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El negocio del MMS: la sustancia tóxica que ni cura el coronavirus ni nada

Pacientes en sus camas en los Hospitales Civiles de Brescia, en medio del brote de coronavirus.

José Ramón Alonso Peña

Catedrático de Biología celular de la Universidad de Salamanca —

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Algunos individuos venden a las familias con alguien enfermo un tratamiento llamado MMS. Son las siglas de Miracle Mineral Solution o Miracle Mineral Supplement; es decir, una solución “milagrosa” de minerales, o un suplemento igualmente “milagroso” también de minerales. Lo de prometer milagros es algo que no hacen ya ni en Lourdes. En realidad, el MMS es una potente sustancia química que se transforma en lejía industrial cuando se mezcla con un ácido según las instrucciones del paquete. Si no se hace este tratamiento previo, los ácidos del estómago harán el mismo efecto. Es una sustancia tóxica y peligrosa.

El MMS se vende por diferentes canales, pero sobre todo por Internet y su uso es frecuente en América Latina. En otras partes del mundo como Europa, Australia, Canadá o los Estados Unidos, la peligrosidad del MMS ha sido ampliamente denunciada y en distintos países, incluido España, ha sido prohibido. Eso no evita que algunos curanderos peligrosos lo patrocinen y lo difundan.

No hay que demonizar a una persona que lo compra para un hijo o un padre enfermo. En algunos países, los medicamentos eficaces están fuera del alcance económico de muchas personas y entonces tu cerebro te anima a creer que el MMS o el agua de mar son incluso más efectivos, que estás haciendo algo útil. La desesperación tiene estas cosas.

Según los expertos de la FDA (Food and Drug Administration), la agencia que controla y verifica los alimentos y los medicamentos en Estados Unidos, el MMS es una sustancia peligrosa y recomienda detener el consumo de este producto inmediatamente.

¿Qué es el MMS?

El MMS es una solución al 28 % de clorito sódico en agua destilada. Es una sustancia muy oxidante con base en cloro, que es la definición de “lejía”. Hay también una versión más diluida denominada solución de dióxido de cloro o CDS en sus siglas en inglés. No hay que confundir el clorito sódico, que es el MMS, con el cloruro sódico, que es la sal común. Los vendedores dicen que el producto debe mezclarse con un ácido, como por ejemplo el ácido cítrico que contiene el jugo de limón, antes de beberlo. Al mezclar la solución de clorito con el ácido se produce dióxido de cloro (ClO2).

Esta sustancia química es una lejía muy utilizada en la industria: se usa para blanquear la pasta de papel, para blanquear fibras textiles y para desinfectar. Es una de las lejías industriales más utilizadas en el mundo por su bajo precio y su acción radical. La lejía se puede usar en el ámbito sanitario pero para limpiar el suelo con una fregona, no para dárselo a nadie. Al ser una sustancia tóxica hay límites muy definidos para cualquier persona que la tenga que manejar en su trabajo con lo que resulta aún más sorprendente que haya quien proponga bebérselo y aun más aterrador, que algunas personas se lo beban o se lo den a beber a sus hijos o se lo pongan como enemas.

Beber la cantidad indicada por los vendedores en las etiquetas del MMS puede causar náuseas, vómitos, dolores de estómago, diarrea, irritación en los ojos, fallo renal, hemólisis, problemas respiratorios o síntomas de una deshidratación grave que puede llevar a una hipotensión mortal.

Opiniones de cuñado

Cuando las personas que han comprado el MMS mencionan con una preocupación lógica estos síntomas a las personas que les han vendido el producto, la respuesta es alucinante: para ellos esas señales de daño corporal son, en realidad, “la prueba de que el MMS está funcionando”. No proporcionan ninguna evidencia de que sea así porque simplemente no es verdad. Naren Gunja, director del Centro de Información sobre Envenenamientos de Nueva Gales del Sur (Australia), indicó que usar este producto es “algo parecido a beber lejía concentrada”.

Los desaprensivos que venden este tóxico utilizan como evidencias datos inventados, opiniones de su cuñado, vídeos de Youtube sin ningún control de veracidad y ataques a la comunidad científica, que al parecer somos todos unos esbirros a sueldo de la industria farmacéutica. Nada raro, siempre hacen y dicen lo mismo los que temen que les desmontes el chiringuito.

Es verdad que el MMS es tóxico para las células cancerígenas pero lo es igualmente para las células sanas. Es como si para tratarnos el cáncer nos tirásemos a una hoguera, mataríamos a las células tumorales pero también a todas las demás. No hay ninguna enfermedad para la que el dióxido de cloro sea de utilidad.

Otro argumento que se utiliza es que no puede ser malo si se utiliza para potabilizar el agua, lo que es cierto, se usa para sanear torres de refrigeración y en depuradoras. Lo que no nos dicen es que se usa para potabilizar precisamente por su capacidad de destruir y matar. Si hervimos el agua también eliminamos los microorganismos pero nadie recomienda que bebamos agua hirviendo. En realidad, si el agua potable contiene más de 0,8 mg/L de dióxido de cloro deja de ser considerada apta para el consumo. La cantidad recomendada en el etiquetado del MMS es 200 veces superior a la ingesta diaria máxima.

Un remedio para todo

El MMS no solo se vende como un supuesto tratamiento para el autismo sino que sus vendedores, a veces a escondidas, dicen también que tiene resultados milagrosos contra el SIDA, el cáncer, la malaria, el herpes, el asma, la diabetes, la hepatitis, los catarros y el acné. Y ahora el coronavirus.

No hay ni un solo estudio científico que apoye emplear MMS para estas enfermedades ni para ninguna otra. Sería rarísimo que una misma molécula fuese eficaz contra cosas tan distintas, con distintos agentes causales y actuando en distintas partes del cuerpo. El único “milagro” aquí es cómo se llenan el bolsillo algunas personas a partir de la ignorancia, la desesperación y la esperanza de otras. En realidad, el dióxido de cloro es una lejía muy barata pero los que lo venden como MMS multiplican su precio por varios cientos.

El milagro de multiplicar sus cuentas bancarias

Ellos sí que hacen el milagro, el de multiplicar sus cuentas bancarias, el de desplumar a los incautos. La industria farmacéutica tiene unos estándares de calidad y debe demostrar que un medicamento es seguro y eficaz. Los vendedores de MMS solo hablan de su supuesta experiencia, aunque no tengan ninguna formación ni hayan hecho ningún estudio ni hayan realizado ningún control.

Cuando usted vea que el MMS no hace nada, que su hijo sigue teniendo autismo o el cáncer ha avanzado por abandonar las terapias eficaces, ¿qué hará? Es posible que se vuelva hacia quien le vendió el clorito pero no responderá o si lo hace es posible que le diga que tiene que seguir más tiempo, cómpreme más botes, que cada paciente responde de forma distinta, que no debe escuchar a la familia que ellos están sanos y no entienden, o lo más indignante, que usted necesita una actitud de gratitud y claro en vez de eso, dice que no funciona y que le han timado, así no va por buen camino. La culpa es suya, nunca del timador.

Directamente desde la galaxia Andrómeda

El inicio del MMS fue un libro publicado por Jim Humble en 2006, The Miracle Mineral Solution of the 21st Century. Humble afirmaba que había sido enviado desde la galaxia Andrómeda para salvar a la humanidad con su solución milagrosa. Fundó una iglesia, la Genesis II Church of Health and Healing de la que te puedes hacer socio por el módico precio de 35 $ lo que te da derecho a no creer en las vacunas, en los rayos X y en distintos tratamientos médicos que esta secta considera dañinos para la gente.

El único resultado palpable es que este “profeta” del MMS ahora pone en su tarjeta de visita obispo Jim Humble, lo que no creo que le libre de las demandas que recibirá de sus clientes engañados. En los años siguientes fueron surgiendo casos de personas con daño orgánico por el consumo de MMS, algunas de las cuales murieron poco después. Dough Nash indicó a la cadena ABC que su esposa lo tomó una única vez y doce horas después falleció.

Canadá prohibió el MMS después de que una persona tuviera que ser hospitalizada tras consumirlo llegando a urgencias en una situación crítica. Distintos países europeos y la Asociación Europea de Centros de Toxicología y Toxicología Clínica también han emitido una alerta sobre su uso. Según la Agencia norteamericana de Protección Ambiental, la exposición crónica a pequeñas dosis de dióxido de cloro genera un deterioro en el sistema reproductivo y daños en el desarrollo neurológico.

La oficina del Fiscal General del estado de Washington presentó una demanda contra una pareja australiana que vendía MMS en la zona de Seattle, contando con la colaboración de la Australian Competition and Consumer Commision, una agencia de defensa de los consumidores. En el juicio, el juez describió a los acusados como curanderos y encontró que las afirmaciones de las páginas web eran “falsas, equívocas o engañosas”.

Una mentira trágica y cruel

No ha sido el único caso. Andreas Kalcker fue detenido en España por vender la solución como medicamento, violando las leyes españolas de protección de la salud pública. Este señor, que se autodenomina doctor con un título de una de esas pseudouniversidades que venden títulos por Internet, sigue engatusando gente diciendo que cura el autismo, algo de lo que no presenta ninguna prueba fiable y es una mentira trágica y cruel.

La FDA indicó que seguiría sus investigaciones haciendo uso de la legislación civil y la penal para proteger a la sociedad de quien pone su salud en riesgo y se aprovecha de ellos. La Agencia Española de los Medicamentos y Productos sanitarios ordenó hace ya diez años prohibir su venta y que fuera retirado del mercado.

En conclusión, nadie debería usar MMS y las personas que lo venden deberían responder ante la justicia de sus mentiras –no hace lo que dicen que hace–, sus estafas –consiguen dinero con información falsa– y su daño a la salud.

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