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Los ebooks después del 'boom' de la autopublicación en España

Para autopublicar en Amazon no es necesario el número ISBN

Paula Corroto

Madrid —

Cada cierto tiempo aparecen nuevas noticias sobre el boom de la autopublicación. La última, a partir de la empresa de servicios de editoriales, ArtGerus, cuyo informe sostiene que esta forma de publicar había aumentado un 78% en los últimos años y que España estaba a la cabeza –junto con Alemania- de los países europeos con más autores que deciden montárselo por su cuenta.

Sin embargo, todos estos datos muy matizables. Para empezar porque proceden de una empresa dedicada a la autopublicación (ellos afirman que han autoeditado a más de 1200 autores en los últimos seis años), es decir, ayudan en el proceso y los colocan después en las plataformas de venta digital. Por otro lado, es muy difícil encontrar en España datos relevantes sobre la autopublicación, ya que las plataformas de ventas (Amazon, Google, Kobo, Apple, Casa del Libro…) no los comunican.

Menos autopublicados en 2014 según el ISBN

Por tanto, las únicas cifras reales son las que aporta la base de datos de los ISBN autopublicados –este número es una especie de DNI para los libros y cuesta 45 euros desde que fuera privatizado por el Gobierno en 2010- que gestiona la Federación del Gremio de Editores). Y en ella observamos una curva que, en realidad, va hacia abajo.

Así, si en 2011 se autopublicaron 2.378 títulos, el boom llegó en 2012 con 4.592 libros autopublicados. A partir de ahí, las cifras van en descenso: 3660 títulos en 2013 y 3369 en 2014 (a escasos días de que acabe el año). Los años no extrañan: hace cuatro aún no habían llegado las plataformas de venta y autoedición como Amazon (a pesar de que ya funcionaran otras como Bubok) y 2012 fue la época en la que la compañía de Jeff Bezos comenzó a alcanzar una enorme popularidad, a lo que se le suma que fue uno de los peores años de la crisis económica con mayor número de parados.

No obstante, estas cifras también hay que interpretarlas con cautela. Como afirma Javier Celaya, del portal dosdoce.com, “es lógico que cada vez haya menos libros, ya que antes el ISBN era gratis y ahora no”, aunque lo cierto es que hay que pagar desde hace cuatro años y en 2012 el número de autopublicados con este número subió.

Por otro lado, para autopublicar en Amazon no es necesario un ISBN (ellos tienen un número propio), por lo que todos los libros que se suben a esta plataforma no quedan registrados en la base de datos del ISBN, y cada vez más autores utilizan este servicio para, precisamente, ahorrarse el pago. Sin embargo, esta empresa tampoco ofrece sus cifras reales, solo que un 48% de los 25 ebooks más vendidos en la Tienda Kindle en 2014 son obras autopublicadas a través de KDP (la plataforma de autopublicación) y que España es uno de los países donde opera Amazon con un mayor número de autores registrados en la plataforma KDP.

Desde la plataforma de autopublicación Bubok sí confirman que este año han publicado 7.900 títulos (autopublicados), pero tampoco todos tienen ISBN, ya que depende de que así lo quiera el autor. Eso sí, sólo los que tienen ISBN son los que acceden a la distribución digital general, es decir, Bubok gestiona también que se vendan en otras plataformas como Amazon, Amazon.es, Casadellibro.com, Libranda.com, o Google.  

Ante estos datos se suscitan varios interrogantes: ¿Cuántos autopublicados hay en España? ¿Es verdad que España es uno de los países con más autopublicados? ¿Hasta qué punto está bajando el suflé de la autopublicación? ¿Ha dejado de ser interesante? ¿Quién se beneficia de los autores que se autoeditan?

Para Celaya es evidente que los autopublicados están en crecimiento. “Este año se han facturado ocho millones de euros en España, lo que supone ya el 10% de la cuota total”, sostiene. Sin embargo, otros especialistas en la industria digital no lo tienen tan claro. Mariana Eguaras, consultora editorial, reconoce que no sabría determinar fehacientemente si en España todos tenemos guardados un libro en el cajón, ni tampoco si las plataformas existentes están realmente impulsando esta forma de publicar.

Bernat Ruiz Domenech, profesor del Master en Edición Digital en la Universidad de Alcalá, por su parte sí cree que hubo un boom –registrado en los datos de 2012- que se debió a varias razones: “En España aparecieron muy pronto servicios de autoedición como Bubok, que en seis años ha publicado más de 80.000 títulos. Estos servicios lo pusieron todo muy fácil y relativamente barato. También está lo que los anglosajones llaman vanity publishing. Creo que mucha gente llegó a pensar que eso de triunfar escribiendo una novela era algo relativamente fácil y que si ellos no podían era porque las editoriales no reconocían su talento. La autoedición funciona, en ese aspecto, como una válvula de escape de la vanidad. Finalmente, el autismo de las editoriales tradicionales, muy poco acostumbradas a conocer su público. El desdén con el que se han tomado la autoedición desde una supuesta superioridad intelectual ha provocado que hayan dejado escapar este negocio”.

De ahí que hace un par de años este tipo de libros subiera como la espuma, y que incluso, muchos autores acabaran siendo contratados por editoriales y siendo publicados en papel. Como indican desde Amazon España, “más de 30 autores KDP han sido fichados por editoriales tradicionales. Exitse en España una 'cantera digital' donde las editoriales reclutan talento que ha triunfado en las redes, reduciendo así el riesgo de apostar por un autor desconocido”.

¿Espejismo?

¿Estamos, por tanto, ante un espejismo o es un fenómeno real? Como indica Eguaras, “si un autor no puede acceder al circuito tradicional de la edición y publicación de publicaciones y tiene al alcance de su mano plataformas donde publicar por cuenta propia, las aprovecha. Generamos más contenidos que nunca y el libro es uno de los formatos ideales para comunicar ese contenido”

Para Ruiz Doménech lo que sucede es “estamos en una fase todavía temprana y hay muchos autores que apuestan por la autopublicación pensando que con Internet es todo muy fácil”, y según alerta, “en pocos años estos autores se enfriarán y la realidad saldrá a la luz, se verá que la mayoría de autores apenas son capaces de vender a su familia y amigos más próximos –y muchos no pretenden mucho más– moderando el ritmo de crecimiento”.

Muchas veces se tiende a comparar el fenómeno con lo que sucede en los países anglosajones donde sí hay un aumento considerable de los autopublicados. Un reciente informe del portal dosdoce.com, Nuevos modelos de negocio en la era digital, a partir del estudio, Autores independientes: La llegada de la Revolución Indie, ofrecía cifras como los 391.000 títulos autopublicados con ISBN en EEUU en 2012 (según las consultoras ProQuest y Bowker), de los cuales el 40% era digital. O cómo en 2013 los autopublicados habían crecido un 79% en Reino Unido, según Nielsen, suponiendo ya el 5% de todo el mercado británico.

Pero son datos que, de momento, no se acercan al mercado español, por lo que, como señala Ruiz Domenech, “hasta que la facturación por ventas no sea netamente superior a la de la inversión de los autores para ser publicados no podremos hablar de un sector maduro. Más que de burbuja hay que hablar de estructura piramidal en la que sin la entrada de nuevos ”inversores“ (autores) el negocio se viene abajo: si los autores dejaran de pagar por publicar el sector se hundiría, pues sólo con las ventas no se sostiene. Eso indica que no hay una burbuja de autores ni de títulos –aunque el ascenso se moderará a medio plazo–, pero sí la hay de empresas”.

El beneficio, para las empresas

Precisamente son las empresas de autopublicación y las plataformas de ventas las que se están beneficiando del fenómeno –Amazon tardó poco en incluir a los autopublicados en su tarifa plana de suscripción. Y es cierto que los autores, al no haber intermediarios, pueden recibir mejores porcentajes en derechos de autor (de hasta el 70% en Amazon, por ejemplo) y autores han podido saborear las mieles del éxito, aunque “son pocos los que van a triunfar”, insiste Ruiz Domenech.

Pero también es un modelo que deja cadáveres por el camino: a las editoriales tradicionales en particular y a toda la cadena tradicional del libro, con especial hincapié en las librerías. “A medida que aumente la oferta y los precios se mantengan bajos (que lo harán) y haya alguna forma de filtrar la calidad –todo sector acaba madurando y encontrando filtros viables– muchas editoriales tradicionales poco especializadas lo tendrán difícil para justificar sus precios basándose en una calidad que ya será casi indistinguible, en muchos casos, de los mejores autopublicados”, vaticina Ruiz Domenech.

Habrá que ve realmente si la autopublicación funciona o estamos realmente ante un espejismo.

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