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75 años y los palestinos todavía se preguntan adónde ir

Amjad Saeed

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“Ahora comprendo el profundo sentimiento de tristeza que vivieron los testigos de la Nakba”, explica Maha, una activista humanitaria y periodista independiente de Gaza de 32 años. Como parte de su trabajo como directora de estrategia del Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, solía registrar los testimonios de los refugiados palestinos que vivieron durante la Nakba y sufrieron sus consecuencias.

“Pertenezco a la tercera generación de refugiados y refugiadas de Palestina”. Su familia era originaria de Jerusalén y tuvo que huir a Gaza tras la creación del Estado de Israel en 1948. Mi primer registro de testimonios de personas refugiadas provino de mis abuelos que vivieron en Jerusalén y luego como refugiados en Gaza“.

Como explica Maha, sus abuelos no dejaron de esperar el día en que regresarían a su ciudad natal, a su casa y a su vida de antes de ser desplazados. Maha creció escuchando las historias de la belleza de la ciudad santa que solo pudo visitar una vez cuando era niña, antes de que las autoridades israelíes le negaran el permiso para volver a visitarla debido a su trabajo en la documentación de la tragedia de los refugiados de Palestina.

Mientras sufre la brutal violencia israelí en Gaza por noveno mes consecutivo, lo que solía documentar se convirtió en su propia realidad. “Después de la Nakba, nuestras vidas colectivas como palestinos quedaron suspendidas”. Maha siente que los refugiados palestinos tienen un miedo continuo de perder la vida y de ser desplazados y desarraigados una y otra vez. “Esto es lo que sucede ahora en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Las autoridades israelíes y el terror de sus colonos obligan a la población palestina a abandonar sus casas, sus pueblos y sus ciudades”.

Maha vincula el sentimiento de sus abuelos de vivir una realidad temporal todo el tiempo en Gaza con su propio sentimiento como mujer desplazada en este momento. “Son los mismos sentimientos y palabras. Cuando recibimos las primeras llamadas para evacuar Gaza hacia la zona media de la Franja, pensé que pasarían un par de días y que regresaríamos”. Después de 9 meses, no sabe si alguna vez podrá recuperar algo de su vida normal anterior a octubre, pero aun así no puede perder la esperanza ni resignarse a intentar construir una nueva vida lejos de su casa. Es la misma narrativa que sus abuelos seguían repitiendo, a pesar de que vivieron décadas en Gaza como refugiados.

Desde el 7 de octubre, Maha ha estado documentando activamente el sufrimiento del pueblo de Gaza. Su trabajo se centra en recopilar testimonios de las violaciones israelíes contra la población de la Franja, especialmente mujeres y niños. Asegura que “más de 150 periodistas y 100 trabajadores humanitarios fueron asesinados mientras realizaban su trabajo de exponer la realidad de lo que sucede en Gaza. Como periodistas y trabajadores humanitarios, somos parte de las víctimas de esta tragedia. Ya no se trata de escribir la historia de 1948”.

Maha cree que Israel ataca a los trabajadores humanitarios y a los periodistas como parte de su política para silenciar la verdad y bloquear la narrativa palestina en una época en la que la gente tiene fácil acceso a las noticias, gracias a la tecnología. “En cada ataque importante contra cada ciudad de la Franja, Israel cortó las telecomunicaciones. Esto ocurrió antes de invadir el hospital de Alshifa, Khan Younis y Rafah”. Tras cada apagón, vinieron nuevas masacres qeu se revelaron cuando se restableció la conexión.

A pesar de que ya han pasado 76 años de la Nakba, la población palestina sigue viviendo nuevas Nakbas, y sufirendo las consecuencias y el trauma de aquella tragedia. “Vivimos colectivamente la incertidumbre y el miedo de no encontrar un refugio seguro para volver a empezar si sobrevivimos físicamente”, concluye Maha.

“Ahora comprendo el profundo sentimiento de tristeza que vivieron los testigos de la Nakba”, explica Maha, una activista humanitaria y periodista independiente de Gaza de 32 años. Como parte de su trabajo como directora de estrategia del Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, solía registrar los testimonios de los refugiados palestinos que vivieron durante la Nakba y sufrieron sus consecuencias.

“Pertenezco a la tercera generación de refugiados y refugiadas de Palestina”. Su familia era originaria de Jerusalén y tuvo que huir a Gaza tras la creación del Estado de Israel en 1948. Mi primer registro de testimonios de personas refugiadas provino de mis abuelos que vivieron en Jerusalén y luego como refugiados en Gaza“.