MasterChef Celebrity ha servido a Inés Hernand para seguir consolidando su posición en el audiovisual televisivo y en el panorama de futuro de TVE. No es para menos, puesto que la presentadora se convirtió en la ganadora de la novena edición en La 1, tomando el relevo de Laura Londoño tras una competida final contra Marina Rivers. Pero no solo ella ha salido ganando en el programa, sino que este también se ha actualizado con la imagen de la final: dos creadoras de contenido para los nuevos tiempos, jóvenes y dicharacheras, que han sabido hacer entretenimiento a la par que dejando mensajes positivos durante su paso por las cocinas.
De esa imagen que ha ayudado a componer en el programa habla con verTele apenas horas después de emitirse la gala final. La comunicadora, que apenas ha podido dormir ante la euforia por conocerse el veredicto del jurado, es clara cuando explica la importancia de representar a las nuevas generaciones en la televisión, incluso en programas que puedan despertar miradas más conservadoras. “Para poder romper prejuicios hay que acercarse a los espacios”, defiende Hernand, que se hizo un sitio en Playz y que ha acabado trasladándose a la primera cadena pública con formatos como No sé de qué me hablas y con eventos como el Benidorm Fest, a la espera de que vea la luz Pasa sin llamar.
En ese aspecto, destaca que la experiencia en el talent show culinario de Shine Iberia le ha demostrado que “este programa es una ruptura de prejuicios constante”, y defiende la evolución que ha experimentado el programa conforme pasan los años: “Han ido ganando en sensibilidad, igual que socialmente lo hemos hecho”, dice sobre el equipo que pone en marcha cada edición de MasterChef, en sus múltiples modalidades, sabiendo medir “el termómetro social”. Hernand, por otro lado, también reconoce su propia adaptación al formato de entretenimiento, mostrándose sin ambages y accediendo a entrar en el tono y dinámicas del concurso. “Cuando se es parte de algo, se es parte de algo con todas las consecuencias”, recalca, manifestando una sensación positiva sobre la experiencia.
¿Cómo ha sido despertar después de la emisión de la final? ¿Te ha costado mucho aguantar el secreto durante tanto tiempo?
Soy una persona a la que le gusta mucho comunicar, como bien sabréis algunos de vosotros. [Risas] Esquivaba la preguntaba, porque me cuesta aguantar las cosas que me excitan mucho y quiero compartir. Por otro lado, me cuesta también mentir. Por eso, las relaciones que se han visto son genuinas, las cosas que me han entristecido también son genuinas. De igual forma ha sido con ganar el premio. Cuando me preguntaban les decía que no podía decirles que no he ganado. Así que hacía yo como 'Ahhhh... Ahhh'. Pero no sabía yo que tenía tantos recursos como para cambiar de tema, fíjate. [Risas] Hemos sostenido con éxito la sorpresa, sobre todo por todos los fans y la gente que sigue el programa, que no se merecen otra cosa que el respeto de hacerlo a su debido tiempo.
Como tú misma bromeabas en el programa, pasaste de ‘rascuache’ a ‘bisagra’ y has acabado no solo como ‘élite’, sino llevándote la victoria. ¿En qué momento del concurso notaste que podías llegar lejos?
Creo que disfrutando un poco de la cocina, dejándote llevar y no entrando en tensión ni en pánico. Muchos de los consejos que nos daban los jueces iban aparejados de cosas que se podían aplicar... MasterChef es como una vuelta al cole: te toca en una clase que puede ser 4ºB, donde no puedes elegir compañeros porque te encuentras con un cast, y se transitan muchas cosas. El primer día de curso estás cogiendo las distancia, a ver qué hago o no hago, a ver cómo me llevo con los profes. El segundo día de curso vas cogiendo confianza, hasta que te vas soltando y te vas preparando para un examen. Así, hasta que dices: 'Yo aquí lo tengo claro, si lo hago bien y soy sólida en las cosas que hago, puedo tener ciertas posibilidades de éxito'. La verdad es que estoy bastante contenta de haber podido hacer eso. Y luego, lo de las clases sociales de MasterChef son mis pequeños guiños que se me ocurrieron y me parecieron bastante divertidos. Es el único sitio donde el ascensor social no está roto.
'MasterChef' ha sabido adaptarse no solo a las nuevas tendencias culinarias, sino al termómetro social
En la final defendías la cultura del esfuerzo poniéndote de ejemplo por esa evolución. ¿Cómo de exigente es 'MasterChef'?
La cosa es la siguiente: MasterChef es un programa de cocina. Nosotros la cocina la conceptualizamos como si fuese entrar, cortarte un trocito de queso y abrir una copa de vino. Cocinar a alto nivel es una cosa muy seria y exigente, y algo que está poniendo en valor concursos de estas características, igual que pasó en otro momento con talents como Fama, ¡a bailar!, o series en las que hay una mayor participación actoral. MasterChef te motiva a viajar y ver sitios nuevos, a hacer expediciones gastronómicas, a explorar la cocina y la gastronomía y verlas desde otro punto de vista, que por supuesto es muy exigente. El audiovisual impacta socialmente a nivel de que ves a alguien hacer esto, al igual que ves una persona queer y me siento representado, veo a este actor en esta serie de preparaciones de actores o actrices y me incita a explorar lo artístico por mi parte.
MasterChef es un programa exigente porque la cocina es una disciplina exigente. Si tú haces una evaluación de todas las ediciones anteriores, también ha sido un programa que ha sabido adaptarse no solo a las nuevas tendencias culinarias, sino al termómetro social. No son ajenos. Hay un equipo amplísimo de personas, de comunicación, producción, dirección y de diseño del programa, que obviamente piensan en todo y han ido ganando en sensibilidad, igual que socialmente la hemos ido ganándola con temas como el feminismo, salud mental, inmigración, lo LGTBIQ+. Es lógica la propia transformación del programa.
¿Cómo has aplicado tú todo eso al enfrentarte al programa?
Es importante que cuando estás en un programa de televisión, o en cualquier otra disciplina de la vida, sea fontanería, carpintería o abogacía, entiendas que no todo el mundo vale para estar en todos los sitios. La exposición pública y las exigencias que tiene un plató de televisión, que cualquier persona que sea celebrity más o menos puede haberse aproximado en su vida a ellas, requieren de una personalidad y no todas son aptas para ello. Desde mi propia experiencia, es un programa exigente, porque tiene que serlo, y a la vez que es entretenido si sabes encajar todo eso ahí. Y si no lo sabes encajar porque tu personalidad no lo admite, porque piensas que no estás en ese tipo de eje, sencillamente no es un programa para ti, ni para verlo, ni para participar, ni para criticarlo. Cuando se es parte de algo, se es parte de algo con todas las consecuencias. Y cuando no, no. Yo no tengo malas palabras para MasterChef, ni para la productora, ni por cómo me han tratado. Ni se hacen apagados de horno ni nada parecido. Me he sentido sostenida en todo momento y cuidada por los compañeros. Hemos vivido una experiencia muy divertida y que nos llevaremos a la tumba.
En ese sentido, durante tu paso por ‘MasterChef’ te has mostrado también vulnerable, entregándote de lleno al concurso. ¿Era algo contra lo que luchabas, o te dejaste llevar desde el principio?
Desde el principio no te dejas llevar porque lo que tú quieres es aprender un poco a entender las dinámicas, cómo es la gente. Cuando tratas con material humano es material sensible, y tienes que medir un poco las cosas y ser un poco prudente. Si llegas arrollando, puedes causar unas impresiones. A mí me importa llegar a unos espacios de trabajo y hacer una evaluación de cómo son las personas. Hasta que no ruedas un par de semanas te cuesta más entenderlo. Yo al principio pensaba: 'Madre mía, qué largo se me hace esto', '¿Se estará diciendo algo?'... Luego ves ese programa en una versión final y entiendes el contexto, y ves que tiene todo el sentido. La gente en sus casas necesita entretenerse, poner la mente un poco en blanco, relajarse, y por eso el programa tiene el ritmo que tiene que tener, está explicado para que lo entienda todo el mundo, y tiene los punchlines que tiene que tener. Si la gente quiere una cosa más interesante o densa que se ponga un pódcast de un tema concreto, pero está bien contado. Desde mi punto de vista, tardé un poquito en entrar, no mucho, pero sobre todo por prudencia y por coger las distancias con los compañeros.
MasterChef me ha podido enseñar de una forma un poco más humana, y eso puede atraer a un tipo de público fantástico
Ese duelo final con Marina, con las dos abrazadas y contentas por el éxito de la otra, ha sido un ejemplo de sororidad y generosidad. ¿Crees que la narrativa de esta edición, y ese final plagado de reivindicaciones, ha ayudado a romper ideas más conservadoras que podían haberse visto en 'Masterchef'?
Lo que siento es que efectivamente este programa es una ruptura de prejuicios constante. Creo que para poder romper prejuicios hay que acercarse a los espacios. A lo mejor había cierto grupo de gente que decía: “Yo no quiero participar en MasterChef, porque...”. Bueno, si tú participas en MasterChef podrás ver de primera mano si es así o no, y vivirás tu propia experiencia y podrás tener tu propia narrativa y tener tu propio contexto. Yo creo que ha pasado.
Al final, de una forma legítima estábamos en esa final porque nos lo hemos currado, porque hemos sido buenas compañeras, divertidas... Es muy importante construir desde lo colectivo, porque en la cocina desde lo individual tampoco se hace nada. A lo mejor, efectivamente, ha sido una forma de decir: 'Estad tranquilos, que las nuevas generaciones que vienen por detrás somos gente sólida, con valores, con risas y cosas de contar. No somos unos cabezas de chorlito. Para mí es importante que ese mensaje se haya podido dar y ha sido porque hemos ganado el espacio legítimamente.
Hace poco reconocías que MasterChef te llegó en un momento de incertidumbre profesional dentro de RTVE tras la polémica de los Goya. ¿Crees que tu paso por MasterChef, y tu victoria, te ha reforzado dentro de la cadena? ¿Has salido ganando con la experiencia?
Me encantaría decirte otra cosa que no fuese que de la precariedad no nos va a salvar nadie nunca. Esto es oscilante, ya sabes cómo funciona el show business. Ojalá se dejasen asentar un poquito los programas, de forma que pudiésemos estar trabajando en ellos por los siglos de los siglos. Pero es verdad que muchas veces los proyectos se encapsulan en algunos momentos temporales. Sí que es verdad que en el momento en que acepto MasterChef, como teníamos reciente el momento “icono”, pensé: 'igual esto puede resultar un problema de cara a encontrar otro trabajo'. Afortunadamente, desde septiembre de 2020 y hasta la fecha no he tenido ningún problema y he tenido todos los meses cubiertos, pero alguna vez puede pasar. Sí creo que tener la oportunidad de MasterChef me ha podido enseñar de una forma un poco más humana, por así decirlo, más natural, y eso puede atraer a un tipo de público fantástico para seguir consolidando mi carrera, que espero sea medioplacista. Yo no espero estar aquí dos días, y ya pirarme. Para eso hay que ser sólido, creíble, transmitir verdad en lo que hagas e impredecibilidad, que se tiene o no se tiene. Pero ahora mismo también hay que dejar que asiente la nueva presidencia y ver qué proyectos surgen. Imagino que la parrilla de este curso está más o menos cerrada. De momento, sin expectativas, pero muy contenta porque este proyecto me hace sacar pecho y sentirme muy orgullosa y de la imagen que he podido trasladar a España.