Para la vuelta del Grand Prix a TVE hubo que esperar 18 años. Pero tras su éxito de audiencias el verano pasado (se estrenó con un 26.1% y 2.572.000, y tras sus 7 programas acabó con un promedio del 19.2%), esta vez sólo ha habido que aguantar una temporada. “El programa del abuelo y el niño”, ese que ha vuelto a lograr reunir a toda la familia ante el televisor, regresa a La 1 este lunes 8 de junio a las 22:05 horas.
Al frente, como hace veintinueve años cuando se estrenó, seguirá estando Ramón García. Con él, con Ramontxu, pudimos hablar aprovechando la presentación de la nueva temporada, que ya ha desvelado sus pueblos, su gran ausencia, y avanzado que tendrá nuevos juegos. Y tras esa jornada, se ha sabido que competirá contra Supervivientes All Stars. Anticipándonos a ello ya se lo preguntamos al presentador, y en su respuesta lamentó que el espectador salga perjudicado: “En verano hay días de sobra para que no coincidan dos grandes formatos y que Mediaset se lleve lo suyo con Supervivientes, y TVE se lleve lo suyo con el Grand Prix”.
No será así por el movimiento de contraprogramación de Telecinco, que al menos le permitirá cumplir su deseo de mantenerse en la noche del lunes, y de adelantar su inicio a las 22:00 horas. Algo que veía difícil por la Eurocopa, 4 Estrellas y la próxima llegada de David Broncano, de cuyo fichaje por TVE habla: “Creo que el programa de David va a tener un problema de encaje”, analiza, siendo positivo al creer que puede conseguir su objetivo de traer a La 1 un público más joven: “Vamos a darle una oportunidad, y ya está”.
Además de su nuevo compañero de cadena, Ramón García también habla de un rival como Jorge Javier Vázquez, que lo será en la noche del lunes con el reality, pero también por las tardes frente a En compañía, su magacín en Castilla-La Mancha Media del que se deshace en elogios. Del rostro de Mediaset, no oculta su respeto: “Jorge Javier en lo suyo, yo siempre lo he dicho, es el mejor”, pero como buen conocedor del medio, analiza su reto: “A veces nos quieren poner trajes que no nos sientan bien”.
Asentado a diario en la autonómica, y divirtiéndose en TVE con el Grand Prix, Ramontxu explica que “hace muchos años que a mí no me mueve el dinero para hacer los programas”, y su discurso le lleva a alcanzar una explicación del éxito del show producido por Europroducciones: “España es pueblo mucho más que ciudad. Por eso funciona el Grand Prix”.
¿El éxito del año pasado da un poco de presión, para intentar por lo menos igualarlo?
No, yo ya lo he dicho: este año se va a moderar. No es lógico lo que pasó el año pasado. Era una espera de 18 años, era tanto que ese 26.1% nos descolocó a todos. Nadie pensábamos que íbamos a hacer eso. Hoy en día, y esto te lo dicen todos, estar por encima de la cadena, que yo creo que estaremos holgadamente por encima de la cadena, y ya está. Y que una vez más la gente tenga referencia este verano con el Grand Prix. Yo con eso ya me conformo.
Contaste que no podías dar pregones. ¿Tras el éxito del regreso, te han vuelto a ofrecer más?
Todos los pueblos, cada vez que llega el alcalde me dice: “Hola Ramontxu, ¿haces el pregón?” [ríe]. Es el saludo. Pero es que no tengo tiempo.
Puede haber un duelo muy poco habitual en verano, que suele ser una época más tranquila, de dos formatos tan grandes como son el Grand Prix y Supervivientes con su versión All Stars. ¿Cómo lo vives?
A mí me gustaría repetir el lunes, y estamos pendientes de las fechas del fútbol. Este año son más programas, son diez. A nosotros nos hubiese gustado empezar antes, nos encantaría empezar a las 22:00, pero eso no depende de nosotros y va a ser muy difícil porque 4 Estrellas está ahí hasta que llegue David [Broncano].
¿Y si competís?
Si competimos con Supervivientes vamos a andar a hostias [risas]. A mí me daría pena, porque a mí no me gusta que compitan grandes formatos. Creo que al final resta al espectador, o fuerzas a ver en grabado uno u otro formato. En verano hay días de sobra para que no coincidan dos grandes formatos y que Mediaset se lleve lo suyo con Supervivientes, y que TVE se lleve lo suyo con el Grand Prix. Si hay muchos formatos, pues ya tienes que enfrentarte a alguien. Siempre vamos a tener a alguien enfrente, eso está claro. Pero como habitualmente hay muy poquitos estrenos en verano, pues que se repartan. Yo como programador haría eso.
En verano hay días de sobra para que no coincidan dos grandes formatos y que Mediaset se lleve lo suyo con 'Supervivientes', y TVE se lleve lo suyo con el 'Grand Prix'
Ahora que lo mencionas, ¿qué te parece el fichaje de Broncano por TVE?
A David le conocí el año pasado en Televisión Española. Yo creo que el programa de David va a tener un problema de encaje, quizás con el tipo y modelo de audiencia que tiene TVE. Pero también digo: está pensado para eso. No para que no encaje, sino para que traiga a un target de gente que ha perdido TVE. La sorpresa para la dirección de Televisión Española fueron las toneladas de niños y adolescentes que metí yo con el Grand Prix. Es decir, los niños y los adolescentes ven productos cuando se les da lo que quieren. Si tú no das ese producto, no te ven. ¿Por qué han visto el Grand Prix en una cadena que no veían ese niño, o ese adolescente? Porque apareció esto, les gustó, y lo han visto.
David está dedicado en su programa -que lo retocará o no, y yo creo que no debería cambiarlo- a un sector de gente muy concreto, a un target muy concreto. Ese target no lo tiene Televisión Española. Quizá sí lo tengan otras cadenas. Su reto va a ser conseguir eso, y no es fácil. ¿Y por qué no lo va a conseguir? A mí me encantaría que lo haga. Es una apuesta arriesgada, pero esto es lo de siempre: “Coño, TVE no arriesga”, pues coño, he arriesgado. “Joder, ¿por qué arriesga?, esto no le va a pegar”... ¿En qué quedamos? Vamos a darle una oportunidad y que lo haga, y ya está. ¿Que sale bien? Estupendo. ¿Que no sale bien? Pliegas velas, y vuelves a una plataforma donde tienes tus 50.000-60.000 espectadores, que luego se hace viral en internet. Pero eso no es televisión. La televisión generalista es esto que estamos hablando.
Y hablando de Telecinco, ¿qué te parece Jorge Javier como rival ahora en las tardes?
Rival para nada. ¿Cómo vamos a ser rivales? No, no. En compañía se hace en una cadena autonómica pequeñita, jugamos en diferentes ligas.
Jorge Javier en lo suyo, yo siempre lo he dicho, es el mejor. Cualquier producto que toca Jorge Javier, si está bien organizado el programa y si le encaja bien, siempre funciona. Pero esa es otra: a veces nos quieren poner trajes que no nos sientan bien. Entonces, por muy bien que pasees el modelo, si no es tu talla, nunca va a salir bien.
Pero en términos de audiencia, en parte sí competirán.
Mi programa en Castilla-La Mancha es líder de audiencia. Con tres viejillos y un tío de 62 palos presentando. Porque enfrente están todas las demás. Cuando nosotros llegamos, Castilla-La Mancha Media creo que era la novena. Poquito a poquito enseguida nos posicionamos. La novela de Antena 3 nos gana algunos días, otros días ganamos nosotros. Somos el único programa de tarde, si os fijáis en las autonómicas, que tira. El de Juan y el mío. Los demás han caído.
Jorge Javier en lo suyo, yo siempre lo he dicho, es el mejor
¿Y por qué crees que es así?
Pues porque yo creo que los magacines de autonómicas han caído porque ya lo tienen en las nacionales. Entonces para qué lo voy a ver en la pequeña, si tienen más invitados y más importantes los nacionales, porque tienen más dinero. Los pequeñitos tenemos menos. ¿Qué hago yo? Un producto único, diferente e irrepetible. Porque lo hago yo, y la gente que va allí son únicos. Allí no hay paquirrines, ni hay no sé qué, ni hay líos del momento. Allí cada día son personas distintas con historias de verdad, y eso es lo que engancha. Es gente que se ha quedado viuda, que se ha divorciado, que lo está pasando mal, que sigue soltero o soltera desde que empezó su vida...
Eso choca mucho en el 2024, escuchar esas historias, sobre todo de gente de pueblos pequeños, donde todavía se vive de una manera que en las ciudades como que nos desentendemos. Y España es pueblo mucho más que ciudad. Por eso funciona el Grand Prix. ¿Os imagináis un Grand gran país de ciudades? No tendría la competitividad que tiene el Grand Prix. Lo bonito del Grand Prix es el corazón que tiene la gente de pueblo.
Hablando de las privadas, ¿ha habido algún contacto este año?
Después del Grand Prix del año pasado me han llamado hasta de América, no digo más. Para presentar programas de entretenimiento. Hay mucha gente que descubrió a Ramón con el Grand Prix de este año, que es curioso, pero pasa. Y hasta de América.
¿Y por qué no has cogido alguna de esas oportunidades?
Pues porque yo soy una persona muy responsable y muy seria con la gente con la que tengo mis compromisos. Esto se ha repetido en mi carrera muchas veces, he tenido cantidad de veces para irme a otros sitios por muchísimo dinero, y nunca lo he hecho. Hace muchos años que a mí no me mueve el dinero para hacer los programas. Ni al principio, porque yo vengo de una familia acomodada. Nunca he trabajado por dinero, he trabajado siempre por el instinto, por lo que me apetece hacer. A veces me he equivocado, pero cuando algún compañero me hace la lista de programas, yo me acuerdo de alguno y digo: con este metí la pata, a este tenía que haber dicho que no. Pero siempre fue con la intención de acertar en todos.
Y ahora que cumplo 40 años de profesión y que lo estoy disfrutando, lo menos importante es el dinero. Es el proyecto: si algo me gusta, yo voy a ir a hacerlo. Yo hago En compañía en una autonómica pequeñita porque me gusta. Y podría estar en una más grande haciendo algo, quizás lo mismo, o similar que también me gusta. Pero hay un compromiso con la gente que confió en mí para hacer eso. Y para mí, yo eso lo llevo a rajatabla.
Hace muchos años que a mí no me mueve el dinero para hacer los programas
¿Y qué es lo que más te gusta del Grand Prix?
Lo bien que me lo paso. Me lo sigo pasando bien. El primero que disfruta aquí soy yo, desde que a las 15:15 arrancamos una grabación y yo lanzo una canción, salgo bailando aquí la de Dios, saludo a toda la gente, presento a Cristina y a Wilbur y a la Vaquilla en ese pre-show... Yo ahí ya soy feliz. Y cuando ya empiezo a grabarlo y veo que va saliendo bien, o que a veces se tuerce, y yo me acuerdo de cosas y digo: esto se hace así, y de repente, ¡pum!, lo hacemos y funciona. Acabo destrozado, acabo machacado, pero me voy feliz a casa.
¿Cuántas horas podéis estar grabando?
El primer día acabamos a la 1:30 de la mañana desde las 15:15 de la tarde, y ya los últimos estamos acabando entre las 22:00 y las 23:00, que es el horario lógico. Es una paliza física y mental. El otro día los dos padrinos, que me ven que voy sin nada, me dicen: ¿No hay preguntas? No, no. ¿Y no llevas pinganillo? Sí, llevo uno porque me lo han puesto, pero les he dicho que no me hablen, solamente si hay un problema en realización o lo que sea, porque yo tiro para adelante. Y me decían: ¿Y cómo lo haces? Pues estudiando. Creo que el teleprompter es un error, y el pinganillo también. Es muy bueno, por ejemplo, si hay una publicidad, que para qué voy a desperdiciar media hora en aprenderme eso. Pues lo leo y lo largo. Pero hacer un programa...
¿Ni pinganillo ni teleprompter entonces?
Yo en En compañía llevo unas fichas que me escriben mis guionistas, que es un poco los detalles de la vida del invitado. Pero siempre hay que hacer una cosa: escuchar. Y luego cuando presentas, contar lo que ves tú. Yo soy un presentador que presento y realizo a la vez. Realizar conmigo no es complicado, porque todo lo que va a salir yo ya se lo estoy diciendo al realizador de alguna manera o de otra. Eso ahora yo no lo veo en los presentadores.
Ahora se ha perdido el papel de director-realizador: por un lado se realiza, y por otro lado se dirige. Y eso es complicado. Entonces yo, como vengo de esa escuela de las dos cosas, hacer conmigo los programas es más sencillo, porque lo que voy soltando ya está, hay que enseñar eso. O si sale algo que de repente no está bien, yo lo cubro rápido.
¿Cómo lo trasladas al trabajo habitual?
Hoy he venido aquí a las 8:00 de la mañana. Ahora cuando acabe esta presentación, me voy a Toledo y me hago el programa. Y hoy tenía que ir a ver a Bruce Springsteen, que tengo entrada para hoy, y no voy a poder ir porque yo grabo mañana otro programa del Grand Prix, y me levanto a las 7:00 de la mañana para estudiar ese programa. Yo todos los días lo estudio, y me hago una tarjeta que la gente me la pide por favor firmada, como las chuletas antiguas que hacíamos. Los que hacíamos... Yo hacía [ríe]. Es una tarjeta del Gran Prix doblada que tiene en la mitad cinco juegos y en la mitad otros cinco. Y me apunto cuatro tonterías: el nombre del alcalde por si se me va la olla, los puntos... que me sé todo de memoria, pero por si acaso la llevo en el bolsillo. Y también una tarjeta pequeñita con el nombre de la vaca que cambiamos cada juego. Y lo demás, cuento lo que veo y lo que la cámara retrata, porque eso es lo que está viendo el espectador. Y eso ahora es lo que, cuando veo programas, que yo veo todo lo que sale aquí y fuera, no encuentro en los profesionales de lo que hago yo.
Defiendes el servicio público de En compañía, tu programa en Castilla-La Mancha Media, ¿ves el Grand Prix igual?
Es diferente. Claro que es un servicio público, porque reunir a toda una familia para ver la tele en verano... no hay mejor guardería. Pero sí, En compañía es más servicio público porque realmente las personas que van, van específicamente al programa porque están solas.
Cuando yo empecé a hacerlo en el 2016, todos los datos que venían de los poquísimos estudios que había de soledad marcaban a los mayores: porque han enviudado, porque los hijos hemos volado de casa, porque te has jubilado y entonces ya pierdes esos contactos sociales... Pero curiosamente, el último estudio que se ha hecho ahora ha salido que el mayor número de gente sola es joven. Por el aislamiento que producen las redes sociales, que han hecho que la gente joven empiece a dejar de comunicarse como lo hacía mi generación, saliendo por ahí en los bares, tomándose unas cañas, pegándose abrazos. Ahora los abrazos se hacen a través de internet. Dicen “tengo muchos amigos, tengo 400.000 amigos, tengo 300.000 amigos”... Mentira, no tienes nada. Mi amigo es el que te abraza en un bar cuando te ha dejado la novia, cuando tienes un problema, cuando te gusta un chico y no te hace caso... y quedáis para tomarnos unas cañas o cenar.
Por eso yo estoy muy satisfecho cada vez que hago ese programa, porque sé que ayudo a alguien, y cada vez que vuelvo para casa me voy feliz porque me he llevado el cariño real de alguien al que has ayudado. El servicio público de En compañía es ese. El servicio público del Grand Prix en Televisión Española es entretener a la gente, que ya es bastante.
¿Crees que En compañía, y también el programa de Juan y Medio, han abierto una tendencia? Porque ahora también Telecinco va a hacer un programa así.
Y más que se van a hacer. La tendencia ahora es, en todos los programas tipo magacines, introducir cosas e historias que tengan que ver con la soledad. Pero aquí hay un matiz muy importante: eso hay que saber hacerlo. Primero desde el equipo de redacción, que debe coger historias de verdad y no de frikis, que se tiene una tendencia luego hacia ese lado; y respetar mucho a las personas que llevamos. Yo me río mucho con mis invitados, pero hay mucha gente que se ríe de los invitados. Y esa pequeña línea, ese pequeño matiz, se cruza sin piedad. Eso para mí es fundamental. Hacer En compañía es para mí es el máximo de los respetos. Hemos hecho más de mil y pico parejas, que se dice pronto, y toda esa gente cuando vuelve, vienen llorando y con un cariño... y te dicen: joder, nos ha salvado la vida. No hay dinero ni programa que te dé eso. Ninguno.
En un programa tan familiar como el Grand Prix, ¿cómo es luego la relación con los niños?
Ahora es divertidísimo, porque viene la abuela y me dice: mira, te presento a mi hija y a mi nieto. Ya voy en la escalera. Y lo que decía Víctor [Wilbur]: los niños te ven como si fueses Dios. Yo esto ya lo había vivido. Siempre cuento cuando veraneaba en Chiclana, en la época que todavía no había tantos móviles, pero quedaban los autógrafos. Yo me bajaba mi prensa en papel, me ponía debajo de la sombrilla allí callado, con unas gafitas de sol, y siempre decía: si no viene nadie, va bien, lo malo es el primero. Y siempre llegaba uno, el primero: “Hola don Ramón, buenos días. ¿Puede usted firmarme un autógrafo?”. Entonces ya era toda la cola, yo estaba todo el día de playa ante una cola. Cuando salía mi niña o algún familiar, decía: “¿Dónde está Ramón? Mira la cola. Ahí, donde está la cola”. Y ahora han vuelto los niños, y es maravilloso. Porque han descubierto un juego nuevo y un señor que presenta eso, que soy yo.
¿Vamos a ver a Ibai Llanos? Que ya se intentó en la primera temporada.
Con Ibai hablamos el año pasado para hacer una pequeña participación. Pero Ibai vive en otra galaxia, está más liado que la pera. Yo me llevo muy bien con él, y me llamó para darme la enhorabuena del éxito que habíamos tenido. Pero hablamos con él para participar en algunos programas, aunque sea para entrar él desde su casa, pero es que no tenía fecha de coincidencia con las grabaciones. Yo creo que tal y como está, está bien. Y además hay una cosa que es importante: hay programas que no deben volver, y otros que sí. Lo digo porque a veces nos damos la vuelta de modernos, y creemos que todo lo de antes puede volver, y es un gravísimo error. Yo esto lo he dicho a muchos directivos de televisión que querían renovar viejos formatos: no os volváis locos. La vuelta del Grand Prix ha sido muy medida, muy trabajada, y ha tenido suerte. Pero eso no quiere decir que todo lo que antes funcionaba pueda volver a funcionar.
Se intentó hacer el Un, dos, tres. Yo y hablé mucho con Alejandro [Ibáñez], con el hijo de Chicho, porque me llamó para decirme: “Ramontxu, ¿y esto cómo lo hacemos?”, y le dije: lo tuyo es muy complicado, porque el Un, dos, tres es otro formato, y era Chicho. Yo le dije: si tu padre levanta la cabeza, igual no tienes carretera para correr. Yo vi un poquito, y bueno... el alma estaba, pero sólo el alma. No puedes traicionar la memoria de la tele, porque ahí es cuando pierdes todo. Yo tenía ese miedo cuando volvimos con el Grand Prix, siempre decía: esto tiene que ser por lo menos igual que cuando se fue. Y teníamos todo en contra: no había vaquillas, no había cantidad de cosas. Pero lo hicimos y salió bien. Con el ¿Qué apostamos? es eso: otra vez ¿Qué apostamos?, ¿pero qué? ¿Cómo? Por eso no todo debe volver si no vuelve bien.
- '¿QUÉ APOSTAMOS?' -
¿Ha habido oportunidad de que te quedases en TVE con algún otro proyecto durante esta temporada?
Hablamos de muchas cosas, pero yo tengo un programa diario en Castilla-La Mancha Media, que llevo ahí ocho años. Llevamos 2.045 programas, y son tres horas en directo todos los días, no creáis que es moco de pavo. Ha habido propuestas, hemos hablado de muchísimas cosas. Cuando sale el Grand Prix se provoca algo muy curioso, que es como querer desempolvar todos los formatos antiguos. Todo el mundo empezó a decir “¿qué teníamos por ahí, qué se hacía antes?”. A mí me han caído todas, del ¿Qué apostamos?, de no sé qué y no sé cuántos. Pero no todo se puede hacer. Es complicado, de verdad.
Hablando del ¿Qué apostamos?, ¿ha habido la posibilidad entonces?
Sí, y sigue ahí. Pero es difícil. Hay que tener en cuenta que el ¿Qué apostamos? no tiene nada que ver con el Grand Prix. Se hacía en directo, la inversión solamente en decorados y en vestuario, porque hay que hacerlo por lo menos igual, o mejor, solamente el sofá de invitados son 200.000 pavos. Un sofá de un invitado internacional con tres nacionales, 200.000 y me quedo cortito. Es que en aquella época venían Sofía Loren, Catherine Deneuve... a todas las top models las he tenido al lado: Naomi Campbell, Claudia Schiffer... todas pasaban por ahí. Y eso no es de intercambio, ni es de promoción, eso es pago. Avión privado que llega, aterriza en Madrid, hace el ¿Qué apostamos?, hotelazo, avión privado, y y se pira. Y también el tiempo que teníamos para ensayar. Hoy en día los programas de televisión no se ensayan. Nosotros ensayábamos mucho, entonces la producción del ¿Qué apostamos? se va un poco de los presupuestos habituales.
Me encantaría que volviera el '¿Qué apostamos?', pero tiene que reunir las condiciones necesarias, que es dinero
¿Si saliera adelante y te llamasen, estarías dispuesto?
El ¿Qué apostamos? es uno de mis hijos. O yo uno de sus hijos. Fue como mi lanzamiento grande en Televisión Española. Nunca hay que desechar. A mí me encantaría, pero tiene que reunir las condiciones necesarias, que es dinero. Tener dinero para esa inversión, y es muy importante.
¿Sigues hablando con Ana Obregón?
Sí, muy a menudo. Está muy bien con la cría... y no me gusta mucho hablar de ella porque es una cosa... La relación entre Ana y yo es mucho más que compañeros profesionales. Para mí eso es como parte de mi intimidad y prefiero no hablar mucho de eso. Está muy bien, que es lo que a mí me interesa.
- LAS CAMPANADAS -
¿Este año darás las Campanadas?
No tengo ni idea, de verdad. No se sabe. Hay años que eso se hace con mucho tiempo, y otros años que yo estaba a 15 días y me han dicho: “Oye Ramontxu, vamos”.
¿Te apetece?
Sí, yo para las Campanadas la capa siempre está ahí [ríe]. ¿Cómo voy a decir que no las Campanadas? El año pasado había que si viene tal, que si viene cual... esto son las Campanadas. Que venga quien venga. Yo soy el anfitrión ahí.
¿Pero el año pasado no las viviste como una reinvención?
Sí, pero creo que también hay que mover las cosas. Lo que no vamos a hacer en el 2024 es lo mismo. Había gente que decía: “Ay, Ana otra vez con Ramón”. Y digo: pues para eso poned las de 1994 y cambiáis el neón. Hay que saber cambiar. Ana y yo tampoco vamos a morir haciendo televisión juntos [ríe]. Ana está ahora en un momento emocional diferente a aquella época. Entonces, posiblemente ahora la unión de Ana y Ramón para hacer un programa sea imposible. Lo que hacemos es tomar un café, charlar, y seguir siendo amigos. Y Ana ha hecho sus cosas en televisión, y yo haré las mías mientras sigan confiando en mí.
Yo creo que, para mi sazonada edad, he sabido reinventarme y elegir cosas que a mí ahora me vienen bien, como es hacer En compañía cada día. Y de repente meterte en un formato como el Grand Prix, que es mío, pero que hemos sabido darle una vuelta para que sea un poco más moderno y llegue a los niños. La introducción de Cristina [Cristinini] es esa. Cristina es una de las mejores comunicadoras en redes sociales. Ese toque, que esté ella aquí conmigo, rejuvenece el formato, rejuvenece a Ramón, y para mí es bueno. El año pasado en las Campanadas, con Ana Mena, una niña que cuando yo daba las Campanadas no había nacido. Nos reímos mucho de eso. Ese intercambio generacional es importante.
Yo para las Campanadas la capa siempre está ahí. ¿Cómo voy a decir que no?
¿Y el ir de rosa?
Lo de ir de rosa fue una idea mía, me salió de las pelotas, por romper un poco [ríe]. Es que yo ya he salido de todas las maneras: smoking, traje, pajarita de colores y pajarita negra, corbata, no corbata... Y dije: hoy voy a salir de fucsia, a tomar por saco. Y luego todo el mundo iba de fucsia, por cierto. Jenni [Hermoso] que iba guapísima, y Ana [Mena] que iba guapísima. Y ya aprovecho, el rollo machista que sigue habiendo: “El presentador sale muy vestido, y la chica con poca ropa”. Mientras que yo haga las Campanadas, las chicas siempre han elegido ellas su vestuario. Nadie las ha dicho: tú sal medio en pelotas, y tu Ramón tapado hasta el cuello, jamás. Es como si un día salgo yo en tanga. No pasa nada. Pero ellas se visten como quieren siempre. Todas. Cada una elige su vestido.