony criticaron que Wikileaks estaba “violando aún más [que con el propio robo] la privacidad de cada persona implicada”.

Poco después, Wikileaks también publicó una base de datos que permitía el fácil acceso a 400 gigabytes de datos sobre Hacking Team. Un ciberdelincuente, Phineas Fisher, perpetró un ataque para conseguir la información de esta compañía de seguridad dedicada a vender herramientas de vigilancia y la filtró en la propia cuenta de Twitter de la empresa. Así, se pudo descubrir que la firma italiana vendía su arsenal a servicios de inteligencia de todo el mundo, entre ellos el CNI español, e incluso a regímenes represores.

El escándalo de acoso sexual en Uber

A veces un solo documento de un denunciante puede ser la mecha que prenda la llama de un escándalo. En febrero del año pasado, la exingeniera de Uber Susan Fowler relató en su blog el acoso sexualrelató en su blog que había sufrido en la startup de transporte colaborativo sin que sus superiores hicieran nada. En el post, explicaba cómo su jefe le había dicho que “estaba buscando mujeres para tener relaciones sexuales” cuando se unió al equipo. En lugar de apoyarla, desde recursos humanos y la alta gerencia decidieron no hacer nada porque probablemente fuera “un inocente error” y porque era la “primera ofensa” del trabajador.

En los meses siguientes, Fowler descubrió que otras mujeres compartían historias similares sobre ese mismo jefe. La discriminación de los gerentes estaba presente en muchas otras situaciones: en una ocasión, decidieron regalar chaquetas de cuero exclusivamente a los hombres porque “no había suficientes mujeres en la organización para justificar el pedido”. Además, un director argumentó que la baja presencia femenina en la compañía se debía a que las mujeres tenían que aprender a “ser mejores ingenieras”.

El post se hizo viral y Travis Kalanick, por entonces CEO de Uber, se vio obligado a iniciar una “investigación urgente” sobre acoso sexual. Un bufete de abogados fue el encargado de llevarla a cabo, investigando las más de 200 denuncias anónimas internas que se formularon. Cuando concluyó, 20 personas fueron despedidas. Además, la denuncia de Fowler se unió a la larga lista de escándalos de la compañía que acabó provocando la dimisión del Kalanick por presiones de los accionistas.dimisión del Kalanick

Sin embargo, esta ingeniera no ha dado por concluida su cruzada. Ahora apoya una propuesta de legislación en California que ponga fin al arbitraje forzado, una práctica usada por las compañías para obligar a sus empleados a firmar acuerdos de confidencialidad y que las disputas se resuelvan en un proceso de arbitraje privado en lugar de ante un juez.

Una denuncia colectiva presentada en ese estado recientemente mostraba, además, que la compañía forzaba a las mujeres que denunciaron ataques sexuales por parte de sus conductores a que las demandas se resolvieran en privado. Presionado por las críticas, el gigante del ridesharing ha anunciado hace unos días la eliminación de los acuerdos de arbitraje forzadoridesharinganunciado hace unos días para empleados, conductores y ocupantes que sufran situaciones de agresión sexual o acoso.

Las condiciones laborales en Amazon

Los empleados del gigante del comercio electrónico también han sido muy críticos con las condiciones laborales de Amazon. Especialmente duro fue un reportaje publicado por The New York Times The New York Timesen 2015 para el que se obtuvieron testimonios, en muchos casos bajo condición de anonimato, de más de un centenar de profesionales que habían pasado por la empresa.

La información describía cómo varios profesionales que sufrieron cáncer u otros problemas personales recibieron un trato inaceptable por parte de la empresa o se narraban las larguísimas jornadas de trabajo y el clima de presión constante, con emails que llegaban pasada la medianoche. El impacto de la investigación hizo que el propio Jeff Bezos, máximo responsable de Amazon, escribiera un correo electrónico a los empleados pidiendo que informaran de ese tipo de incidentes a recursos humanos o incluso a él mismo en lugar de filtrarlos a la prensa.

Desde entonces, las críticas han continuado. La pasada Navidad, un infiltrado comenzó a trabajar en un almacén de Amazon en Staffordshire (Reino Unido) para analizar sus condiciones laborales, y reveló al diario británico The Sun que los empleados orinaban en botellas porque temían perder tiempo en ir al baño, lejos de sus puestos de trabajo. Amazon salió al paso negando la mayor.

Mientras tanto, en España, los empleados han salido a la calle este año para defender sus condiciones laborales. Una mayoría de trabajadores del centro logístico de San Fernando de Henares (Madrid) secundaron las dos jornadas de huelga del pasado mes de marzo por la falta de acuerdo en la negociación de un nuevo convenio colectivo, lo que ha llevado a la aplicación del sectorial, que empeora sus condiciones. Ahora, los trabajadores han convocado nuevos paros parciales para el 1 de junio y varios días de huelga durante la semana de Amazon Prime Day.

Las lesiones de los trabajadores en Tesla

Además de Zuckerberg, otro de los magnates tecnológicos que peor lo está pasando últimamente es Elon Musk. El temor de los analistas de Wall Street ante los malos resultados financieros de Tesla y los problemas de producción del Model 3 están poniendo en aprietos al visionario sudafricano.

A todo ello se suma una reciente investigación llevada a cabo por el Center for Investigative Reporting en la que se asegura que la fábrica de Fremont (California) tiene un elevado número de accidentes laborales no registrados. Es más, los informes internos de la compañía indican que Tesla habría etiquetado accidentes graves (la investigación describe roturas de hueso, esguinces o lesiones por estrés) como incidentes médicos personales o menores.

Cinco exmiembros del equipo de salud y de seguridad aseguran en la investigación, para la que se han recabado testimonios de decenas de empleados y exempleados, que la compañía ha puesto la fabricación de automóviles eléctricos por encima del bienestar de sus trabajadores.

La reacción no se ha hecho esperar. Tesla ha respondido que el artículo responde a un ataque organizado por extremistas radicales y se debe a una campaña de desinformación. Sin embargo, la División de Seguridad y Salud Ocupacional de California ha decidido abrir una investigación a la firma de transporte a raíz de estas revelaciones.

“He visto a gente desmayarse, caerse al suelo como un saco de patatas y romperse la cabeza”, ha explicado Jonathan Galescu, técnico de producción de Tesla, en un artículo publicado recientemente en The Guardian. “Nos mandan a trabajar a su alrededor mientras la persona sigue tirada en el suelo”. Al igual que él, otros trabajadores y exempleados describen largas y extenuantes jornadas de trabajo en la fábrica de automóviles.

Como ellos, son muchos los profesionales que deciden contar desde su propia experiencia el lado más oscuro de los gigantes tecnológicos. Algunos de esos informantes, como Edward Snowden o Christopher Wylie, han destapado con sus revelaciones escándalos relacionados con la privacidad que afectan a ciudadanos de todo el planeta.

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