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Opinión - Por el WhatsApp muere el pez. Por Isaac Rosa

Las 'apps' de reparto y taxis dejan una puerta abierta al acoso (y tiene solución)

Es de noche y una chica vuelve a casa sola. En un momento saca el móvil, pide un taxi a través de una app y espera. Pasados unos cinco minutos, el conductor llega y le avisa. Ella se monta en el taxi y se van. Todo normal. El viaje transcurre con algún comentario jocoso del que va al volante (“qué compañía más agradable a estas horas”, “qué bien tener esta conversación en el último viaje de la noche”), mientras la chica se hace la distraída y desea cada vez más fuerte llegar a casa. Una vez arriban al destino ella se baja, cierra la puerta y sube las escaleras hasta llegar a su puerta. Antes de meter la llave en la cerradura, su móvil suena. Es un SMS del conductor que empieza con un “perdona que te escriba” pero continúa con un “me has dejado impresionado”. Después de este vienen otros dos mensajes, ya al WhatsApp. La chica solo venía a quitarse los tacones, sus amigos están varias calles más allá. Pero decide no salir por si el conductor la espera fuera.

No es un microrrelato: es la historia que Inma Ferragud compartió en Twitter hace algo menos de dos semanas. El taxista pertenecía a MyTaxi y ya ha sido expulsado de la compañía. “Me parece muy correcto que un conductor te llame cuando está en el punto de recogida, de hecho, para eso cedo mis datos”, cuenta Ferragud a eldiario.es. “Estoy cansada de irme a casa sola de madrugada y que los taxistas se propasen, por eso utilizo apps”, dice contundente al otro lado del teléfono. “Lo último que esperaba era que el tío se quedase con mi número”.

Al día siguiente de publicarlo en Twitter, Ferragud recibió otro mensaje del conductor, esta vez en Instagram. “Me vino en plan... 'jo, que tengo familia, tengo mujeres en mi familia', me dice. ¡Y yo también tengo hombres en mi familia!”, dice un tanto cabreada. En el primer fin de semana que siguió al incidente, la tuitera recibió “muchas llamadas desde número oculto” y sospecha que fue debido al episodio de acoso.

Como Ferragud no contestó al SMS del conductor, este volvió a escribirle minutos más tarde por WhatsApp con la excusa de un objeto perdido en su taxi. “Yo pensaba volver a salir pero ya no me pude mover: me empezó a mandar mensajes y me acojoné. Pasé miedo, no sabía si estaba en la calle”, continúa explicando la viajera. “Los conductores no pueden contactar con el cliente, pero este seguro que dijo: 'una tía de 40 años, rubia, sola por la noche y con minifalda. A ver si cuela'. La intención estaba ahí: él se guardó mi teléfono cuando no tiene por qué hacerlo”, dice.

Sin amenaza no hay denuncia

Como Ferragud, la tuitera Mónica Vázquez, que canta bajo el nombre artístico de Electric Nana, sufrió un episodio similar en febrero del año pasado pero con Cabify. El conductor apuntó su número y le escribió al día siguiente del viaje para tomar algo. Lo contó todo en este hilo. “Después de eso, me contactaron por email y me pidieron más detalles para saber qué conductor era. Se disculparon varias veces”, dice Vázquez.

En ambos casos, los chóferes se saltaron varios artículos de la Ley Orgánica de Protección de Datos. También incumplieron los códigos de conducta de sus compañías, que poco después de los incidentes les expulsaron de sus respectivas empresas. Aunque Vázquez no denunció, Ferragud ha ido a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y al Ayuntamiento de Madrid. También ha ido a la Policía, pero “no aceptan la denuncia porque no hay amenaza”.

Ferragud recalca que MyTaxi le está acompañando en todos los trámites legales y que la empresa está llevando a cabo una investigación interna. eldiario.es mandó varias preguntas a la compañía, que no ha contestado aduciendo que “no podemos responder a todo”. En su lugar nos remitieron un comunicado donde lamentan “profundamente lo ocurrido” y aseguran que “la seguridad y la privacidad son dos valores extremadamente relevantes”, así como que cumplen “estrictamente con la ley de protección de datos”.

Tus datos, en manos de terceros

“Desde el momento en el que yo pido el taxi hasta que él cierra el trayecto, tiene acceso a mis datos”, se queja Ferragud. Como en MyTaxi, en Cabify los conductores también pueden leer el número de teléfono o el nombre de pila de los clientes nada más aceptar el viaje. “Los datos de los usuarios pueden ser utilizados por el conductor siempre y cuando el usuario no se encuentre en el punto de origen o tenga una dificultad para encontrarse”, explica la empresa a eldiario.es.

Los conductores de Cabify, como los de Uber, trabajan para una empresa que tiene licencias VTC (Vehículo de Transporte con Conductor) o para un autónomo que cuenta con el mismo tipo de licencia. La empresa intermedia entre ellos y los usuarios de la app, así que de esta forma tanto los conductores como la compañía saben los datos personales de los viajeros. “No hay una relación laboral entre Cabify y los conductores”, intenta excusarse la empresa. ¿Pero qué ocurriría si un conductor de Cabify recopilase, sistemáticamente, los datos de los viajeros que transporta para luego venderlos? ¿Qué pasa si un conductor usa esos datos para intentar ligar, como le pasó a Electric Nana?

“Si se produce alguna circunstancia, obviamente hacemos las comprobaciones necesarias y avisamos al empleador de que este conductor no ha cumplido con las condiciones; y en los escenarios que se contemple, se le desconecta de la app”, continúa Cabify.

¿Y qué hay de las otras apps?

appsA diferencia de las otras dos compañías, en Uber los conductores no tienen acceso al número de teléfono ni a los datos personales del cliente. “Los repartidores y conductores ven únicamente en la app el nombre de pila que el usuario ha introducido en el momento de registro”, explica la compañía a eldiario.es.

Ni los conductores de Uber ni los repartidores de Uber Eats pueden llamar al usuario de forma directa, esto es, marcando su número de teléfono. No pueden verlo. “El contacto telefónico solo se puede producir mientras el servicio está teniendo lugar (por ejemplo antes de acabar una entrega si por ejemplo el interfono no funciona), pero siempre es de forma anónima, a través de un número genérico (centralita)”, continúan desde Uber. También pueden enviar mensajes a través de la app, pero “de forma anónima y sin que aparezca ningún número personal”.

Este diario también preguntó a Deliveroo, Glovo y AirBnb sobre el acceso que tienen sus repartidores (en el caso de AirBnb, los anfitriones) a los datos de los clientes. Las compañías de reparto han hecho caso omiso a las preguntas, aunque varios riders de Glovo entrevistados por este medio aseguran que “ya no podemos ver el número, todo va a través de una centralita”. “Hace como hace cuatro o cinco meses, sí podíamos”, dicen. Se refieren a antes de la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) el 25 de mayo.

Por su parte, Airbnb asegura que el anfitrión conoce el número de teléfono de una persona “solo cuando se confirma una reserva y el anfitrión y el huésped han hecho visible su número de teléfono”. La app incluye un chat, a través del cual tanto el propietario como el huésped “puedan contactar directamente antes de solicitar o aprobar una reserva”. La empresa californiana asegura que nunca comparte los correos (del anfitrión o del huésped), ni después de tener una reserva confirmada y que, “en el momento en que llegan a nuestro conocimiento [casos de acoso, amenazas, insultos, etcétera] tomamos medidas (que incluyen, entre otras, la eliminación permanente del perfil)”, concluyen.