El suburbio que Trump propone convertir en la capital de un posible Estado palestino: “Abu Dis nunca será Jerusalén”
Cuando Abu Dis aún disfrutaba de unas impresionantes vistas sobre el Monte de los Olivos y la dórada Cúpula de la Roca, sus familias cruzaban los valles hasta Jerusalén para vender ovejas, cabras y queso. Pero ahora casi no hay vistas desde que el Ejercito israelí construyó un zigzagueante muro de ocho metros de alto. Y lo más importante, tampoco hay acceso a los campos y a la ciudad santa para los aproximadamente 30.000 habitantes de Abu Dis.
Tras años de abandono, Donald Trump quiere volver a poner en el mapa a este pueblo solitario, con sus machacadas calles y sus tiendas, a menudo cerradas. En su 'plan de paz' publicado la pasada semana, el presidente de EEUU pretende transformar a Abu Dis y a los distritos cercanos, en el este de Jerusalén, en la capital de un potencial “Estado” palestino.
Rechazado en su totalidad por los dirigentes palestinos, el documento es un reflejo general de las ideas que caracterizan al pensamiento político de extrema derecha israelí: otorga a Israel máximo control militar sobre los palestinos y sobre enormes áreas de los territorios palestinos ocupados.
En lo que parece un intento de atender las reclamaciones palestinas, Trump también ha anunciado lo que según él eran concesiones a las demandas palestinas más notorias, como la promesa de un futuro Estado palestino con capital en Jerusalén Este.
“No voy a grabar (mi nombre) en mi historia y en la de mi patria como el que vendió Jerusalén, porque Jerusalén no es mía sino de todos”, ha afirmado este fin de semana el presidente palestino Mahmud Abás.
Pero las 181 páginas en las que se detalla la propuesta publicadas poco después de las declaraciones demuestran que, en los hechos, esas promesas no significaban nada.
Ese “Estado” palestino no tendría mucho de país soberano: estaría completamente rodeado, no tendría Ejército ni fuerza aérea, y el control de sus cielos, fronteras y mares seguiría a cargo de Israel. Especialmente revelador es el derecho que las fuerzas israelíes se reservarían de hacer incursiones en Palestina en cualquier momento. Según el documento, tanto EEUU como Israel podrían vetar la organización de movimientos por la independencia de Palestina.
Pero tal vez lo más engañoso en las declaraciones de Trump haya sido la afirmación de que los palestinos al fin podrían hacer realidad su deseo de décadas de tener una capital en Jerusalén Este. Los habitantes de Abu Dis levantan las cejas cuando lo escuchan. Para ellos, su hogar es un “pueblo” cercano a Jerusalén o, en el mejor de los casos, un “barrio de las afueras”.
Nadie lo ve como una parte central de la ciudad santa ni como el sitio en el que anhelaban tener la sede de su Gobierno. Ni siquiera Israel considera a Abu Dis como parte de su “capital sin divisiones”, como la llamó Trump en su discurso, y la excluye deliberadamente del término municipal.
En la extraña lógica del plan, quizás lo más descabellado sea la sugerencia de que los palestinos rebauticen a Abu Dis como Al Quds, la frase que emplean para referirse en árabe a Jerusalén y que significa 'la santa', en referencia a sus lugares de culto. Pero ninguno de esos lugares está en Abu Dis.
Yahya Ayad, de 53 años, vende fruta y verdura en una tienda poco iluminada en la tranquila plaza del pueblo. “Abu Dis nunca será Jerusalén, Abu Dis es Abu Dis y Jerusalén es Jerusalén”, dice con el cigarrillo en la mano y su bigote amarillento. Ayad trabajaba en Jerusalén como guardia en una mezquita de la Ciudad Vieja pero Israel no le renovó el permiso de viaje. Ahora puede ver la ciudad desde una colina, pero no entrar. “Terminarán deshaciéndose de nosotros”, dice sobre el Gobierno israelí. “Israel es el niño mimado de los estadounidenses”.
El plan de Trump, confirmado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, resucita la idea de mediados de los 90 de instalar la sede del parlamento palestino en Abu Dis. La intención era que funcionara allí de manera provisional hasta la firma de un acuerdo de paz integral. La estructura del edificio se llegó a construir casi en su totalidad pero nunca estuvo operativo debido, en parte, a la objeción palestina de que sería una forma de marcar a Abu Dis como la futura capital.
“Jerusalén es la capital de Palestina”
Nadie parece esperar gran cosa de este pueblo. Ni siquiera su alcalde. “La verdad, no lo sé”, dice Ahmed Abu Hilal cuando le preguntan por qué aceptó el cargo. “Hay mucho crimen y drogas”.
Según el edil, ni su pueblo tiene ambiciones de grandeza ni él quiere ser ascendido a alcalde de ciudad. “Nos negamos a eso, Jerusalén es la capital de Palestina”, dice en su oficina frente a un mapa de Abu Dis. En su opinión, Trump está plasmando un plan diseñado hace décadas por el Gobierno israelí para aislar a los palestinos en enclaves cada vez más reducidos mientras sigue anexionándose territorios. El muro que los israelíes levantaron en el pueblo, dice, ya ha separado a las familias y obligado a los agricultores a abandonar los campos.
El plan del presidente estadounidense cayó mucho mejor entre los dirigentes israelíes. Lo han tomado como un punto de partida para las negociaciones y han dicho que actuarán inmediatamente para empezar a ejecutar algunas de sus partes favoritas, como la de anexionarse grandes áreas de los territorios palestinos. Pero los líderes palestinos han criticado a Trump. “Tu acuerdo, el complot, no pasará”, ha dicho el presidente palestino, Mahmoud Abbas.
En Gaza, el integrante de Hamas Ismail Radwan explica a The Guardian que jamás aceptarían las cláusulas del acuerdo, donde entre otras exigencias se incluye el desarme total de la organización que dirige este territorio palestino mediterráneo y desconectado del resto. “No nos quitarán [nuestras armas] a menos que destruyan al pueblo palestino”, defiende.
En las calles de Gaza, miles de palestinos protestaron contra el plan el miércoles quemando neumáticos y bloqueando las vías. Pero no queda claro lo que las manifestaciones en el centro de la ciudad de Gaza van a lograr. Sus residentes llevan más de diez años viviendo allí bajo el bloqueo israelí y egipcio. La mayoría nunca se ha ido.
Traducido por Francisco de Zárate
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