Durante muchos años la RAE era esa institución que contaba con un famoso librito que no podía faltar en ninguna casa de bien y que era consultado para añadir una precisa definición al principio de un trabajo escolar. El Diccionario de la RAE.
Con el paso de los años se fue descubriendo que al igual que otras instituciones se había enrocado en posiciones que la actualizaban políticamente. Así, en 2016 solamente había 8 mujeres académicas de un total de 44. Ese mismo año, la diferencia era abrumadora: solamente había habido 11 mujeres de un total de 500 miembros a lo largo de tres siglos. Así se comprende mejor que no consideren urgente revisar cómo abordar el lenguaje inclusivo. Sin embargo, parecen haber dado con la tecla con un juego que genera bastante consenso con respecto a su utilidad y originalidad.
El pasado 29 de enero la recién estrenada Enclave RAE (la plataforma donde la Real Academia Española reúne todos sus recursos en línea y ofrece herramientas avanzadas para ayudar a alcanzar un conocimiento completo de la lengua española) lanzaba en Twitter un juego que ha sido toda una sensación. A modo de la famosa saga literaria de “Elige tu propia aventura” y con una frase retadora al inicio (“¡Bienvenido al primer gran reto de Enclave RAE! ¿Se atreve a intentar superarlo?”) se inicia un concurso donde las personas deben demostrar sus conocimientos lingüísticos.
Las preguntas se van sucediendo una a una en un hilo que va poniendo en cuestión los conocimientos lingüísticos de los usuarios. Si aciertas, pasas a la siguiente. Si fallas, te llevas un cariñoso zasca y vuelta a empezar. Cada juego consta de un total de 10 preguntas y si llegas a la última, te la juegas. En el caso del primero que publicaron, la clave está en el conocimiento de los pronombres.
El juego, además de su interactividad, utiliza de forma inteligente varios elementos poco asociados a la imagen que proyecta la RAE como institución: un punzante sentido del humor (al fallar una pregunta se te indica “Parece que estaba usted en otra aula cuando lo explicó su profesor”) y trufar todas y cada una de las respuestas con los adecuados GIFs. El experimento no ha pasado desapercibido en redes y tras la publicación el pasado 15 de febrero del último de ellos muchísimas personas se han hecho eco de nuevo con mensajes de elogio.
Estos días la RAE también había estado en boca de usuarios en redes por una respuesta que daban a una usuaria que se cuestionaba con evidente sorna “puedo decir que una correa es negrA, pero no que es marronA. ¿Por qué? ¿Estamos discriminando a las marronAs?” a lo que la cuenta oficial respondía “Hay adjetivos de dos terminaciones, como «rojo, -ja», «amarillo, -lla» o «listo, -ta», y otros de una sola terminación, válida para el masculino y para el femenino, como «marrón», «azul» o «imbécil».
Las redes celebraron el zasca y algunos recordaban la férrea política al respecto del lenguaje inclusivo, con un manual de respuesta en el que se responde por defecto: “El llamado «lenguaje inclusivo» supone alterar artificialmente el funcionamiento de la morfología de género en español, bajo la premisa subjetiva de que el uso del masculino genérico invisibiliza a la mujer”. Así pues, en la RAE como en la vida, los tiras y aflojas siguen, la identidad se vuelve poliforme y la institución consigue desempolvarse un poco su imagen inmovilista. Ahora depende de cada cuál elegir su propia aventura con ella.