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El México más conservador persigue y encarcela a las mujeres que abortan

Una mujer porta un cartel con el lema "Presas por abortar, libertad" en una protesta en México

David Agren

San Juan del Río —

El día en el que la vida de Dafne MacPherson se desmoronó comenzó como cualquier otro: dejó a su hija Lia de siete años en el colegio y después comenzó su turno en la sección de ropa para niños de los grandes almacenes Liverpool, en el centro de la ciudad mexicana de San Juan del Río.

Hacia las cinco de la tarde, sintió un fuerte calambre en la barriga y habló con la enfermera de la tienda, que le dijo que no había nada de qué preocuparse. Poco después, en el baño de la segunda planta, McPherson se puso de parto. Asegura que ni siquiera sabía que estaba embarazada.

En estos momentos, Dafne está cumpliendo una sentencia de 16 años de cárcel por homicidio por la muerte del bebé. Ella asegura que fue un aborto involuntario.

Su caso se ha hecho famoso en el país porque aparecieron unos vídeos en los que el fiscal describía las supuestas acciones de McPherson como algo “que no se le haría ni a un perro”.

Sin embargo, los activistas aseguran que el juicio demuestra una tendencia cada vez más común, en la que los fiscales de las zonas más conservadoras de México criminalizan a las mujeres que han sufrido un aborto o han tenido complicaciones en el parto al acusarlas de abortos intencionados. El aborto intencionado sigue siendo ilegal en la mayor parte del país.

“Cuando comenzaron la investigación sobre Dafne, se hizo como un caso de aborto, no de homicidio”, dice Karla Michel Salas, una abogada especialista en derechos humanos, familiarizada con el caso de McPherson.

La persecución a las mujeres que han abortado comenzó después de que Ciudad de México descriminalizase el aborto hace una década. La respuesta a esto fue que otros estados introdujeron medidas más restrictivas para controlar los derechos reproductivos de las mujeres, asegura Salas. La mayoría de las mujeres que son condenadas por ese tipo de casos son pobres y no pueden costearse un abogado competente para que les defienda.

Autoridades de Querétaro –un estado completamente católico– aseguraron que el fiscal sería sancionado por sus comentarios despectivos, pero seguían defendiendo el caso. Un nuevo equipo legal ha presentado una apelación por McPherson. Sin embargo, su familia sigue sin entender el interés que ha despertado su hija, una madre soltera, en los fiscales.

“Quién gana con todo esto?”

“¿A qué viene tanta venganza?”, se pregunta Edna Veloz, madre de McPherson. “¿Quién gana con todo esto?”. La familia y el equipo legal de la encarcelada sostienen que el caso se llevó mal desde el momento en el que ella empezó a sentir dolor abdominal el 17 de febrero del año 2015.

El personal médico halló a McPherson inconsciente en el baño. Había perdido mucha sangre. Los fiscales acusan a McPherson de asesinar a su bebé y de intentar deshacerse de él tirando de la cadena en repetidas ocasiones; su abogado Aureliano Hernández dijo que el bebé cayó dentro cuando ella se desmayó, y que la cadena automática de los servicios se activó una y otra vez.

Llevaron a McPherson al hospital y le dieron el alta esa misma noche. Pero los investigadores del estado ya estaban construyendo un caso en su contra.

Los abogados de McPherson aseguran que no se llevó a cabo una investigación real. En su lugar, los fiscales buscaron testigos que confirmasen una versión preconcebida de los hechos. “La investigación se centró todo el tiempo en que Dafne era la responsable de todo lo que había pasado”, apunta Salas.

El abogado de oficio no se preparó el caso

McPherson fue detenida el 2 de septiembre de 2015. Según relata su familia, su primer abogado cobró sus honorarios pero no hizo nada por construir una defensa. Un segundo abogado fue apartado en la víspera del juicio porque no se había preparado para defender a su cliente conforme al nuevo sistema judicial que se acababa de poner en marcha.

Se le asignó un abogado de oficio en el último minuto, pero no llamó a ningún testigo ni presentó ninguna prueba exculpatoria, como por ejemplo un diagnóstico del médico de McPherson en el que muestra que ella padece hipotiroidismo. Esta enfermedad hace que el peso varíe mucho y quizá esa sea la explicación de por qué no se había dado cuenta de que estaba embarazada, dice su actual equipo médico.

Este abogado, el asignado de oficio, tampoco objetó la comparación que hizo el fiscal entre McPherson y un perro, y no cuestionó la afirmación infundada del fiscal en la que afirmaba que ella estaba embarazada y trató de esconder su estado, cuenta Hernández.

McPherson fue declarada culpable el 16 de julio del año pasado. Como humillación final, su familia cuenta que el abogado de oficio les dijo que la sentencia había sido indulgente y que la mujer pronto sería liberada por buena conducta.

La prisión no ha sido fácil para McPherson, una mujer tímida que heredó su apellido de un bisabuelo irlandés. Desde que fue arrestada, no ha visto a su hija, porque la familia siguió el consejo de un psicólogo que les recomendó que no le dijeran que la madre estaba entre rejas. “Le decimos que está en el hospital”, cuenta Veloz.

Hace poco, Lia –que ahora tiene nueve años– le dijo a su abuela que había soñado que su madre había vuelto, recuerda su abuela. “La única cosa que puedo decirle es que ella volverá pronto con nosotros”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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