A lo largo de su exitosa trayectoria televisiva, Bambú Producciones ha desarrollado una manera de hacer ficción fácilmente identificable. Tanto, que a veces basta con ver unos segundos para saber si una serie española ha sido producida o no bajo su sello. Por ejemplo, si los personajes que aparecen en pantalla van impecablemente vestidos, lo más probable es que esa serie sea de Bambú. Si ese vestuario impoluto se ve acompañado por una puesta en escena tan cuidada como elegante, también. Y si además la serie es de época, pero sus protagonistas no viven necesariamente pegados a los acontecimientos de la misma, sí, casi seguro que esa serie es de Bambú.
Un asunto privado, la primera producción de la compañía para Amazon Prime Video, cumple a rajatabla todos estos puntos, por lo que podemos decir que es una ficción “muy de Bambú”. De la Bambú de siempre, porque comparte los rasgos antes descritos con estandartes de la productora como Velvet, Gran Hotel y Las chicas del cable, pero también de la de ahora, con un interés especial por ampliar sus propios horizontes. Una vocación que siempre ha estado ahí, en realidad, como demuestran aventuras tan rompedoras -al menos industrialmente hablando- como fue la de Refugiados (2015), pero que ha salido más a relucir en los últimos años a través de títulos tan dispares como Fariña, Instinto, En el corredor de la muerte o Jaguar.
La última de las citadas, estrenada el año pasado en Netflix, ya presentaba ciertos aires de cambio desde sus animados títulos de crédito a ritmo de Heavy Metal. Un asunto privado también tiene una cabecera animada, aunque aquí la música heavy deja paso a una breve melodía de jazz en sintonía con esos años 40 en los que se ambienta la serie. La animación, con independencia de su acompañamiento musical, tiene sentido en tanto en cuanto ambas ficciones funcionan como un cómic en movimiento. Como “una aventura de Tintín”, en el caso de la apuesta de Prime Video, tal y como la definió Ángela Molina en una reciente entrevista con verTele.
Marina, una protagonista todoterreno
La actriz da aquí vida a Asunción, la histriónica madre de Marina Quiroga, la verdadera protagonista de la función. La joven, interpretada por Aura Garrido, pertenece a una familia acomodada de la Galicia de los años cuarenta, aunque los lujos y las comodidades que la rodean no hacen que ceje en su empeño de ser policía. Un sueño que se remonta a su niñez, cuando su padre, a fallecido, le animó a seguir sus pasos y a convertirse en toda una agente de la ley. Sin embargo, su mera condición de mujer se lo impide, así que ha de conformarse con estudiar por su cuenta los secretos del mundo detectivesco mientras ve que Arturo (Pablo Molinero), su hermano, lidera su propia comisaría de policía.
Y así es hasta que Marina se encuentra un día cerca de la escena de un crimen y decide convertirse, de una vez por todas, en la detective que siempre quiso ser. Para ello cuenta con la ayuda de Héctor (Jean Reno), su entrañable mayordomo, con quien forma un peculiar tándem mientras trata de dar caza a un asesino en serie de prostitutas y, a su vez, lucha con la oposición de Arturo y el resto de agentes de la comisaría, que ven con recelo que una mujer se ponga de repente a jugar a los detectives. Algo que a ella le trae sin cuidado, siendo un torbellino para todo el que se atreva a cruzarse en su camino.
Marina se presenta, pues, como una joven todoterreno de grandes aptitudes y adelantada a su tiempo. Y Un asunto privado, como una serie preocupada por reivindicar la presencia de la mujer en mundos reservados únicamente a los hombres. Igual que hicieron antes que ella, y a su manera, Las chicas del cable y Jaguar, creadas también a partir de una idea original de Gema R. Neira, aunque aquí el peso de la producción lo lleva Teresa Fernández-Valdés en calidad de showrunner.
Esta última es, por lo tanto, la principal responsable de una serie que despliega su vocación feminista a través del detalle. En este sentido, la nueva producción española de Prime Video no se conforma con poner como protagonista a una mujer y contar que está tanto o más capacitada que cualquier hombre para ejercer el trabajo de policía. También se propone romper otras limitaciones que históricamente han marcado a los personajes femeninos de ficción, como la dependencia de la protagonista femenina de un interés amoroso o la obligatoriedad ser una 'esclava' de la apariencia física.
Un asunto privado no es la primera serie que se muestra desafiante al respecto, claro, pero sí llama la atención que lo haga de una manera tan juguetona y autoconsciente. En el caso de lo primero, a través de las interacciones de Marina con los agentes Pablo (Gorka Otxoa) y Castaño (Álex García), a los que deja deliberadamente con la miel en los labios. Y en cuanto a lo segundo, con la evolución evolución visual que la protagonista experimenta a lo largo de cada capítulo, apareciendo perfectamente vestida y maquillada al principio para acabar luciendo heridas, rasguños y alguna que otra prenda perdida en su camino por conseguir la siguiente pista del caso.
Acción a raudales para una serie con aire de cómic
Esto último va de la mano de la acción que atesora la serie, que junto al misterio que engloba la propuesta y su apuesta inicial por el humor, justifican la comparación de Ángela Molina con las aventuras de Tintín y. Y también esa apariencia comiquera que la serie de Prime Video abraza con mayor fuerza en sus primeros capítulos, donde la mezcla de género se siente especialmente presente. Es ahí donde la ficción muestra su cara más divertida y desenfadada, si acaso frenética, a través un ritmo trepidante y unos protagonistas que juegan a bordear -cuando no cruzar- con encanto la línea de la sobreactuación intencionada con el fin de subrayar la emoción que siente Marina y el temor que invade a Héctor por embarcarse en esta aventura que se les presenta.
Un caso truculento, el del asesino de prostitutas, que ambos afrontan cual Sherlock Holmes y John Watson. Los referentes más evidentes de una serie que exige cierta benevolencia con según qué giros de guion, y que peca de volverse más 'corriente' en su tramo final. Sin embargo, el balance general es positivo, pues en Un asunto privado encontramos una ficción sin más pretensión que entretener.