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“El invierno es una larga pesadilla en Gaza”

Amjad Shabat

Gaza —

En un piso de una habitación de 40 metros cuadrados viven Riham Rabie, su marido y sus cinco hijos e hijas. Se trata de un hogar que carece de las necesidades más básicas como espacio para dormir o agua en el inodoro. Cuando llega el invierno la situación se descontrola y el peligro se dispara. “Cuando llueve, el agua se acumula en el techo por lo que podría derrumbarse sobre mi cabeza en cualquier momento”, comenta Riham.  

La familia también sueña con ducharse con agua caliente, ya que no pueden permitirse comprar un calentador de agua eléctrico. “En el mejor de los casos, caliento un poco de agua con la estufa para ducharme. Todo esto es un sufrimiento”. 

A sus 35 años, Riham y su familia viven en el campamento de refugiados y refugiadas de Al-Shati, al oeste de la ciudad de Gaza. Un campamento que se conoce como el tercero más grande de los ocho que tiene la Franja y uno de los más concurridos. 

El campamento, también conocido como ‘de la playa’, albergó inicialmente a 23.000 refugiados y refugiadas, actualmente son más de 85.628, los cuales residen en un área de tan solo 0,52 kilómetros cuadrados.  

A las ya difíciles condiciones en las que vive la familia Riham se le suma la llegada de un invierno especialmente frío y húmedo. “Odio cuando llueve”. En esos momentos las paredes de la casa se agrietan y gotean, lo que hace que el pequeño apartamento se inunde. “Pongo tazones debajo de los lugares donde cae el agua y uso las mantas de mis hijos para secar el suelo”. La mayoría de las veces sus intentos no dan resultado. Durante las fuertes lluvias los niños y niñas tienen que despertarse por la noche para alejarse del agua que alcanza hasta sus colchones. “A veces no podemos ni usar los colchones o las mantas porque se mojan”.  

Las principales consecuencias de vivir en estas circunstancias son las múltiples enfermedades derivadas de estar expuestos al frío y a un hogar de estas características. “Mi hijo tiene una infección en los oídos por el frío y no podemos permitirnos pagar un tratamiento”. 

Pero no solo la salud se resiente, también la convivencia. Las tensiones entre Riham y su marido aumentan motivadas por la crispación de vivir en esas condiciones. “Siempre peleamos porque nos agobiamos al ver que nuestras vidas están en peligro por el posible derrumbe del techo y porque nuestros hijos están enfermos todo el tiempo”.   

La población refugiada de Palestina, como Riham y su familia, vive en 58 campamentos gestionados por la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, UNRWA. Los desafíos que enfrentan son específicos dependiendo de su comunidad de acogida. Pero sus necesidades son crecientes tanto en Gaza, Cisjordania, Siria, Jordania y Líbano. El contexto socio económico y político de todas ellas les empuja a un abismo que hace que la mayoría dependan de la ayuda humanitaria.  

Los habitantes de la franja de Gaza llevan 15 años expuestos a un bloqueo por tierra, mar y aire que limita su libertad de movimiento y de crecimiento y desarrollo económico. Además, las múltiples ofensivas que sufren por parte de los ataques de Israel, se han cobrado las vidas de miles de personas, así como la destrucción de los hogares de la población civil del enclave. Pero vivir en este contexto no les quita las ganas de luchar por una vida digna, como Riham que tiene varios sueños: “Una pequeña casa de 2 habitaciones”, una para ella y otra para sus hijos e hijas.  

“Me gustaría vivir en una casa que tenga un techo de cemento, seguro y paredes que no filtren el agua, con una lavadora y una nevera”. Riham, que no tiene lavadora, lava a mano la ropa sucia de la familia con agua fría. Este invierno les ha pedido a sus hijos e hijas que no se cambien de ropa con frecuencia porque sus manos sufren la consecuencia de lavar a esa temperatura. “El invierno es una larga pesadilla”. 

-Estas fechas: RegaloJusto, justo lo que necesitan- 

El invierno es muy duro para las familias refugiadas de Palestina que se enfrentan a él sin ropa de abrigo, viviendas adecuadas, ni calefactores. 

Desde UNRWA España se lanza la campaña ‘Regalo Justo, justo lo que necesitan’ en unas fechas especialmente consumistas, pero también solidarias. Esta iniciativa surge de la necesidad límite de ayudar a la población refugiada de Palestina a través de un regalo de primera necesidad como mantas, estufas o kits de abrigo, entre otros. Haciendo un regalo justo se ayuda a los niños, niñas y familias enteras a enfrentar situaciones de emergencia hasta que se consiga una solución justa y definitiva a su situación.   

En un piso de una habitación de 40 metros cuadrados viven Riham Rabie, su marido y sus cinco hijos e hijas. Se trata de un hogar que carece de las necesidades más básicas como espacio para dormir o agua en el inodoro. Cuando llega el invierno la situación se descontrola y el peligro se dispara. “Cuando llueve, el agua se acumula en el techo por lo que podría derrumbarse sobre mi cabeza en cualquier momento”, comenta Riham.  

La familia también sueña con ducharse con agua caliente, ya que no pueden permitirse comprar un calentador de agua eléctrico. “En el mejor de los casos, caliento un poco de agua con la estufa para ducharme. Todo esto es un sufrimiento”.