Sarahah, la 'app' de la honestidad que se convirtió en la de los acosadores
“En Internet, nadie sabe que eres un perro”. Es el enunciado de la famosa viñeta de Peter Steiner que un 5 de julio de 1993 publicó The New Yorker. Está dibujada en un momento que no se repetirá: cuando la Red aún no estaba regulada y, realmente, cualquiera podía ser lo que quisiera allí. Eso ya pertenece a la historia.
En febrero de este año, Zain Al-abdin Tawfiq lanzó Sarahah, una aplicación que permite al usuario recibir valoraciones anónimas de la gente. Te registras, recibes una URL y se la envías a tus contactos para que escriban sus comentarios sobre ti. Como en la viñeta del New Yorker, tú no sabrás quiénes son los perros; la cuestión es que estarán ahí.
Tawfiq es originario de Arabia Saudí, un país en el que las mujeres no pueden trabajar, los castigos físicos y la pena de muerte son legales y las relaciones entre gays están prohibidas, como las manifestaciones. Aunque en un primer momento orientó la app hacia el terreno laboral y empresarial, pronto se desvirtuó.
Cuenta la BBC que Sarahah se convirtió en la app más descargada allí (1,2 millones) y en varios países cercanos como Túnez (1,7 millones) y Egipto (2,5 millones). La mayoría de esos mensajes al principio fueron confesiones secretas, mensajes de amor prohibidos o declaraciones de homosexualidad.
Del amor al ciberacoso
La idea que subyace detrás de Sarahah no es nueva: Formspring lo intentó en el 2009 pero cerró poco más tarde para lavar su imagen y convertirse en Spring.me. Las apps de preguntas y respuestas quedaron condenadas definitivamente cuando en 2010 apareció Ask.fm, a la que aún hoy se le relaciona con el suicidio de 7 adolescentes.
Como una evolución de estas surgió Secret en enero de 2013. El concepto era el mismo que ahora desarrolla Sarahah: expresar tus pensamientos sobre alguien sin que ese alguien sepa que eres tú. Una grave vulnerabilidad descubierta en agosto del 2014, sumado al parón de descargas pasado el hype inicial, tumbaron para siempre la app de confesiones. Yik Yak, otro software similar, ha cerrado este año.
Amy Binns es investigadora y profesora de Periodismo y Comunicación Digital en la Universidad de Lancashire (Reino Unido) y ha estudiado a fondo estas redes sociales. Divide a los adolescentes entre los que culpan a otros de “promover el odio” y los que echan la culpa a esos mismos adolescentes por registrarse en estas apps. Al final, concluye que todo se trata de culpabilizar a la víctima de una u otra forma y hacerle sentirse responsable por los insultos, amenazas y coacciones que recibe.
La cita de arriba es una reseña de Sarahah en Google Play. En cuestión de meses, la app pasó de reproducir mensajes de amor y confesiones homosexuales en varios países de Oriente Medio a convertirse en vehículo difusor del cyberbullying en el resto del mundo.
300 millones de usuarios en todo el mundo
Sarahah, que en árabe significa “honestidad”, se asienta sobre ese principio para que sea reproducido por los usuarios. Sin embargo, cuando la app comenzó a popularizarse fuera de Oriente Medio, muchos adolescentes se registraron esperando recibir valoraciones positivas de sus compañeros de clase y sus amigos.
Ha ocupado el top 1 de descargas en la tienda de Apple en más de 30 países y en julio repitió la hazaña en Google Play. Ese mes, solo en EEUU consiguió 3,88 millones de descargas. A finales de agosto, Sarahah sumaba 300 millones de usuarios en todo el mundo y se convertía en la cuarta más popular después de Facebook, Messenger y Telegram con 8,7 millones de descargas.
Casi toda la culpa la tiene Snapchat, la aplicación de mensajería con un target más joven, que se volvió indispensable en el crecimiento y posterior expansión de la app. Tanto, que incluso lanzó una actualización para que los usuarios pudieran compartir el link de Sarahah con todos sus contactos.
“Mi hijo se abrió una cuenta y en menos de 24 horas alguien le escribió un horrible comentario racista en su muro diciendo que debería ser linchado. Este sitio es un terreno de cultivo para el odio”, dice una reseña en la tienda de Apple que recoge el Business Insider.
Sarahah no permite enviar fotos ni vídeos e incluye un filtro para bloquear usuarios a través de su IP aunque no estén registrados. Aunque el desarrollador ha prometido nuevas medidas de control; su equipo técnico es limitado, tanto, que son tres personas gestionando una aplicación que usan 300 millones de usuarios en el mundo.
Y por si todo esto fuera poco, a finales de agosto The Intercept publicó que la app enviaba datos privados del correo y la agenda del teléfono a los servidores de la compañía sin permiso. Un secreto que no ha tardado mucho en ser descubierto, como los usos reales de la app en el mundo.