El confinamiento ha aumentado la desinhibición en redes sociales de los usuarios de todas las generaciones, una explosión de creatividad y sociabilidad que, sin embargo, ha implicado una mayor relajación ciudadana con respecto a la cesión de datos privados, según han explicado expertos consultados por Efe.
Octogenarios aprendiendo a hacer videollamadas para poder ver a sus nietos; treintañeros atreviéndose con la red tik tok, a la que hasta ahora solo se acercaban adolescentes; retransmisiones en directo por Instagram; muestras de duelo en Facebook, o reuniones de trabajo con zoom son solo algunos ejemplos de nuestra sobrevenida realidad.
“Estamos viendo una explosión de uso de las redes sociales, entre gente joven pero también en generaciones que hasta ahora se habían mostrado reticentes. Es natural, la tecnología es una extensión del ser humano y en esta situación de confinamiento lo que prima es conectar con los otros y proyectarnos para seguir estando ahí”, ha explicado Efe Sílvia Martínez, directora del máster de Social Media de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
Martínez ha señalado de entre todos los nuevos fenómenos el de la apertura y aprendizaje en las redes el de las personas mayores a las que la pandemia ha obligado a recortar la brecha digital que hasta ahora las alejaba de funcionalidades como las vídeollamadas.
Por otro lado, están los que con la nueva situación de confinamiento han dado un paso más allá en su uso de redes, ha explicado la profesora de la UOC, para narrar en mayor medida su vida con el fin de “seguir compartiendo la vida más allá de su casa”.
“Todos estamos experimentando una situación similar nueva, con un componente emocional muy importante. Tenemos miedo, agobio, no sabemos que hace con los niños... y en las redes vemos que tenemos muchos puntos en común con otras personas”, ha explicado.
Las redes también han tenido, ha añadido, un papel importante para difundir campañas solidarias y para mostrar el agradecimiento a la labor de los servicios esenciales durante esta pandemia, especialmente a los profesionales de los hospitales.
Francesc Núñez, profesor de Estudios de Arte y Humanidades de la universidad a distancia, ha coincidido en que las nuevas circunstancias de la pandemia y el confinamiento “lo que han hecho es acelerar una tendencia que ya estaba presente y tenía mucho futuro”.
“Nuestra relación humana con el mundo estará cada vez más mediatizada por las pantallas”, ha apostado el experto, haya o no nuevas pandemias.
Estos días, además de un incremento de usuarios, se ha visto, según Martínez, un “desplazamiento entre plataformas” con un retorno de usuarios a Facebook, así como migraciones de Whatsapp a Telegram.
“Estamos experimentando más, el 80 % de nosotros hemos usado redes y la mayoría se ha descargado una o dos nuevas aplicaciones de redes sociales o de tecnologías para videoconferencias”, ha asegurado Núñez.
Preguntados sobre si los usuarios se están relajando en su interacción con redes que utilizan sus datos e imágenes en estos días de pandemia, ambos coinciden en que han podido bajar la concienciación sobre la cesión de la intimidad y sus implicaciones porque estos días tenemos otras amenazas, otras prioridades.
“La emoción puede a la razón, y estos son momentos muy emocionales”, ha apuntado Martínez, quien ha explicado que sigue habiendo poca concienciación sobre que al abrir un perfil en una red social merece la pena dedicar cinco minutos a configurar nuestra privacidad.
Martínez ha indicado que en estos momentos la necesidad de conectarse, de proyectarse, puede más que el ya largo debate sobre poner en una balanza los beneficios de la tecnología con los derechos cedidos.
“Ahora no hay mucha reflexión. No estamos pensando demasiado en que en apenas segundos un vídeo nuestro puede estar en la otra parte del mundo y que habremos perdido el control sobre él aunque lo borremos de nuestro dispositivo”, ha reflexionado.
Núñez ha hablado de algunas publicaciones en redes como “tatuajes digitales” por las dificultades que conlleva borrarlos de la red pasado el tiempo.
Lara Malvesí